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Las coñas macabeas: del REF al facherío soriano, la callada de Rajoy y el gomero Curbelo

El PP propone cien medidas económicas y un acuerdo de regeneración democrática

José A. Alemán

Las Palmas de Gran Canaria —

La jubilación es tiempo para muchas cosas; recordar entre otras. Y acabo de acordarme de la ocasión, más que del día, en que conocí por vez primera a un escéptico. Bueno, en realidad ya lo conocía pues hicimos juntos Preparatoria e ingreso en el Bachiller; pero le guardaba el secreto hasta aquel momento en que el cura contaba de Noé embarcando en su arca, por mandato de Dios, una pareja de animales de todas y cada una de las especies para que no perecieran en el aguacero. Estaba yo tan contento de que se salvaran los animalitos que me importunó oír a alguien musitar cerca un descreído “¡sí, hombre!”, con el añadido de “¡guárdame un huevo de la echadura!”.

Nunca supe si semejante escepticismo, aún incipiente, era religioso, filosófico o científico porque mi hombre no se metió a cura, ni le dio por la filosofía y no les digo de la ciencia: su padre acabó poniéndole una granja, que era de las soluciones desesperadas de los padres adinerados que no sabían qué hacer “con este muchacho”. Siempre he tenido la duda de si su destino granjero fue castigo de Dios o pura ironía divina, aunque me inclino por lo segundo: el castigo vino después, al llevarse por delante una barranquera las instalaciones.

Lo que más recuerdo del compañero de mi cuento es la frecuencia con que recurría a la ya olvidada expresión “de coña macabea”. Era tan incomprensible para mí como su prima hermana, la “coña marinera”; que no ha caído tan en desuso como la macabea, herida de muerte a finales de los 60, cuando la Iglesia romana suprimió del santoral a los Santos Mártires Macabeos, precisamente.

Valga esta introducción deuteronómica para decirles que no he logrado saber qué rayos es una coña macabea, pero me estoy quitando de decir palabrotas y no encontré nada mejor para la historia que se traen con el REF, que, por otro lado, tiene su lógica. Es lógico, diría, el acuerdo con el Gobierno central sobre la parte fiscal tan satisfactorio para el empresariado pues el que paga, manda. Y no menos lógico resulta que dejen la económica para “más adelante”. Es la versión cuasi cibernética del “vuelva usted mañana” larriano; o del “hoy no se fía; mañana sí” de aviso a los gorrones, sin advertirles que siempre será siempre siempre, no sé si me explico. Con la diferencia de que si Larra describía el costumbrismo burocrático, por llamarlo de algún modo, en el caso que nos ocupa se trata de putada pura y dura. Que putada es haberse afanado tanto en la parte fiscal, de interés sólo para un pequeño porcentaje de la población y aplazar sine die la puesta en piedras de ocho de la económica, que afecta al grueso de la ciudadanía, o sea, a la chusma que sólo sabe vivir por encima de sus posibilidades. Putada que pretende allanar el camino para incluirla, la parte económica, o sea, en los Presupuestos Generales del Estado.

Como saben o deberían saber, esa parte económica, la integra el conjunto de medidas compensatorias de la lejanía y la insularidad que afectan negativamente a la cesta de la compra, a los billetes de avión, al transporte de carga o a la producción de agua, por señalar lo primero que se me viene a la cabeza. De salirse con la suya el Gobierno, la cobertura de todos esos aspectos esenciales dependería de las disponibilidades anuales de fondos y de la catadura de los gobiernos, de su color político y de su voluntad, que si ya hoy no es mucha ni les cuento como se convierta en potestativa. Por poner una imagen, se trata de que el cuentakilómetros se ponga en marcha cuando llegan las mercancías a España y de pararlo al embarcarlas de allá para acá, es decir liberarlas del sobrecoste desde o hacia las costas peninsulares y entre islas. No es, pues, un privilegio sino la aplicación del principio de igualdad.

