La portada de mañana
Acceder
El PSOE investigará una posible estafa de miles de euros por Ábalos y Koldo
Crónica - 'Las guerras culturales y la Navidad como arma para excomulgar al rival'
Opinión - 'Feliz año, a pesar de todo', por Neus Tomàs

Del volcán a la luz: la ambiciosa carrera geotérmica de La Palma

Santa Cruz de La Palma —
30 de mayo de 2025 10:49 h

0

El 19 de septiembre de 2021, el cielo de La Palma se tiñó de rojo. Un chorro de fuego brotaba de la ladera de Cumbre Vieja mientras ríos de lava incandescente avanzaban lentamente hacia el mar. Durante 85 días, la erupción del volcán Tajogaite arrasó casas, cultivos e infraestructuras, recordándole a la isla su naturaleza volcánica indómita. Sin embargo, aquella catástrofe también dejó al descubierto un inesperado atisbo de esperanza: el enorme potencial geotérmico almacenado bajo el suelo palmero. La Palma, tallada por erupciones a lo largo de su historia, podría convertir el calor que un día causó destrucción en una fuente de energía limpia e inagotable para su futuro. Hoy, un proyecto pionero liderado por la empresa pública Sodepal (Sociedad de Promoción y Desarrollo Económico de La Palma) busca precisamente domar ese volcán dormido y transformar la devastación en luz eléctrica.

La idea puede sonar a ciencia ficción, pero tiene bases científicas sólidas. Canarias es la única región de España con recursos de “geotermia de alta entalpía” en su subsuelo, es decir, con temperaturas lo suficientemente elevadas como para generar electricidad aprovechando el vapor del agua subterránea calentada por el magma. En La Palma en particular, los vulcanólogos han detectado señales prometedoras: es la isla con el mayor número de erupciones históricas del archipiélago y donde se registran los niveles más altos de emisiones de helio-3, un gas indicador de actividad magmática profunda. Ambos factores sugieren un flujo de calor subterráneo superior al de otras islas, lo que la convierte en candidata ideal para explotar energía geotérmica. Como resume Nemesio Pérez, director científico del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), “el flujo de calor en La Palma es relativamente más alto que en otras islas”. Bajo sus pies podría haber acuíferos a más de 150 o 200 °C, listos para ser aprovechados.

Geotermia de alta entalpía

Pero ¿en qué consiste exactamente la geotermia de alta entalpía? A grandes rasgos, es la energía obtenida del calor interno de la Tierra en zonas donde este calor está muy concentrado. En lugares volcánicos como La Palma, una cámara de magma situada a pocos kilómetros de profundidad calienta las rocas y el agua subterránea circundante hasta convertirla en vapor o en agua sobrecalentada. Mediante perforaciones de varios kilómetros –los llamados sondeos profundos– es posible alcanzar estos reservorios geotérmicos y hacer aflorar ese fluido caliente a la superficie. Una vez allí, su elevada temperatura y presión se utilizan para mover turbinas conectadas a generadores eléctricos, igual que en una central térmica convencional, pero sin quemar combustible fósil alguno. Al condensarse, el agua se reinyecta al subsuelo para mantener el ciclo y asegurar la sostenibilidad del yacimiento. Las ventajas frente a otras energías renovables son notables: la geotermia proporciona electricidad constante las 24 horas del día, independiente del sol o el viento, actuando como energía de base que puede estabilizar el sistema eléctrico insular. Además, su huella visual y territorial es pequeña (una planta geotérmica ocupa poca superficie) y sus emisiones de COâ‚‚ son prácticamente nulas. En definitiva, sería una fuente autóctona, firme y limpia, capaz de reducir drásticamente la dependencia de La Palma del diésel importado que hoy alimenta sus generadores eléctricos. No es de extrañar que muchos vean en ella una “garantía de futuro” energético para la isla.

Con estas premisas, la apuesta por la geotermia en La Palma ha pasado de ser una vieja aspiración a un plan estratégico concreto en los últimos años. Ya en 2018, el Cabildo Insular dio luz verde a los primeros estudios científicos de exploración. Involcan lideró entonces una amplia campaña multidisciplinar enfocada en el sistema volcánico de Cumbre Vieja. Se realizaron análisis geoquímicos de gases, medidas de magnetotelúrica y tomografías sísmicas a lo largo de la isla, con el objetivo de elaborar un modelo 3D del subsuelo y detectar posibles “bolsas” de fluido caliente. Aquella investigación inicial confirmó indicios alentadores, pero también dejó claro que la verdadera prueba vendría después, con perforaciones de exploración profundas para medir directamente temperaturas y permeabilidad en las zonas más prometedoras. El desafío técnico y financiero era mayúsculo para una isla pequeña, así que las autoridades buscaron apoyo externo.

