Hay muros de contención que ceden ante la verdad. Se acerca el sábado, sabadete, y con él una verdad incontestable imposible de escamotear en una de esas habituales tormentas de mentiras y consignas partidistas. El sábado, previsiblemente, conoceremos por el BOE el primer borrador de Presupuestos Generales del Estado para 2013, y en ellos tendrá que aparecer necesariamente la partida que el Gobierno va a destinar a subvencionar los viajes aéreos y marítimos de los españoles que vivimos fuera de la Península. La ministra de Fomento, a quien compete esa subvención, ya ha empezado a enseñar la verdad. Ayer martes, en un foro abierto organizado por El Economista, Ana Pastor adelantó lo que todos nos temíamos, que habrá cambios en el modelo de concesión de esas subvenciones mediante la limitación a una cantidad por usuario y por trimestre. Y la ministra dio una cifra, 8.000 euros de subvención en esos tres meses, lo que constituye una boutade de tal calibre que teóricamente nos habría de dejar tranquilos. Porque es materialmente imposible que un isleño, por mucho que suban los carburantes y los precios de los billetes, pueda gastar en un trimestre 16.000 euros como para recibir 8.000 en subvenciones, salvo que vuele todos los días a razón de 177 euros diarios. De ese modo, está claro, el Estado no se va a ahorrar ni un céntimo de euro, lo que nos conduce automáticamente a sospechar que lo que ha querido decir la señora Pastor es que habrá unos límites que pronto sabremos cómo se cuantificarán. Pero habrá límites, luego habrá reducción en las subvenciones, algo que dijeron que era intocable.