Ni qué decir tiene que la mayor responsabilidad de que las cosas estén así es de la dirigencia política y económica canaria. El Estado español nunca ha destacado por su buena gestión ultramarina y a los dirigentes isleños les afecta con demasiada frecuencia el síndrome del colonizado. El otro día leí un artículo sobre el asunto de un buen amigo, el empresario Antonio González, en el que sostenía que la culpa de este último episodio del REF no es al ciento por ciento de Madrid sino del Gobierno y de los políticos de las islas. Tiene toda la razón del mundo menos en una cosa: lo de las autoridades y los políticos canarios no es desidia, por mucho que pequen de ella, sino resultado de la absoluta dependencia de sus cúpulas estatales siempre dispuestas a echar de la foto a quienes reivindiquen algo que no les cuadre; y en el caso de CC, consecuencia de la perversa idea de que lo mejor que pueden hacer sus parlamentarios nacionales es estar fijo al lado del partido al frente del Estado en cada momento, como forma de traer perras para acá. Perras que, en efecto vinieron mientras pudieron vender sus votos a cambio de apoyos a gobiernos centrales en minoría; y que dejan de llegar en cuanto obtienen allá mayoría. Tanta defensa de la economía de mercado para olvidar que no se compra lo que no se necesita.

Que Antonio González está en lo cierto lo confirmó la noticia de que el Gobierno canario estaba trabajando en la preparación de un borrador o cosa parecida de REF económico para enviarlo a Madrid. Con la noticia adjunta de que ni siquiera a nivel técnico ha habido contactos con el Ministerio de Hacienda. Una coña macabea, insisto, después de semanas de porfía en la que el Gobierno canario aseguraba haber enviado los papeles a Madrid, donde aseguraban no haberlos recibido. Al propio tiempo los secretarios canarios de CCOO y UGT, personados en Madrid ante los secretarios de Estado de Hacienda y Empleo, regresaron a las islas informando de lo bien que les había ido allá cuando acá no han sido siquiera recibidos por los equivalentes autonómicos.

La callada por respuesta y otra de Soria

Tenía pensado dedicarle un espacio al debate sobre el Estado de la Nación pero, si quieren que les diga la verdad, poco me interesan ya esos encuentros que este año fue más rifirrafe que nunca. Nueva coña macabea porque no salió ninguna conclusión útil relacionada con esas cosas que “de verdad interesan a los españoles”, la fórmula acuñada por el PP para evitar meterse en la harina de lo que no les interesa.

Rajoy dibujó un país tan inexistente como los almibarados y falsos bosques de Walt Disney llenos de pajarillos felices que trinan acompañados del armonioso percutir de las gotas del rocío acumulado sobre las hojas de los árboles en su caída, sin saltarse una nota de la escala vegetal hasta el plop final en el charquerío que alimenta el arroyo rumoroso donde moran simpáticas ranas traviesas, etcétera, etcétera. Todo tan bonito que se comprende el enfado de Rajoy cuando Pedro Sánchez se salió del idílico encuadre y enfocó a la perversa gaviota acechando para depredar los nidos aprovechando que sus propietarios estaban distraídos haciendo el tonto; ante lo que reaccionó Rajoy diciéndole que no vuelva al Parlamento porque las gaviotas no son aves de bosque.

No se esperaba Rajoy que Sánchez le saliera por ahí; se engrifó el hombre porque si hay algo que no soporta es el patetismo del ignorante que se las da de listo. Sacó sus peores maneras y se comprende que no estuviera con ánimo de responder a las preguntas de Ana Oramas acerca del ya citado REF económico y la posibilidad de cerrarlo antes de que acabe la legislatura. Como esperaba, Rajoy pasó de largo por ese asunto, así que me remito a las declaraciones de José Manuel Soria, cabeza de los isleños colonizados al servicio de Madrid, quien advirtió antes de la intervención de Rajoy que el presidente no se ocuparía de ese tema porque el Gobierno central considera al autonómico “dimitido y en funciones”. Agüita.

