Hubo un tiempo no muy lejano en que las joyerías gallegas colgaban todas a la vez el cartel de “Cerrado por duelo” al conocer la inminente llegada al pazo de Meirás de doña Carmen Polo de Franco (que Dios tenga en la gloria). Decía la leyenda urbana que los joyeros temían que la primera dama de la dictadura entrara en sus establecimientos, comprara compulsivamente lo más caro del muestrario y se marchara tras ordenar que pasaran la factura a El Pardo. En el Punto de Fielato en Telde, un área menos amplia que se encuentra en el entorno del barrio de San Gregorio, ha estado a punto de ocurrir algo similar: que los pequeños comerciantes de despacho de loterías, de periódicos o de mazapanes temieran la llegada de un intrépido político local que cada mañana cambiaba un billete de 500 euros. Así, sin más.