Independencia, ¿más cerca que nunca? ¡Viva el petróleo!

A día de hoy, existe la posibilidad real de que una empresa privada extraiga petróleo a 60 kilómetros de Lanzarote y Fuerteventura. Y no nos engañemos, los canarios no vamos a ver ni un petrodólar. Si Repsol paga tasas, las pagará a Madrid o a Rabat, y en el caso remoto de que se disponga algún porcentaje para Canarias, créanme, ancha es Castilla, y el océano... Lo único bruto que va a llegar a nuestras casas va a ser el salitre negro que nos quitemos en la ducha después de un día de playa.

Dice un periódico local en su portada, que la extracción del crudo generará 50.000 puestos de trabajo para los canarios. Lo que yo no alcanzo a entender es en qué. ¿Cuál va a ser nuestra aportación en mano de obra a tamaña empresa? ¿Serán majoreros los ingenieros, los geógrafos, los técnicos especializados, los matemáticos, los operarios de reparaciones navales, los economistas, los contables, los asesores financieros o los pilotos de buques? Señor Brufau, ¿va usted a gastarse el dinero en formarlos para que puedan trabajar en su empresa, o el riesgo de desastre natural es a cambio de nada?

Al tiempo? lo cierto es que aquí, como en Argentina, Chile, Nigeria, el Sahara o Argelia (por poner algunos ejemplos) la extracción de recursos naturales será una maldición para la población local y no un Dorado.

Pero esto no es un artículo de demagogia antiimperialista, pretendo atender a la historia del petróleo, que es particular como ninguna; es evidente que de alguna u otra manera, una élite de canarios o peninsulares residentes va a tener que recibir algunas migajas de todo este tinglado, sino es impensable que Repsol pueda llevar a efecto semejante expolio. No sé quiénes acabarán siendo nuestros jeques particulares de la cosa, aunque puedo olérmelo y seguro que ustedes tampoco andan muy mal encaminados.

El problema es que el petróleo no es el turismo, ni tampoco la ZEC. El petróleo es mucho dinero, muchísimo más dinero que el plátano, los puertos y los hoteles a pie de playa puestos juntos. Y no sé yo hasta que punto, estos jeques de la cosa, podrán frenar el descontento de una sociedad que está organizada en democracia, que posee una clase media pauperizada, pero cada vez más concienciada, y un movimiento nacionalista, tanto en su ala izquierda como derecha, que no solo no es marginal, sino que gobierna o ha gobernado en muchas instituciones.

¿Se imaginan a nuestros jeques de la cosa volviéndose demasiado avariciosos e independentistas al punto? Yo no descarto nada, aunque Dios nos libre de un Hugo Chávez soltando chistes de gomeros en clave de ja.

Himar Cabrera