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Ángel Arocha: El primer mito (1931)

El FC Barcelona conquista la Liga al ganar (0-2) al Arenas de Guecho el 30 de junio de 1929 en partido aplazado. De pie forman Guzmán, Saura, Platko, Castillo, Samitier, Piera, Arocha, Sastre y Pedrol. Abajo, junto al utillero, están Parera y García.

Canarias Ahora Deportes

Santa Cruz de Tenerife —

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Biografía

BiografíaÁngel Arocha Guillén (1907-1938) nació en Santa Cruz de Tenerife y es el primer futbolista tinerfeño internacional absoluto con España. Debutó con 15 años en el CD Tenerife y en la primavera de 1927 fue traspasado al FC Barcelona. Azulgrana durante seis temporadas, logró un título de Copa (1928) y la primera edición del Campeonato de Liga (1929). Con el Barça disputó 210 encuentros, entre oficiales y amistosos, en los que hizo 203 goles. Fichado por el Atlético de Madrid, ascendió a Primera División con los colchoneros, pero la Guerra Civil interrumpió su trayectoria deportiva… y su vida. Murió en el frente de Balaguer (Lleida).

El primer mito

El primer mitoÁngel Arocha es el primer mito del fútbol canario. En unos tiempos en los que primaba la tradición oral, su precocidad, su traspaso al FC Barcelona, sus goles, sus títulos y su presencia en la selección española le convirtieron en leyenda. Y su temprana muerte en la Guerra Civil, con 31 años, elevó su figura a la categoría de mito. Pero ya era un héroe en vida. En las hemerotecas y en la memoria de los mayores queda su recibimiento en el muelle de Santa Cruz de Tenerife cuando, en el verano de 1929, un Barça que venía de conquistar la primera Liga hizo escala en un viaje hacia Sudamérica y Arochita fue llevado a hombros entre una multitud que le aclamaba hasta la sede del CD Tenerife, en la calle del Clavel.

Además, el futbolista siempre se mostró muy ligado al conjunto blanquiazul. Así, durante sus estancias en la Isla, nunca dudaba en participar en los partidos en los que era requerida su presencia. Y obsequió a la entidad con el balón con el que se jugó el tercer partido de la Copa del Rey de 1928, un tesoro que estuvo en la sede del club hasta que un incendio, en 1945, destruyó aquel edificio de la calle del Castillo. Ángel Arocha nació en la calle Duggi el 24 de junio de 1907 de una familia originaria de Chimiche (Granadilla) y con sólo 16 años ya era figura del CD Tenerife. Y entró para siempre en la historia blanquiazul un 25 de julio de 1925, cuando marcó el gol del triunfo (2-1) ante el Marino de Las Palmas en la inauguración del nuevo Stadium de la calle San Sebastián, lo que hoy es el Heliodoro.

En esa época el CD Tenerife disputa medio centenar de encuentros anuales, pero no hay competiciones regulares de carácter regional. Y los equipos canarios no compiten en los torneos nacionales. Eso sí, las visitas de conjuntos como Celta, Español o Sevilla hacen llegar noticias de Arocha a la Península. En abril de 1927 el periódico tinerfeño La Furia avanza que Arocha puede fichar por el FC Barcelona “para sustituir a Paulino Alcántara”. Lo hará semanas después por un sueldo de 750 pesetas mensuales. El 1 de mayo de 1927 debuta como azulgrana en un amistoso ante el Martinenc y marca el gol que le da el triunfo (1-0) al equipo reserva del Barça, pues los titulares juegan Copa del Rey al día siguiente.

Arocha pronto formará con los mejores. Y el 3 de julio de 1927 participa en la multitudinaria despedida a Alcántara (357 goles en 356 partidos en 15 años como azulgrana), con 30.000 espectadores en Les Corts. Por el camino queda algún amistoso internacional en el que el Barça presentó una delantera de lujo: Piera, Samitier, Arocha, Alcántara y Sagi-Barba. El curso siguiente, el ejercicio 27/28, el Barcelona queda campeón de Cataluña al derrotar (1-0) en un partido de desempate al Europa, “con un Arocha, como de costumbre, con una voluntad enorme”. El título le permite al Barça disputar la Copa del Rey, competición en la que el delantero tinerfeño marca ocho goles en los diez partidos que disputa.