La prepotencia puede al muy ministro. Porque, que yo sepa, el Gobierno de Paulino Rivero, que nunca me ha gustado personalmente, no sólo no ha dimitido sino que, de acuerdo con la ley, entrará en funciones cuando comience la campaña electoral. CC no aceptó la candidatura de Rivero para un nuevo periodo presidencial, que no es lo mismo que dimitir, que es verbo intransitivo, de modo que sigue siendo presidente hasta que se elija a su sucesor; y estará en funciones el tiempo que marca la ley, no el que determine Soria y el PP.

No habría ninguna necesidad de aclarar esto si no fuera porque Soria, al hablar en esos términos, pone de nuevo de manifiesto su falta de respeto por la gente. Aunque eso sea lo de menos. Lo de más es que su enfoque del asunto implica que la ley se la trae floja; a él y al Gobierno al que atribuye semejante apreciación. Eso es fascismo a poco nos dejemos de paños calientes. Los amigos del muy ministro lo defienden con que le traiciona su temperamento. Otros, no menos amigos, niegan que ese sea su talante habitual. Con lo que no le hacen favor pues la reiteración de estos hechos, de no atribuirse a momentánea ofuscación, cabe considerarlos expresión de unas concepciones ideológicas fraguadas en frío cuyo es el nombre de facha.

Cosa distinta es que, con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, haya tiempo material de instrumentar la parte económica del REF con un grado de reflexión suficiente. Cabe la propuesta de dejarlo pendiente, para después de las elecciones. Miren si tenía fácil excusa. Hasta estoy de acuerdo en que el Gobierno de Rivero no le ha prestado al asunto la atención necesaria, más preocupado por la ya cerrada parte fiscal, que es la que interesa al empresariado paganini, es fama. Vale todo lo que ustedes quieran en este orden de cosas. Salvo salidas como las de Soria y el silencio de Rajoy que no respondió a la pregunta de la diputada Oramas sobre la cuestión. Una forma de decir que le tiene sin cuidado, por si era poco indicio su incumplimiento sistemático con esta reserva india. Lo único digno de admiración es la fe de carbonero de Ana Oramas en el parlamentarismo español al uso; lo que no es un elogio precisamente.

No menos ilustrativo, para seguir con la actualidad, es el coro de los peperos acusando a Paulino Rivero de provocar broncas con Madrid por razones electorales. Es lo que dice con frecuencia Australia Navarro y lo que acaba de largar el subsecretario de Industria, Enrique Hernández Bento, para quien la dedicación pauliana a batallar contra las prospecciones petroleras le restó tiempo y energía que dedicarle al REF; la que no por casualidad es la tesis de su señorito. Ni qué decir tiene que a los dos les parece irreprochable en cualquier caso la actitud del Gobierno. O sea, lo propio del colonizado que quiere medrar. Se justifican los incumplimientos gubernamentales mediante el tosco procedimiento de negarlos; o se pasa por alto, con altanería, cualquier gestión que implique tener en cuenta a la gente, como ocurrió con lo del petróleo. O está ocurriendo ahora mismo con la privatización de AENA.

Soria, el rayo que no cesa

Para remate, lo ocurrido con la renovación del Consejo de RTVC. Como si no le hubieran llegado los vientos que soplan, han tratado de hacer los nuevos nombramientos por el mecanismo de cuotas parlamentarias con la esperanza, quizá, de tener ganada esa parcela en caso de que se les cuelen advenedizos en las próximas elecciones en el templo de la soberanía del pueblo y dos piedras. Soria, cómo no, ha tratado de meter cuchara muy en su estilo y a pesar de que quiere cerrar RTVC. Salvo, claro, que logre controlarla. Deberían montar su foto con el fondo musical del arroró para cerrar las emisiones; como cuando Él habitaba entre nosotros. Seguro que lo ganaban para la causa y hasta le parecería merecido homenaje.