El impulso definitivo llegó tras la erupción de 2021. Con la atención nacional e internacional puesta en La Palma, el Gobierno de España articuló un plan de inversión sin precedentes para desarrollar la geotermia. Dentro de la estrategia estatal de transición energética –reforzada con los fondos europeos Next Generation– se destinaron 90 millones de euros específicamente a Canarias (30 millones para cada una de las islas con mayor potencial: Tenerife, Gran Canaria y La Palma). José Antonio Valbuena, por entonces consejero regional de Transición Ecológica, subrayó entonces la “apuesta clara” por aprovechar este recurso, única forma de que el archipiélago reduzca su dependencia crónica de los combustibles fósiles. En julio de 2022, Valbuena se reunió con Carlos Cabrera –por entonces consejero insular de Energía de La Palma– para escenificar el acuerdo: 30 millones de euros de fondos estatales para costear las próximas fases de exploración geotérmica en la isla. Aquella inyección financiera marcó un hito. Por primera vez, La Palma contaba con recursos para pasar del papel a la obra: contratar equipos, realizar sondeos y, si todo iba bien, sentar las bases de la primera central geotermoeléctrica de España.

Fue en ese contexto cuando Sodepal asumió un papel protagonista. Sodepal es la empresa pública de la isla dedicada al desarrollo económico y social, tradicionalmente enfocada en promoción turística, agroindustria u otros proyectos. Viendo la oportunidad histórica, el Cabildo decidió que este organismo sería el vehículo para liderar la aventura geotérmica, dada su agilidad y capacidad para asociarse con actores privados. En mayo de 2023, Sodepal modificó sus estatutos para incluir entre sus fines la promoción de las energías renovables y, en concreto, de la geotermia de alta entalpía. Se creó dentro de la empresa un Centro de Gestión de Energías Renovables (CGER), concebido como una oficina técnica encargada de coordinar todos los trabajos. La meta quedó claramente establecida: desarrollar en La Palma la primera central geotérmica de España y convertir la isla en un polo técnico-científico en esta materia. “Para lograr este objetivo, Sodepal debe participar en dos desafíos simultáneos: por un lado, obtener los permisos mineros de investigación […] y por otro, unir esfuerzos con otras entidades para atender solicitudes de ayudas”, afirmó entonces Raquel Díaz, la que fue directora general de Sodepal. Sus palabras subrayaban dos frentes clave. El primero era burocrático: asegurar para Sodepal el derecho de investigar las zonas calientes de la isla. El segundo, financiero: concurrir a las subvenciones disponibles para sufragar unos estudios iniciales muy costosos.

Investigación

Ambos frentes se abordaron de inmediato. Por un lado, Sodepal preparó la documentación para solicitar permisos de investigación geotérmica sobre las áreas de mayor interés científico identificadas por Involcan en la mitad sur de La Palma. En junio de 2023, formalizó sendas solicitudes para los municipios de Villa de Mazo y Fuencaliente, donde las mediciones apuntaban a gradientes térmicos elevados. La iniciativa no partía de cero: Sodepal actuaba como líder de una alianza público-privada apoyada por el propio Cabildo y la empresa especializada WARA Ingeniería Ambiental. Esta colaboración le dio solidez técnica a la propuesta ante las autoridades mineras. Paralelamente, Sodepal presentó un ambicioso proyecto a la convocatoria de ayudas lanzada por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) para impulsar la geotermia profunda en España. En efecto, el IDAE –organismo del Ministerio de Transición Ecológica– había abierto un concurso estatal para cofinanciar sondeos exploratorios con cargo a los fondos Next Generation. La Palma brilló con luz propia en esa convocatoria: se presentaron seis iniciativas distintas en la isla, más que en ningún otro lugar del país. Entre ellas figuraban la propuesta de Sodepal, una propuesta de la petrolera Repsol, así como proyectos de varias compañías locales con nombres evocadores –Geotermia La Palma, Sodescan 2000, Energía Bonita, Canopalma, etc.–. Nunca antes tal abanico de actores había pugnado por la geotermia insular, reflejo de la ilusión y expectativas generadas tras la erupción.

Para canalizar esta competencia de manera ordenada, el Gobierno de Canarias tuvo que adjudicar los derechos de exploración sobre las áreas prometedoras, equivalentes a unas 1.224 cuadrículas mineras en el sur de La Palma. Se convocó así un concurso público al que concurrieron las seis candidatas mencionadas, cada una delimitando en el mapa las zonas donde quería perforar. La Palma se convirtió, de facto, en el epicentro de la geotermia española: ningún otro territorio recibió tantas propuestas. Sin embargo, este proceso pronto evidenció que la burocracia puede ser tan volcánica como la propia tierra. Una de las empresas, Tajogaite Energía, quedó descalificada por un defecto de forma en su solicitud y presentó un recurso legal que paralizó temporalmente el concurso. Meses críticos se escapaban del reloj mientras expedientes y alegaciones se enredaban en despachos.

