Mientras en Gran Canaria se ponen pegas a Lindl por intereses que también tienen que ver con el exquisito equilibrio y con la guerra de los precios en la alimentación, en Arrecife, su alcaldesa, María Isabel Déniz, hace todo lo posible por contar en su municipio con cadenas de descuento duro. Pretende no sólo abaratar el precio de la cesta de la compra, que en Lanzarote y en La Gomera son los más altos de Europa, sino de paso colocar en su sitio a las cadenas que en su isla y en Fuerteventura mantienen un régimen de monopolio alimentario de facto. Lo que no tenemos muy claro es si la alcaldesa cuenta con la bendición de ATI, que es la que está dirigiendo y modulando a su antojo la implantación de este tipo de establecimientos en Canarias. Es el primer encargo, junto al negocio eólico, que tiene en forma de marrón Marisa Tejedor. Veremos cómo sale de ésta.