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Ortega y el sombrero blanco

Amancio Ortega, propietario de Inditex

Lidia Rodríguez

Uno de los principales problemas de nuestra sociedad es que aplaudimos a las personas equivocadas. En Canarias esto se ha convertido en tradición. El último en ser aplaudido en las islas ha sido el dueño de Inditex, Amancio Ortega.

El señor Ortega, como es un ser generoso y caritativo, ha donado a la sanidad canaria unos cuantos miles de euros que le sobraron esa semana en la cuenta de resultados. A la donación de dinero, que sería destinada a equipamiento para la cura del cáncer, le han precedido dos reacciones: la de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), que se ha negado a recibir “caridad” y que ha señalado que los servicios públicos no pueden ser costeados por el sector privado y, por otro lado, la de los que defienden que no importa la procedencia del dinero mientras se solucionen los problemas que sufre el sector sanitario y se ponga por delante a los enfermos de cáncer.

Las únicas personas capacitadas y con conciencia real y profunda sobre el destino del dinero y sobre qué áreas dentro de la sanidad pública requieren más recursos son aquellas que trabajan en ella y padecen los problemas de forma diaria. Entre ellos están las asociaciones y federaciones de sanitarios.

La procedencia del dinero no tiene una importancia menor, como argumentan algunos, pues es como decir que no importa que se privatice un hospital público si sus enfermos salen sanos y salvos por la puerta del hospital. La sanidad es un derecho constitucional que debe ser garantizado por nuestros gestores, que en Canarias tienen nombres y apellidos y son Fernando Clavijo y José Manuel Baltar. Si nuestros dirigentes no son capaces de proporcionar a sus ciudadanos servicios públicos de calidad que les pertenecen por derecho, estamos ante un problema muy grave. Un problema que no es competencia de la iniciativa privada. No podemos defender y argumentar que estamos en contra de la privatización de la sanidad pública mientras aplaudimos a Amancio Ortega.

Por dos razones

No es la primera vez que Amancio Ortega decide hacer donaciones. En 2015 donó 17 millones de euros a la sanidad gallega. El dueño de una de las mayores empresas de la industria textil en el mundo hace estos pequeños gestos a través de su fundación por una razón evidente. Se trata de una de las mejores campañas de marketing que se le puede hacer a uno de los hombres más ricos del mundo.

Es la forma que tiene el empresario de recordar que no es tan malo como algunos cuentan. Qué más da si las condiciones laborales en las que se encuentran muchos de sus trabajadores en países como Brasil, por las que la empresa Inditex ha tenido que pagar 1,36 millones a raíz de una investigación de trabajo esclavo, no son del todo correctas. No importa, porque en Europa lo vemos como un innovador, un emprendedor que creó un imperio de la nada, un ejemplo a seguir en las facultades de Economía y Dirección de Empresas.

Menuda suerte tenemos de que el sombrero blanco lo tenga Ortega y no Baltar.

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