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Sí es una buena noticia

Juan García Luján / Juan García Luján

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Casi todos los partidos políticos reaccionaron ayer mostrando su escepticismo ante el alto el fuego anunciado por la banda armada. La secretaria general del PP leyó el mismo comunicado que había leído tras la tregua del año 2006. El PP sigue en la misma postura que mantiene desde que está en la oposición, con ETA no hay nada que hablar. Que se rindan y a la cárcel. El escepticismo al comunicado fue general. El senador del PNV, Iñaki Anasagasti, nos dijo ayer en El Correíllo que el único comunicado que espera es el de la disolución de ETA. Anasagasti es un político bien informado, y a pesar de sus declaraciones en CANARIAS AHORA RADIO sabe que ese comunicado no llegará si no se da un proceso de diálogo sobre el futuro de los presos de ETA. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.

Sin embargo, el comunicado de ayer está a años luz del comunicado de ETA cuando Aznar presidía el gobierno de España. En 1998 el gobierno del PP decidió realizar un proceso de negociaciones con dirigentes de la banda después de la publicación de un comunicado donde ETA mostró su “intención de comenzar el cese indefinido de las acciones armadas, limitando sus tareas solamente a trabajos de abastecimiento, mantenimiento de estructuras y derecho a defenderse de posibles enfrentamientos. Este alto el fuego total comenzará el día 18 de septiembre de 1998.”

Con aquel comunicado Aznar negoció con ETA y el PSOE lo aceptó. El entonces presidente del gobierno llamó a ETA Movimiento Vasco de Liberación Nacional, el ministro del Interior Jaime Mayor Oreja dirigió la política de acercamiento de los presos de ETA a cárceles del País Vasco. Pero las negociaciones en Suiza no avanzaron y volvieron los bombazos, los chantajes y los secuestros.

En el año 2006 el PSOE volvió a intentarlo. El PP movilizó todas sus bases en contra de aquellas negociaciones en un ejercicio de cinismo político difícil de superar. El gobierno de Zapatero se quemó en el intento y ETA volvió a tirar por la borda una oportunidad para salir del macabro círculo de la violencia. El criminal atentado de barajas sorprendió incluso a Batasuna, por lo menos eso dijeron sus dirigentes.

Desde las conversaciones de Argel con Felipe González al comunicado hecho público ayer han cambiado muchas cosas. El PNV está en la oposición, Batasuna ilegalizada y ETA pasa por sus horas más bajas. Pero la Ley de Partidos no deja de ser un espejismo, la ilegalización de la izquierda abertzale restó fuerzas a Batasuna pero nos muestra un Parlamento y unas instituciones vascas que no se corresponden con la realidad electoral. A pesar de la existencia de una izquierda nacionalista vasca que se ha desmarcado de la violencia (Aralar), Batasuna sigue existiendo y en Euskadi sigue habiendo gente que acepta la violencia como instrumento para lograr objetivos políticos.

No se trata de seguirle el juego a los que amenazan, secuestran y matan. Pero tampoco podemos ignorar que casi la mitad (o más de la mitad, la Ley de Partidos nos impide saberlo) de la población vasca no se siente cómoda en el actual marco institucional. La última reforma del estatuto de Gernika que aprobó la mayoría del Parlamento vasco fue despreciada por la mayoría del parlamento español. Ni siquiera se admitió a trámite. En Euskadi sigue habiendo un problema político de fondo que reconoce cualquier analista. Lo había en Irlanda, así lo reconocieron incluso los que promovieron los grupos paramilitares unionistas que terminaron sentándose con representantes del Sinn Fein. Más que en ETA, la clave para resolver el conflicto violento está en los pasos que se atrevan a dar los dirigentes de Batasuna.

Después de tantas treguas y tantos muertos ETA ha perdido cualquier credibilidad. Pero sería bueno dejar a un lado los intereses electorales por parte de todos, no sólo de la izquierda abertzale. Una lectura rápida de los periódicos de Madrid y de Euskadi en las horas posteriores al comunicado nos demuestran dos reacciones muy diferentes. Una prensa madrileña con encuestas hablando de “tregua-trampa” y unos periódicos vascos donde preguntaban por la esperanza que tenían los lectores. No debemos ignorar el sufrimiento de las víctimas, pero resulta paradójico que la principal asociación de víctimas convoque una manifestación cuando se anuncia el alto el fuego. Por supuesto que no hay que fiarse de ETA, pero da la impresión de que para algunos el comunicado del alto el fuego es una mala noticia.

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