La lista incluye los tres choques de la final ante la Real Sociedad en El Sardinero. Los dos primeros acabaron 1-1 y un mes después se jugó un segundo desempate que desequilibró Arocha “al fusilar a Eizaguirre desde cerca”. El primero de esos tres choques forma parte de la historia del fútbol: se jugó en un barrizal infame y bajo la lluvia y, por momentos, el Barça actuó con nueve futbolistas tras las lesiones de Samitier y el portero húngaro Platko, que en la primera parte abandonó el partido “con una brecha en la frente por la que sangraba abundantemente”. Al estar prohibidos los cambios, Arocha, delantero centro, ocupó la portería hasta que, avanzada la segunda mitad, regresó Platko tras aplicársele seis puntos de sutura y una inyección antitetánica. El poeta Rafael Alberti, presente en el partido, publicaría la Oda a Platko, en la que glosaba la valentía del portero.

El curso siguiente se disputó el primer Campeonato Nacional de Liga, con sólo diez equipos (cuatro vascos, tres catalanes, dos madrileños y el Racing de Santander), lo que obligó a adelantar la disputa de la Copa del Rey, en la que el Barça fue eliminado en semifinales por el futuro campeón, el Español de Ricardo Zamora y el grancanario Padrón. Por el camino, Arocha hizo nueve goles en ocho encuentros. A la semana empieza “el torneo de la regularidad”, en el que sí triunfaría el Barcelona tras una cerrada pugna con el Real Madrid. Arocha sólo podría disputar siete encuentros, en los que marcó cuatro goles. Eso sí, estuvo en el decisivo choque final ante el Arenas de Guecho, en el que jugó ¡como defensa derecho!

Más presencia tendría Arocha en los siguientes campeonatos, en los que el Barcelona no podría repetir título. Sin embargo, el delantero tinerfeño se hartaría de marcar goles en una competición de sólo 18 jornadas en la que las lesiones estaban a la orden del día: diez tantos en la Liga 29/30 o dieciséis en el ejercicio 30/31, con un total de tres hat trick, dos de ellos ante el eterno rival: el RCD Espanyol. En las cinco ligas que jugó como azulgrana sumó 60 partidos y 49 goles, una cifra que le convertiría en el máximo realizador liguero del Barça durante una década, hasta que José Escolá le arrebató esa distinción en marzo de 1943, pero tras haber jugado 72 encuentros.

En la Copa de España, competición en la que lograría 30 goles en sus 33 partidos como azulgrana, también firma actuaciones destacadísimas. En un choque le hace cinco tantos a la Real Sociedad y en otro repite cifra ante el Deportivo. Y aunque juega la final de 1932 de la ya denominada Copa de la República ante el Athletic de Lafuente, Iraragorri, Bata, Chirri y Gorostiza, que encadenaría cuatro títulos consecutivos, Arocha no puede sumar un nuevo galardón a su palmarés. Además, en ese decisivo choque ante el equipo vasco cae lesionado a los 20 minutos de juego con una distensión en la rodilla izquierda, jugando el resto del partido con la rodilla sujeta por listones de madera y como extremo izquierdo en busca del gol del cojo.

En el verano de 1933, un año después de la marcha al Real Madrid de una gloria del barcelonismo, Pepe Samitier (el único al que el aficionado culé ha perdonado esa traición), Arocha también se va a la capital de España, pero en este caso al Atlético de Madrid, que suma tres temporadas consecutivas en Segunda División. Se despide del Barça con una Liga, una Copa de España y cuatro campeonatos de Cataluña en seis temporadas como azulgrana. Y lo hace también con 203 goles en 210 encuentros. Y con su marcha a la categoría de plata, Arocha, que desde su debut en 1931 siempre era candidato a la internacionalidad, se despide también de cualquier opción de acudir al Mundial de Italia 34.

