El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
No hubo manera
“Para qué fue aquello”, relata el ciudadano. El guardia, cerrado en banda: “Aquí no se puede aparcar, no se puede parar”, le dijo a la pasajera, que a la vista de la situación, lo dejó con la palabra en la boca y se fue a lo suyo, a coger el avión. El corte no gustó al señor uniformado, que con tono ofendido se dirigió al conductor, que presenciaba desde su asiento el asunto, y le dijo: “¡Su señora me acaba de insultar!” “¿Y qué le dijo?”; “Pues me ha dicho '¿qué pasa?'”; a lo que el marido de la doña remachó, “bueno, ¿y qué pasa?” Y venga la misma matraquilla: “Aquí no se apuede aparcar, ni parar y no se puede bajar porque no se puede aparcar”. El sufrido usuario intentó que entrara en razones aquel ser uniformado, pero no hubo manera, por lo que arrancó el coche y vio por el espejo retrovisor cómo atacaba al coche que venía detrás, mientras él iba a los aparcamientos a dejar su coche para despedirse como Dios manda de la pasajera.
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