Antes de seguir adelante, habrán visto que Paco Moreno renunció a formar parte de ese Consejo. Sus razones fueron estrictamente profesionales, justo las que menos cuentan; cosa que ha puesto bien de manifiesto, cómo no, el muy ministro con su propuesta de meter en el Consejo, por su soberana voluntad, a Juan Santana. Un personaje del que nadie ha puesto en duda su cualificación porque no la tiene. La ignorancia es atrevida. Yo sé de periodistas hechos y derechos que han rechazado tentadoras ofertas televisivas por entender que no dominaban el medio.

No ha sido Paco Moreno quien ha impedido que se renueve el Consejo sino la designación por Soria de un candidato del PP que, dados sus antecedentes, estaría a sus órdenes, pobre de él si no, lo que acabaría por ser un obstáculo para la correcta gestión profesionalizada del medio. A Paco Moreno no le quedaba otra que tragar o coger puerta ante la imposibilidad de regeneración de la casa. Si hasta ahora no ha funcionado con la dignidad de una TV pública de una comunidad que se considera culta, no hay razón ninguna para pensar que pueda hacerlo en adelante con los mismos mimbres. Al marcharse ha puesto por delante su profesionalidad, con lo que queda incorporado a la lista negra de Soria, en la que presumo que ya figuraba, cosa que le honra.

Este episodio trae lectura aneja. La de que esa forma de hacer las cosas ha propiciado que no le queden a Soria sino ilustres mediocridades, cuando no cenizos completos, para valerse. No es preciso dar nombres porque, quien más quien menos, sabe lo que hay. Son gentes que sólo pueden aportar obediencia ciega, es la única virtud que aprecia el muy ministro si es a él a quien se la rinden con pleitesía. Y guay del que le contradiga o sea sospechoso de pensar por libre. El caso de José Miguel Bravo es paradigmático. Y no es que sea un desobediente sino que para Soria desobediencia es merecer mejor consideración que él hasta entre los rivales políticos. Así, por decantación, se ha ido quedando con lo peorcito de cada casa, lo que le obliga a gallear más alto. Confío en que este sea de los últimos comentarios que le dedique a alguien tan nefasto para las islas. Al que, por otro lado, le deseo lo mejor en cualquier embajada. Aunque no de embajador por muy del otro hemisferio que sea su destino.

A vueltas con Monedero

Todavía hay quienes niegan que desde los altos del poder se ha instigado la campaña contra Podemos que cogió por delante a Juan Carlos Monedero. Los periódicos de la situación han puesto las acusaciones, las sospechas y demás en primera página, pero han escondido o sencillamente no publicado los desmentidos probados, batiendo el récord mundial de publicación de noticias sin contrastar.

Ya les dije hace un par de semanas que la política es cruel y que lo mejor que podía hacer Monedero era quitarse de en medio para no dañar a su partido. Lo que haya de verdad o de mentira es lo de menos: ahí reside, precisamente, la crueldad de la política, la que se agrava cuando, encima, es rastrera y ni les cuento si no busca la derrota del contrincante en el campo del debate y las ideas sino su destrucción; como ha ocurrido con Monedero al que le han negado hasta su competencia profesional acusándolo incluso de falsear su curriculum. Lo que no quita, por supuesto, que la reacción de sus compañeros no se lleve paja y media con la de los partidos que llaman “de la casta”: negarlo todo, atribuirlo a una campaña (como cuando Rajoy dijo que el caso Gürtel no era del PP sino contra el PP) o aducir la inexistencia de imputación de delito alguno no fue la respuesta adecuada. Eso es lo que hay y lo que hay es, precisamente, lo que pretende cambiar Podemos y lo que esperan ver sus seguidores y simpatizantes.

