El agente Carlos

Hace varias semanas que Cristina Tavío y Manolín Fernández, hijo de ese otro Nixon de la política canaria que es Manuel Fernández, secretario general del PP canario, pidieron a Zerolo que destituyera a Ángel Llanos, al que responsabilizaban de la filtración del Bragagate. El alcalde de Santa Cruz, puso tal petición en remojo a sabiendas de que el adobo es el fluido en el que mejor se desgastan sus socios de gobierno. Desde entonces ya sabía el alcalde de qué pata cojeaba Llanos, por dónde se lo iba a poder fumigar cuando llegara el momento: desde que resultó rebajado de categoría y recluido en la concejalía de Recursos Humanos, el pibe de Ofra había montado su chiringuito en su barrio, en un despacho a cuyo frente puso a una persona de su máxima confianza, su secretario personal, un eventual municipal que responde al nombre de Carlos. Sin ser funcionario, el tal Carlos ha ido recibiendo personalmente a todos y cada uno de los parados que ha ido remitiendo al Ayuntamiento de Santa Cruz el Servicio Canario de Empleo. Datos confidenciales, nombres, cuentas, currículum, situación social... han sido depositados en manos de un empleado no competente legalmente para esos menesteres. Con el agravante, además, de que siendo así, en cualquier momento se enrola al Ayuntamiento por la vía de la reclamación laboral, al estilo de la satélite del empresario Lerena en la institución.