El retraso administrativo no solo desesperaba a los técnicos; también amenazaba con echar a perder los jugosos fondos logrados. Y es que las ayudas del IDAE venían con una condición: realizar al menos un sondeo antes de que finalizara 2025. Este plazo, pensado para imprimir urgencia a los proyectos, empezó a lucir irrealizable en La Palma ante la demora en otorgar permisos. La situación derivó en una auténtica carrera contrarreloj. A medida que 2024 avanzaba sin permisos definitivos, crecía el riesgo de que las subvenciones expiraran. En otoño de 2024 ocurrió lo impensable: Repsol tiró la toalla y abandonó el proyecto geotérmico palmero, alegando que la lentitud en la concesión de permisos hacía inviable cumplir con los tiempos de la ayuda pública. La multinacional española tenía prevista una inversión de 34 millones de euros en La Palma y se le habían adjudicado alrededor de 4 millones en subvenciones del IDAE para sus sondeos. Su plan contemplaba explorar amplias áreas que abarcaban Fuencaliente, Mazo y municipios colindantes. Pero, tras un año de espera infructuosa, decidió retirarse a inicios de 2025, provocando un pequeño sismo en el panorama del proyecto. “La viabilidad económica se vio comprometida por la lentitud administrativa”, explicó un portavoz de Repsol a la prensa, expresando una frustración compartida en privado por otros involucrados. La marcha de un gigante energético supuso un jarro de agua fría: se perdía no solo su músculo financiero, sino también su experiencia técnica en perforaciones.

Las autoridades locales intentaron contener los daños. Mariano Hernández Zapata, nuevo consejero regional de Energía, declaró no estar preocupado por la salida de Repsol, asegurando que “los bloques adjudicados a la empresa se asignarán a otros beneficiarios”. De hecho, la retirada de Repsol despejó el camino para las entidades más pequeñas y para Sodepal, que redobló su compromiso. Finalmente, tras resolver el contencioso administrativo de Tajogaite Energía, en febrero de 2025 la Dirección General de Industria del Gobierno canario dio el esperado visto bueno definitivo a varios permisos de investigación geotérmica en La Palma. Se adjudicaron así los derechos sobre diferentes bloques del subsuelo a un elenco diverso de actores. Sodepal se alzó con dos de las áreas de mayor prioridad –bautizadas como “Punta Sur” y “Mazo”– que abarcan 75 cuadrículas mineras en Fuencaliente, Villa de Mazo y parte de las colindantes Breña Alta y Breña Baja, justamente las zonas más cercanas a los últimos volcanes activos. La empresa pública insular consiguió así su objetivo de liderar la exploración en el corazón geotérmico palmero. Otras zonas quedaron en manos de Sodescan 2000, una sociedad canaria que obtuvo permisos en Los Llanos de Aridane y El Paso (al oeste, donde también hay indicios de calor profundo), de Geotermia La Palma S.L., que cubrió un pequeño sector en El Paso. Incluso Canopalma y Energía Bonita, emprendimientos locales prácticamente desconocidos un año antes, emergieron como sorpresas al lograr apoyo financiero del IDAE y adjudicarse algunos espacios para investigar. En suma, pese a los contratiempos, La Palma entró en 2025 con un mapa del tesoro repartido entre manos palmeras.

Fase operativa

Ahora, con los permisos en regla, los millones comprometidos y la presión temporal aliviada, comienza verdaderamente la fase operativa del proyecto geotérmico. A instancias del Cabildo y el Gobierno central, se ha gestionado una prórroga en los plazos de ejecución para compensar el tiempo perdido. El Comisionado Especial para la Reconstrucción de La Palma, Héctor Izquierdo, confirmó en abril de 2025 que La Palma dispondrá hasta junio de 2026 para culminar sus sondeos geotérmicos, ampliando considerablemente el margen inicial. Esta extensión, acordada con el IDAE y la Unión Europea, garantiza que las subvenciones no se pierdan y que los trabajos puedan hacerse con el rigor científico necesario, y no a la carrera. Izquierdo reveló además las cifras actualizadas del plan: La Palma ha recibido 48 millones de euros en fondos públicos para el desarrollo geotérmico, cantidad que —sumando la inversión privada comprometida— alcanza unos 96 millones de euros en total. Es decir, prácticamente 100 millones de euros movilizados para explorar y, si se confirma el recurso, explotar el calor de la isla. La geotermia representa una oportunidad estratégica para el futuro energético de La Palma”, enfatizó el comisionado. Su convicción es ampliamente compartida. Los expertos calculan que, de resultar viable, el potencial geotérmico podría abastecer casi toda la demanda eléctrica de la isla, permitiendo que en unos años La Palma funcione con un 100% de energías renovables. El impacto económico también sería transformador: además de reducir la factura de combustible, la iniciativa está creando empleo local altamente cualificado (geólogos, perforistas, ingenieros) e impulsando la diversificación productiva hacia un sector tecnológico de vanguardia.

