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El Estatut de las astucias

Wifredo Espina / Wifredo Espina

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Así, el Alto Tribunal se habrá sumado al juego de las astucias que ha venido marcando todo el largo proceso de reforma (sustitución) del anterior, una vez archivado, por inviable, el que fue aprobado, a bombo y platillo, por el Parlament de Cataluña el 30 de septiembre de hace cuatro años. Después de aquel fallido proyecto, que venia a ser una especie de 'golpe de Estado' disfrazado de aparente legalidad ?que, en principio, Zapatero se había comprometido a aprobar-, todo ha discurrido por el camino de las astucias, de ver quien engaña a quien: si los legisladores catalanes al Estado o éste a aquellos.

Maragall jugó esta carta para llegar a presidente de la Generalitat y Zapatero a presidente del Gobierno. Casi todo fue maniobra, casi nada un planteamiento serio. Incluso las discusiones en el Congreso de los Diputados, que acabaron aprobando un texto muy mutilado. También el referéndum catalán, que no alcanzó movilizar a la mayoría de ciudadanos, siendo aprobado el texto por minoría, con una abstención vergonzante y una oposición rotunda de los bandos extremistas de uno y otro signo. Salió un Estatut de nadie.

Un Estatut así, pese a tener fuerza legal plena, ¿quién lo iba a aplicar en todos sus términos? Por supuesto, nadie. Y esto ha desgastado seriamente los gobiernos de Zapatero y de Montilla. Maragall fue defenestrado a tiempo por Zapatero y Montilla.

Ambos, en este juego de astucias mentirosas, no han parado de proclamar que el Estatut es plenamente constitucional. Ahora les ha llegado la hora de saber la verdad. La verdadera verdad; la judicial.

Pero, visto el ambiente interesadamente crispado, creado en Cataluña, el Tribunal Constitucional ha empleado tres años para estudiar también una estrategia para decir no pareciendo que está diciendo que sí en los puntos más espinosos del testo estatutario. Se apunta así, todo da a entender, al juego de las astucias. Dar a entender que se salva el Estatut en su letra, pero vaciándo-la de su sentido originario.

Recurriendo a esta astucia, se dará argumentos (verbalistas) tanto a quienes defienden la constitucionalidad del Estatut como a los que la niegan. ¿Evitará esto un enfrentamiento total y una reacción airada de parte de la ciudadanía catalana, que intentará arrastrar a la otra parte, exaltando sentimientos tan nobles como primarios en nombre de 'la patria' pequeña? Es dudoso.

Pero seguramente las graves preocupaciones de la gente, en los momentos actuales, por la crisis económica y social, por el alarmante aumento del paro y la caída de las ventas, actuarán de distracción y atenuante ante las previsibles virulentas reacciones ante el verdadero fondo de la sentencia del Constitucional. Seguramente también (¿no hay mal que para bien no venga?) las circunstancias y el cansino paso del tiempo, tendrán su papel en este engañoso 'juego de las astucias' en que casi todos, por distintos intereses no siempre confesables, han entrado.

(*) Wifredo Espina es comentarista político y exdirector del Centre d'Investigació de la Comunicació. Wifredo Espina *

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