La egiptóloga palmera Mila Álvarez concluye en La Habana una nueva aventura científica

Mila Álvarez e Irene Morfini con estudiantes de la Universidad de La Habana.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

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La prestigiosa egiptóloga palmera Milagros Álvarez Sosa, natural de Los Llanos de Aridane, acaba de concluir un nuevo reto profesional. El pasado jueves presentó en La Habana el catálogo de la Colección Egipcia del Museo Nacional de Bellas Artes de la capital cubana. “La publicación de este catálogo es la culminación de un proyecto de varios años de estudio del que nos sentimos satisfechas. Ha sido un auténtico privilegio poder estar en contacto con estas antigüedades egipcias en La Habana que pertenecieron a otra cultura que se encuentra en otra parte del mundo. Una auténtica aventura científica”, ha asegurado a La Palma Ahora

Ha explicado que “se trata de un proyecto de cooperación con el Museo de Bellas Artes de La Habana para la publicación de la colección egipcia que este espacio alberga desde los años 60 y que perteneció al doctor Joaquín Gumà Herrera, más conocido como el Conde de Lagunillas”. Este trabajo,  que cuenta con el apoyo del Gobierno de Canarias, el Cabildo de La Palma y la Fundación Modesto Campos de Cajasiete, forma parte de las labores de investigación que la Misión Arqueológica Canaria-Toscana realiza en el campo de la Egiptología. 

El libro, que lleva por título La Colección Egipcia del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, ha sido publicado por la editorial canaria Ediciones ad Aegyptum y  presentado a los medios de comunicación cubanos el pasado 2 de febrero por el director del Museo, Jorge Fernández, en un acto que contó con la presencia del embajador de Egipto en Cuba y de estudiantes de la Universidad de La Habana e interesados en la Egiptología. Este catálogo es una obra esperada en Cuba para poder profundizar en el conocimiento de esta colección, que “era completamente desconocida para los estudiosos de esta disciplina”, ha afirmado Mila Álvarez. 

El estudio de las piezas, detalló, “ha permitido hacer un recorrido cronológico a lo largo de 4.000 años de historia de la civilización egipcia. En palabras de Aymée Chicuri Lastra, curadora de la Sala Egipcia del  Museo Nacional de Bellas Artes, ”esperamos que el actual catálogo de nuestra colección egipcia, producto de la colaboración científica entre miembros de la Misión Arqueológica Canaria-Toscana (Min Project) en Egipto y especialistas cubanos, sirva como un instrumento de conocimiento de nuestros fondos tanto a conocedores como a visitantes, además de como un tributo a la memoria de quien nos legara tan singular colección: Joaquín Gumá Herrera, conde de Lagunillas, y a nuestro Museo Nacional de Bellas Artes, que recientemente cumplió sus primeros cien años de existencia“.   

La dirección de este proyecto ha estado bajo la responsabilidad de la egiptóloga  Milagros Álvarez Sosa -quien coopera con la egiptóloga italiana Irene Morfini- y la curadora del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, doctora Aymée Chicuri Lastra, con la participación especial de la doctora María Castro. Esta publicación forma parte de las labores de investigación que la Misión Arqueológica Canaria-Toscana (Min Project) realiza en el campo de la Egiptología. 

El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana alberga una colección de antigüedades egipcias considerada “la más importante de Sudamérica”, subraya Álvarez Sosa. “La colección la componen unas 100 piezas, entre las que figuran un papiro, un sarcófago, cabezas de estatuas de reyes, estatuas votivas, amuletos, falsas puertas, estelas funerarias, ushabtis, vasos canopos y relieves con decoraciones pertenecientes a tumbas que todavía deben de ser encontradas”, resalta. 

Esta parte de los fondos del Museo se conoce como Colección Conde de Lagunillas, en honor al coleccionista que reunió el grueso de las piezas. “El doctor Joaquín Gumà Herrera (La Habana , 1909-1980) era descendiente de familias de la nobleza criolla, y poseyó una amplia cultura; además, supo aprovechar el momento idóneo  -finales de la Segunda  Guerra Mundial- para iniciarse en el coleccionismo”, ha recordado. “Hacia los años 50 la colección del Conde de Lagunillas gozaba ya de un prestigio que rebasaba los límites insulares y hasta continentales.  El conde acabaría ofreciendo al Palacio de Bellas Artes llevar allí su colección en condición de depósito permanente. La apertura de la sala fue anunciada para el 30 de mayo de 1956 y su actividad inaugural  constituyó un hecho importante de la vida cultural cubana en aquellos momentos”, apunta. 

“Nuestros estudios nos han llevado a la conclusión de que el conde de Lagunillas fue un coleccionista apasionado. Sus  notables conocimientos le permitieron mantener contactos con grandes especialistas en las diferentes culturas que le interesaron, a quienes consultaba antes y después de realizar sus compras de obras en los mercados internacionales. Su correspondencia privada ha permitido comprobar la dedicación y el criterio científico del conde al ir creando su colección, lo que hace de ésta una de las más valiosas de las que atesora actualmente el Museo y la colección egipcia más importante de América Latina”, concluye Mila Álvarez.

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