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La impunidad de los violadores

Juan García Luján / Juan García Luján

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Ayer el CANARIAS AHORA destacaba en su portada que en el instituto anatómico forense de Las Palmas hay 402 pruebas de ADN obtenidas de exploraciones médicas realizadas a mujeres en la isla de Gran Canaria. Son exploraciones hechas a mujeres que acudieron a los servicios de urgencia y manifestaron que habían sido violadas. El personal sanitario guardó las pruebas para aportarlas en posteriores procesos judiciales. Pero resulta que esas víctimas no presentaron denuncia contra sus violadores.

Hace cinco años el responsable del laboratorio de genética planteó al Tribunal Superior de Justicia de Canarias la posibilidad de analizar esas pruebas para identificar a los violadores, para que por lo menos la policía tuviera los datos ya que existen violadores en serie o reincidentes, que podrían ser denunciados en una ocasión y se podría comprobar que por lo menos había un indicio anterior. Si la mujer violada es mayor de edad y no quiere denunciar, pues no se puede actuar de oficio. Sólo podría hacerse en el caso de que la víctima fuese menor de edad. En muchos de los casos las violadas son extranjeras que no desean volver a la isla y menos aún someterse a un proceso judicial y por eso renuncian a ir a comisaría. Lo peor es que eso ya lo saben los violadores y por tanto han aprendido que violar a una guiri sale más barato que a un mujer del país.

Este trato exquisito que el sistema está brindado a los violadores contrasta con algo que ocurrió hace sólo cuatro años. Mariano Rajoy, ese señor que estos días se asoma a las vallas publicitaria para decirnos que quiere mejorarnos la vida, era ministro de Interior y el Delegado del Gobierno en Canarias se llamaba Antonio López. La OTAN celebraba unas maniobras en aguas canarias. Simpatizantes de organizaciones ecologistas y pacifistas se manifestaron por la avenida marítíma. Unas semanas después llegó a la casa de los dos presuntos organizadores de la marcha una denuncia policial y una multa. Se les acusaba de promover una manifestación sin pedirle permiso a Antonio López. Los denunciados se presentaron en la Delegación del gobierno y pidieron los datos de la denuncia, pero los funcionarios se despistaron y entregaron unos folios de más. Se trataba de varias páginas de un informe policial sobre la manifestación. En esos folios estaba recogido el nombre de 24 personas, que según la policía habían estado en la manifestacion, se recogía sus números de DNI y su presunta filiación política o social. El informe recordaba a las fichas de la época de la ley de vagos y maleantes. Se consideraba sospechosa la pertenencia a organizaciones como Intersindical Canaria, Plataforma Canaria por la Paz o Partido Comunista. El nombre de un servidor estaba incluido en esa relación, estaba mi DNI y se decía que yo era militante del Partido Comunista del Pueblo Canario. Los colectivos denunciaron ese vergonzoso informe policial en una rueda de prensa y un servidor escribió un artículo dirigido al Delegado del gobierno. Antonio López no nos respondió, así que supongo que ni se molestó en destruir el informe policial lleno de errores (aunque el error mayor es el propio informe).

Supongo que aquellas fichas policiales eran compatibles con el actual Código Penal. Lo curioso es que el mismo Código Penal no permita realizar fichas de presuntos violadores (bueno dicen que las pruebas de ADN tienen un valor científico que hacen prescindible la palabra “presunto”). Ni se montó un escándalo por aquellas fichas policiales ni se monta un escándalo por la imposibilidad de fichar a los violadores que no son denunciados.

Me resulta imposible meterme en el cuerpo de una mujer violada que se niega a presentar una denuncia contra su agresor. Supongo que quiere olvidarse para siempre de lo sucedido. Sólo va al hospital a que le quiten la mancha de la agresión. Escribió en su diario la pintora mejicana Frida Kahlo: “¿Quién diría que las manchas viven y ayudan a vivir? Tinta, sangre, olor, no sé que tinta usaría que quiere dejar su huella en tal forma. Respeto su instancia y haré cuanto pueda por huir de mi mundo , mundos entintados...”.

Las mujeres violadas acuden al hospital a que les quiten esas manchas, que, al contrario que a Frida, no les ayudan a vivir. Pero las manchas quedan registradas en el Instituto Anatómico Forense, pruebas de 402 violaciones que en estos momentos no sirven para nada. Esas manchas que se quitan las mujeres violadas deberían seguir impregnadas en nuestras conciencias. Pero el tema no interesa. Al fin y al cabo las víctimas son mujeres, extranjeras y no votan. Dejemos el tema como está no vaya a ser que por controlar a unos violadores vayamos a espantar el turismo, ¡qué horror!

Juan García Luján

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