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Con tetas sí hay paraíso
Caso contrario es el de Magdalena. Obligada a casarse con su novio ante el Cristo de La Laguna con sólo 16 años, intercediendo por un entierro digno de su padre, por un trabajo para su marido en paro, por una benevolencia judicial hacia su hermano preso y adicto... El único recurso que le quedaba ha sido el despelote, pues así se produce la protesta pacífica de los desesperados ante la hipocresía de la Santa Madre... Monseñor Rouco proclama la bondad de la familia, y a mi juicio hace bien si no estuviera acompañada de sonoros golpes de pecho, pues a la hora de la verdad, la quiere bien lejos. ¿Quien alcanzará antes el Paraíso, Antonio María o Magdalena? Los designios del Señor son inescrutables y a veces Dios escribe derecho con renglones torcidos: gracias a Magdalena sabemos que quien debiera presidir los altares debía ser ella y no él. Pero mientras ese momento llega, al menos sí podemos proclamar con certeza que con tetas sí hay paraíso, que el desnudo femenino, si es sensual, erótico y bello, lejano a la procacidad ?como el que protagonizara también en Interviu Sonsoles Artigas? no ofende a nadie, dignifica a quien lo protagoniza y congratula a sus espectadores. Las feministas creen que denigra, pero los hombres ya no protestan por las portadas de Zero o Esquire porque les dan publicidad añadida, o cuando algunos exhiben sus cachas como único elemento “intelectual” y de atracción. Cosa que, por cierto, tampoco está tan mal, pues ya lo dijo Leopoldo María Panero en un poema que se convirtió después en un excelente film de Guillermo de la Guardia y Vicente Martín Abreu exhibido en el último Festival Internacional de Cine de Las Palmas. Viendo las dos poderosas y algo enflaquecidas pero hermosas razones que exhibe Magdalena, el paso del ser humano por este curioso planeta se resume en ese verso paneriano: “...Y el paraíso porque no queremos...” Federico Utrera
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