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Sobre el Día Mundial del Agua

Rafael Morales / Rafael Morales

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Vamos primero con algunos datos. Unos 1.200 millones de personas simplemente carecen de agua potable y dos de cada cinco no disponen del saneamiento adecuado, fuente de innumerables enfermedades o muertes diarias. Cada vez hay más regiones que arrastran escasez crónica. Casi todos los países de Oriente Medio, Pakistán, México, amplias zonas de China e India y el continente africano. África subsahariana es la región del mundo con menos acceso al agua, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): un 45% de la población no la consigue en condiciones sanitarias aceptables. Nada menos. El agua contaminada provoca la muerte de unos 100.000 niños por año en América Latina. En algunos países especialmente pobres, la Coca Cola sale más barata que el agua. Y a los ricos más barata que a los pobres. La penuria ha transformado al oro azul en un gran negocio para las empresas privadas cuando las dejan. En objetivo de sus generosos desvelos.El diagnóstico de la ONU achaca la crisis a la sequía, el aumento de la población, la sobreexplotación económica y la mala gestión. Añade Koichiro Matsuura, director general de la UNESCO, que “la escasez de agua no es sólo el resultado de una carencia física de recursos hídricos, sino un fenómeno que se agrava a causa de problemas relativos a la gestión de esos recursos y al buen gobierno”. Vale, aunque insuficiente. ¿Existe la posibilidad de frenar la tendencia a escala global o no? ¿Estamos acaso ante un mal bíblico imposible de sanar? Como sostiene Sergio Ferrari, “falta la voluntad política. Los 10.000 millones de dólares que permitirían resolver anualmente el problema del agua, y sus consecuencias en enfermedades y muertes prematuras, podrían obtenerse si se destinara a ese objetivo el presupuesto militar mundial de cinco días”. Menos de una semana. A escala local, también sería posible obtener remedios. Uruguay, por ejemplo, tiene una cobertura de agua potable para el 90% de sus habitantes, un dato profundamente ligado a movilizaciones en contra de la privatización, así como a un referéndum que transformó el acceso al agua en un derecho constitucional. Apremia un encuentro mundial auspiciado por Naciones Unidas, donde se establezca como parte del derecho internacional el carácter de bien público del agua, la obligación de los Estados tanto como de la comunidad global de asegurar a todos este bien de todos. Un derecho humano tan inviolable como cualquier otro, capaz de impedir su consideración como mercancía sujeta a los vaivenes irracionales del mercado. Los recursos económicos y tecnológicos existen. La premura por abordar esta crisis está basada en los peligros previstos por la ONU. Hoy, 1,2 billones de personas no tienen capacidad económica para adquirir el agua que necesitan desesperadamente. Esta cifra aumentará a 3 billones en 2015, es decir pasado mañana. Ustedes me dirán...

Rafael Morales

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