El debut de Arocha con la roja se produjo el 26 de abril de 1931 en Montjuic (Barcelona) ante Irlanda (1-1). La cita llega doce días después de la proclamación de la II República Española y tanto el presidente Alcalá Zamora como Francesc Maciá, presidente de la Generalitat, acuden a un choque en el que es obligado retocar el escudo de la camiseta española y eliminar la corona. El tinerfeño comparte equipo con Zamora, Ciriaco, Quincoces, Samitier o Gorostiza (que ese día falló un penalti), semidioses del fútbol español. Arocha será el autor del tanto del empate tras rematar, de cabeza, un centro de Goiburu. En la segunda parte vuelve a marcar Arocha a centro de Solé, pero el árbitro anula el gol.

Ocho meses después, en la devolución de visita, España se impone (0-5) en Dublín y Arocha acude a su cita con el gol. ABC cuenta que el delantero tinerfeño es el autor del 0-3 tras “un soberbio tiro por bajo”, minutos después de haber recibido un golpe por el que, conmocionado, tuvo que ser atendido en la banda. Luis Regueiro (2), Samitier y Vantolrá completan una goleada histórica: es el primer triunfo español en las Islas Británicas. Pese a todo, Arocha no volvería a la selección. El seleccionador, José María Mateos, llamaría a Chirri, Galé o Chacho. Y poco después, Iraragorri se convertiría en indiscutible. Eso sí, Arocha puede presumir de haber marcado en sus dos partidos como internacional.

Fichado por el Atlético de Madrid en el verano de 1933, en su primer curso vive el ascenso rojiblanco a Primera División tras cuatro temporadas en el infierno. El Atleti, con internacionales como Elícegui, tiró la casa por la ventana contratando al técnico inglés Frederick Pentland, que en cuatro años en Bilbao había llevado al Athletic a dos títulos de Liga y cuatro de Copa. Arocha sólo marca dos goles en Liga y una lesión le impide jugar en la recta final del campeonato, pero un tanto suyo en la Creu Alta ante el Sabadell resulta decisivo “en la victoria (1-2) acolchonada”. En Barcelona se le echa de menos y El Mundo Deportivo anuncia en portada el 28 de diciembre de 1933, como inocentada, “el regreso de los hijos pródigo, Arocha y Samitier, al Barça”.

De vuelta a la élite, Arocha no recuperaría su olfato goleador. Y aunque hace seis goles en 20 partidos más en Primera División, no repite las exhibiciones ofrecidas de azulgrana. En la campaña 35/36 el Atleti bajaría a Segunda División con una mezcla de veteranos ilustres (Elícegui, Chacho, Arocha o Marculeta) y jóvenes que harían carrera tras la guerra (los canarios Arencibia y Mesa, Ipiña o Gabilondo). En la última jornada, a los colchoneros, dirigidos por José Samitier, les bastaba con empatar en el Metropolitano ante un Sevilla que era colista y no había ganado como visitante en todo el campeonato. Ese día, un 19 de abril de 1936, ganó el Sevilla (1-2). Y a falta de tres minutos la estrella local Chacho envía al larguero un penalti que le hubiera dado la permanencia a los madrileños.

Dos meses después estalló la Guerra Civil. Curiosamente, la contienda evitó el descenso del Atlético de Madrid. El Oviedo se quedó sin campo de juego y se le dio un año de permiso para reincorporarse a la competición; y la Federación, para que la Liga 39/40 no se iniciara con equipos impares, repescó a los rojiblancos después de que se impusieran en una promoción a Osasuna. Arocha no lo vio. El 2 de septiembre de 1938, enrolado en el ejército nacional como voluntario, más por convicciones religiosas que por ideas políticas, fallecía en el frente de Balaguer tras un bombardeo de la aviación republicana en un paraje próximo a la localidad de Castelló de Farfaña. Ese mismo día nacía un mito.

 

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