LP2

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Tengo un recuerdo muy curioso de cuando yo era un pequeño niño en el barrio de Las Manchas. Todos los días, cada tarde, jugábamos todos los niños a muchísimos juegos. No era como hoy, que todo son consolas y móviles. Antes jugábamos al escondite, a la pillada, al fútbol, practicábamos lucha canaria entre nosotros... ¡Buá! ¡Nos lo pasábamos genial! 

Pero ese recuerdo, que fue hace ya más de 35 años, es un poco especial. Porque ese día los niños del barrio no jugábamos juntos, ¡ese día competíamos entre nosotros! 

Era la fiesta de Las Manchas. Y los organizadores de la fiesta habían decidido organizar una carrera infantil entre todos los niños. Y los 3 primeros nos llevaríamos 1 medalla. ¡Hala! Había que correr mucho y ganar esa carrera -pensé-. Así que, por supuesto, me apunté a ella. 

Yo no era el más rápido de todos, correr nunca ha sido lo mío. Mi amigo José Antonio era el que más corría de todo el barrio y sabía que seguramente ganaría él. Pero si yo corría bien podría quedar segundo o tercero y llevarme mi medalla. 

El día de la carrera fui temprano para allí. No me la quería perder por nada del mundo. El lugar era la carretera del volcán de San Juan. Esa carretera en la que hoy se encuentra el centro de visitantes de La Cueva de Las Palomas que poco tiempo antes habían hecho atravesando toda la colada del volcán del '49. 

Recuerdo que en esa época había gente que decía que no entendía para qué habían hecho esa carretera, decían que no hacía falta, que era un gastadero de dinero, que el paisaje era muy bonito para romperlo y muchas cosas más. Pero los responsables de nuestra isla en aquel momento decidieron ejecutarla. 

La carretera del volcán en la época de mi carrera infantil aún era de tierra y apenas unos pocos vecinos la usaban. Fue más tarde, cuando por fin la empicharon, cuando la gente empezó a verle mucha utilidad. Era muy útil para los vecinos del Barranco, lo que hoy llaman las Manchas de abajo. Si querías ir a la playa todo era mucho más fácil. Y estábamos en Todoque y en La Laguna en un pispás. 

El caso es que esa carretera que algunos decían que no hacía falta, en realidad era necesaria. 

Hoy, casi 75 años después del volcán de San Juan, aquí en Las Manchas tenemos de nuevo un volcán porque en 2021 la naturaleza de nuestra tierra hizo lo que ha hecho durante miles de años. La erupción fue durísima para muchos palmeros. Pero igual que en 1949 lo único que podemos hacer es seguir hacia delante. 

Pero no todos podemos seguir hacia delante. Porque delante de nosotros todos los mancheros y fuencalenteros tenemos hoy una montaña de lava negra y oscura que se asentó sobre las casas de cientos de familias. Y queremos atravesarla. 

Hoy queremos hacer lo mismo que hicieron nuestros antepasados, respetando los recursos naturales y paisajes especiales del volcán de 2021 que puedan ayudarnos en el futuro, pero queremos atravesar esa lava. Queremos hacer una carretera como aquella del volcán de San Juan de mi carrera de pequeño. Una carretera que nos vuelva a unir y en la que podamos volver a llegar desde Las Manchas a Tajuya en unos minutos. 

Sabemos que es difícil, sabemos que hay problemas, sabemos que hay gente que dirá lo mismo que decían de la carretera del volcán de San Juan. Pero sabemos que hay que hacerlo. Y sabemos que es muy necesaria. No tenemos ninguna duda. 

Porque la LP2 hace falta sí o sí. Le hace falta cuanto antes a Las Manchas, al Charco, a Fuencaliente... Pero en realidad nos hace falta a todos. Porque es una arteria principal de nuestra isla que está cortada y nos está desangrando poco a poco. 

Ojalá pronto, muy pronto, empiece a ser una realidad. 

A propósito, me he ido por las ramas y nos le he contado que en esa carrera, contra todo pronóstico, quedé segundo. Y ese resultado me ayudó a aprender una lección importante para la vida: “no importa llegar un poco más tarde, lo importante es llegar”. Y si la LP2 no llegó en 2023, no importa. Lo importante es que llegue. Y ojalá sea muy pronto.

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