De todos modos, todo ha quedado reducido a que no ha presentado el informe por el que varios países latinoamericanos le pagaron cuatrocientos y pico mil euros. Al margen de que sigo pensando lo mismo respecto a que Monedero debió resignarse y obrar en consecuencia, menuda cara tienen el PP, principal responsable del grado de crispación y degradación política, proceso que arranca de la etapa Aznar; y el PSOE que, además de sus casos de corrupción, se avino torpemente a un bipartidismo que conllevaba la aceptación de las fórmulas neoliberales que le fueron impuestas a Zapatero. Y con las que siguen estando de acuerdo no pocos en el partido. De ahí las urgencias de Pedro Sánchez por consolidar su liderazgo que demostrara en el debate sobre el Estado de la Nación, en que desnudó a Rajoy, que no se lo esperaba. Un debate en el que aleteaban los ausentes, Podemos y Ciudadanos, los dos partidos emergentes que constituyen la principal amenaza para el bipartidismo.

Pero estaba yo con Monedero. Frente a la escandalera de los 400.000 euros pagados por el informe y su labor de asesoramiento, el silencio espeso sobre los millones de al menos una operación del ministro Alonso en su etapa de alcalde de Vitoria. Parece que el asunto ha prescrito, lo que no quiere decir que no hubiera irregularidades ni que las haya cometido él. Pero deberá acudir a declarar sin que nadie haya sacado por ello los pies del tiesto, que es lo correcto. En cambio, contra Monedero se desataron todas las furias negando no sólo su capacidad profesional sino la realización misma del informe y hasta el contrato, ignorando la cláusula de confidencialidad, habitual en este tipo de trabajos, presentada como burda excusa para no poner en manos de la Prensa contrato e informe que llegan a calificar de inexistentes. Como si no supiéramos que como a Monedero se le ocurra incumplir el compromiso de confidencialidad nadie volvería a contratarlo. Nunca había visto nada igual. Incluso se ha informado del intento de Iglesias de comprar un canal de TV y dado que eso nada tiene de particular en una economía de mercado, se completó la nota informativa con la historia de que el líder de Podemos dijo que la operación la auspiciaba el presidente Maduro, interesado en compensar la tendenciosidad que advierte en los medios españoles contra su Gobierno. Y no les cuento de las imágenes del ex presidente Aznar cuasi besuqueándose con el mismísimo Chávez, al que llamaba su amigo. No se les ha ocurrido indagar en el banco a través del que se hizo el pago ni en alguno de los gobiernos que hicieron el encargo. O lo hicieron y no les dio el resultado que esperaban. Como tampoco se preguntan la razón de que el Gobierno no haya protestado ante los gobiernos implicados, si tan seguro está de que todo es un truco financiar a Podemos e intervenir en la política interior española. O el hecho de que esos mismos gobiernos no hayan arremetido contra el propio Monedero por involucrarlos en un asunto que podía perjudicar sus relaciones con España y la UE por extensión.

Es de tal violencia la campaña contra Monedero que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, lo señaló con el dedo haciendo uso no tan presunto de informaciones que no puede divulgar por mandato legal en razón de su cargo. Montoro se pasó por sus partes húmedas que Monedero es un ciudadano de a pie, que no ocupa cargo alguno, que no pertenece a ninguna institución oficial y mucho menos de gobierno. Una actitud que solo puede explicarse de una de estas dos maneras: o responde a la consigna del partido de darle leña al mono hasta que hable inglés o es tal su impaciencia que no ha podido esperar a que, al menos, gane las elecciones. Menos mal que salvo Eduardo Inda, de ‘El Mundo’, al que deberían echarle de comer aparte, ya nadie acusa a Podemos de connivencia con el régimen iraní.

Otrosí Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno. Allá por noviembre o diciembre un periodista le preguntó sobre la actualidad política en la rueda de Prensa que sigue al Consejo de Ministros de los viernes. Ella, con buen criterio, rehusó contestar alegando, con razón, que no era el momento ni el lugar pues la rueda informativa se circunscribía a lo acordado en la reunión del Gobierno. Sin embargo, el otro día fue ella la que se olvidó de lo que afirmó en aquella ocasión y le entró duro a Podemos y a Ciudadanos, además de al economista Luis Garicano, que asesora a este partido emergente. De nuevo una de dos: o el Consejo de Ministros sufrió un pronto monográfico y convirtió en materia de deliberación gubernamental las aprensiones electoreras de partido o fueron esas mismas aprensiones las que hicieron que se le fuera el baifo. En cualquier caso, es evidente quien impulsa la campaña y que hay un chirgo de no te quiero ni contar...