Queda camino por recorrer antes de llegar a ese destino, pero los primeros pasos ya se están dando. En los próximos meses, Sodepal y sus socios técnicos iniciarán estudios de detalle para determinar los puntos óptimos donde perforar el primer pozo exploratorio profundo. Los taladros de sondeo deberán atravesar kilómetros de basalto y antiguas calderas volcánicas hasta alcanzar los reservorios calientes. Cada metro excavado será seguido de cerca por científicos de Involcan, IGME (Instituto Geológico y Minero) y probablemente expertos internacionales, pues el proyecto palmero ha despertado interés fuera de España. Si los gradientes de temperatura y el caudal de fluido resultan tan favorables como se espera, La Palma se preparará entonces para la fase definitiva: la construcción de la central geotermoeléctrica. Esta central, que podría ubicarse en la zona sur cerca de Fuencaliente, generaría electricidad a partir del vapor geotérmico mediante turbinas de vapor o tecnología de ciclo binario, según la temperatura obtenida. Con una potencia aún por definir (posiblemente del orden de decenas de megavatios), sería la primera de su tipo en territorio español. España entraría así en el club de países productores de energía geotérmica eléctrica, un logro histórico teniendo en cuenta que hasta ahora ninguna central de alta entalpía ha operado en la península ni en las islas.

En ese club ya figuran ejemplos notables que sirven de inspiración a La Palma. Italia, por ejemplo, fue pionera mundial al construir en 1904 la primera planta geotérmica en Larderello (Toscana), y hoy mantiene alrededor de 900 MW instalados que abastecen parte de su red eléctrica. Islandia, con su febril actividad volcánica, aprovecha la geotermia no solo para calefacción sino también para generar cerca del 29% de su electricidad, complementando el restante 71% de origen hidroeléctrico. Gracias a ello, el país obtiene prácticamente el 100% de su electricidad de fuentes renovables y ha podido atraer industrias y desarrollos científicos en torno a esta energía. En Nueva Zelanda, la situación es similar: más del 17% de la electricidad neozelandesa proviene de centrales geotérmicas ubicadas en sus regiones volcánicas, con más de 1 GW de capacidad instalada en operación. Otra referencia insular relevante son las vecinas Islas Azores (Portugal), que pese a su pequeño tamaño llevan décadas explotando la geotermia: cuentan ya con tres centrales en dos islas —13 MW, 10 MW y 3 MW de potencia— que en conjunto aportan hasta casi un 20% de la electricidad en São Miguel y Terceira. Todas estas experiencias internacionales demuestran que, donde la geología acompaña, la geotermia puede ser un pilar energético fiable y sostenible. La Palma aspira a unirse a esa lista, convirtiendo su reciente tragedia volcánica en un catalizador de innovación energética.

A medida que avanza la geotérmia, la isla de La Palma bulle de actividad menos visible pero igualmente trascendental que la de un volcán en erupción. Reuniones técnicas, trámites, estudios de impacto ambiental y formaciones de personal se suceden en un esfuerzo coordinado por materializar lo que hace pocos años era solo un sueño. El reto no es menor: domar el calor de la Tierra exige paciencia, rigor científico y una fuerte convicción política. Pero en La Palma confluyen esos ingredientes, aderezados por la urgencia de reconstruir un territorio golpeado. Si todo prospera según lo previsto, en unos años un entramado de tuberías y turbinas disipará en silencio el vapor proveniente del antiguo infierno bajo Cumbre Vieja, produciendo electricidad constante, día y noche, lluvia o sol. Las luces de la isla brillarán entonces con el fulgor de su propio volcán, y Canarias habrá dado un paso de gigante hacia la soberanía energética. El camino ha sido accidentado y quedan incertidumbres en el subsuelo, pero por primera vez el horizonte vislumbra un volcán domesticado al servicio del bienestar. Del magma a los megavatios, La Palma está escribiendo un capítulo inspirador de innovación, demostrando cómo una comunidad puede aprovechar el legado de su geología extrema para forjar un futuro más sostenible y próspero. Los próximos capítulos de esta historia dependerán de lo que revele la Tierra perforada, pero la determinación palmera por convertir la geotermia en realidad es, a estas alturas, inagotable.