Los que vivían tan histórico momento no se lo creían: José Segura llevaba tiempo reunido con Arnáiz, asómbrensen, en la sede de la Autoridad Portuaria de Las Palmas. No es posible, decían los unos, Segura es el hombre de Zapatero llamado a sanear este patio. Debe ser su doble: ¿el de Poe, el mismo WiIlliam Wilson?, ¿el de Borges?, ¿el de Octavio Paz?, ¿el de Saramago? “Que no, coño”, contestó el comentarista in situ, que es Segura, el de Zapatero, el del talante. Terminada la larga reunión, el doble salió del recinto y se encontró con la prensa: “Pero... aquí no debían estar los de la canallesca, segun lo pactado”, atinó a decir. “¿Ves que no es Segura, que es su doble, que a Segura le va la prensa lo que a un tonto un lápiz?”, porfiaba el desconfiado. Pero era Segura.