Y La Canaria las dio con retraso

Estamos seguros, sin embargo, de que las deficiencias en el suministro de Unelco nada tuvieron que ver con el colosal patinazo de la Televisión Canaria a la hora de ofrecer a los canarios las doce campanadas. Las causas de que los espectadores de esa cadena se comieran las uvas casi dos minutos después del horario oficial no hay que encontrarlas en el afán de recaudar vía publicidad; ni en que el autor de la escaleta estuviera piripi, sino en un previsible fallo técnico del reloj de la basílica de Arucas. Un fallo técnico del que tampoco se supieron percatar a tiempo los responsables del programa, claro, porque mientras que la electrónica del reloj iba fetén, la esfera marcaba esa diferencia de dos minutos. Así que, puestos en situación de emergencia, prefirieron esperar y hacer coincidir ambas cosas para que no hubiera desconcierto general. Dicen los expertos en mala uva que tomarlas con ese pequeño retraso no perjudica gravemente la mala suerte, pero muy bien podrían los productores ensayar un poquito con los relojes para no hacer caer a su tele en el ridículo.

Estamos seguros, sin embargo, de que las deficiencias en el suministro de Unelco nada tuvieron que ver con el colosal patinazo de la Televisión Canaria a la hora de ofrecer a los canarios las doce campanadas. Las causas de que los espectadores de esa cadena se comieran las uvas casi dos minutos después del horario oficial no hay que encontrarlas en el afán de recaudar vía publicidad; ni en que el autor de la escaleta estuviera piripi, sino en un previsible fallo técnico del reloj de la basílica de Arucas. Un fallo técnico del que tampoco se supieron percatar a tiempo los responsables del programa, claro, porque mientras que la electrónica del reloj iba fetén, la esfera marcaba esa diferencia de dos minutos. Así que, puestos en situación de emergencia, prefirieron esperar y hacer coincidir ambas cosas para que no hubiera desconcierto general. Dicen los expertos en mala uva que tomarlas con ese pequeño retraso no perjudica gravemente la mala suerte, pero muy bien podrían los productores ensayar un poquito con los relojes para no hacer caer a su tele en el ridículo.