Para rematar, informó El Mundo de que la dirección del PP reunió en Génova a los coordinadores electorales autonómicos y provinciales y entre las instrucciones que les dieron figura que vigilen los gastos de Podemos en la campaña que se avecina. Por supuesto que deben controlarse esos gastos; pero los de todos los partidos que durante tanto tiempo han estado no por encima de sus posibilidades sino desbordando los límites legales. Sin que los llamados a controlarlo dijeran mú. Y si hay un partido que no repara en gastos ese es el PP. Nada más que con lo que costó el careto de Soria cubriendo de arriba abajo un edificio de al menos siete plantas, en las Alcaravaneras, durante una de sus campañas, hubieran costeado las suyas ni sé sabe cuantos partidos.

Casimiro Curbelo y el espíritu de Cisneros

Creo haberles dicho que lo sorprendente no es que el PSC haya echado a Casimiro Curbelo, el hombre fuerte de La Gomera sino que no lo hiciera antes. Sin embargo, bien mirado, creo que no fue una apreciación muy atinada pues resulta evidente que no lo hizo precisamente por eso, porque a la dirección socialista le salía cuenta en términos electorales dejarlo hacer lo que le diera la gana en su rincón. Lo que nada bueno dice de los socialistas que durante tanto tiempo han supeditado sus principios éticos (los que se le suponen) a las conveniencias electorales. Pudiera decirse que nunca es tarde si la dicha es buena, pero tampoco. Porque la realidad es que los afanes regeneracionistas del PSOE, en general, no surgen de autocrítica alguna sino a que no veía el fondo del pozo hacia el que iba a toda leche. Ni siquiera la posibilidad de dejar de ser alternativa de poder y hasta de convertirse en casi extraparlamentario, o pasar a engordar el grupo mixto como mal menor, parecía capaz de hacerle reaccionar. Cosa que ha conseguido la amenaza de Podemos y en menor medida la de Ciudadanos, que parece inquietar más al PP. Y es en ese contexto cuando se ha decidido a calzar por Curbelo, no sin la disconformidad de elementos del propio partido que no se han enterado de que lo que fue, fue.

Ahora le queda al PSOE, o al PSC, la prueba del nueve, es decir, demostrar que la confesión de sus errores no es tacticismo electorero sino que hay sincero dolor de corazón y propósito de la enmienda. Prueba que espero supere porque, a pesar de que ha tenido actuaciones reprochables y que acabó por perder la brújula al arregostarse de mala manera en el bipartidismo, no son pequeñas sus aportaciones a la modernización de España que han demostrado ser lo bastante sólidas para obligar al PP a practicar su política de marcha atrás en solitario y a golpe de decreto-ley; del que tanto abominó Rajoy en la oposición: “No se puede gobernar un país mediante decreto-ley”, llegó a decirle a Zapatero en el Parlamento. Tanto escupió al aire Rajoy que era inevitable que los salivazos le cayeran en la cara en virtud de la inderogable ley de la gravedad; o por su propio peso que decía cierto sargento chusquero en la instrucción a sus reclutas.

En ese contexto se produce, como digo, la expulsión de Curbelo. Y como político criado y malcriado en ese contexto le dio lo que podríamos considerar “síndrome del cardenal Cisneros”. Recordarán que Cisneros, al ponérsele chunga la nobleza castellana contraria al Rey Católico y preguntarle cuáles eran sus poderes para mandar, señaló a los cañones y los soldados formados en el patio y dijo aquello de “estos son mis poderes”. Curbelo no fue tan solemne, pero exhibió una encuesta que le da la mayoría del Cabildo gomero en las próximas elecciones; al tiempo que anunciaba la fundación de un nuevo partido, que él liderará. Sus poderes, en fin.

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