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Los aranceles sobre el jerez: la historia se repite

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Los aranceles son un arma de doble filo muy peligrosa y lo que una empresa consigue con duro trabajo en décadas, un cambio de éstos lo puede desbaratar en semanas. Trump lo está haciendo como antes lo hicieron otros, entre ellos, el primer ministro liberal británico William Gladstone cuando llegó al cargo en 1860. En aquel entones ese país era la superpotencia y todos querían venderles, ¿les suena?

Igual que ahora con los Estados Unidos, el Reino Unido era entonces, y aún lo es, un importador nato de vinos. En su primer año de gobierno apreció que los vinos de Jerez ostentaban el 40% de las importaciones así que, ni corto ni perezoso, estableció un nuevo tratado comercial con Francia que cambiaba los aranceles en función del grado alcohólico del vino. Nos dio de lleno.

En 1860 y de sopetón bajó los impuestos a los franceses nada menos un 48% pasando de 5 chelines y 9 peniques por galón a 3 chelines por galón. Un año después los volvió a bajar otro 44%, de 3 chelines a 2 chelines y 6 peniques. Así lo recogió el diario La Ilustración Económica en 1872.

El tratado anglo-francés de 1860 cambió las condiciones económicas bajo las cuales nuestros vinos concurrían a su único mercado. Verdad es que por aquel tratado se abarataron todas las tarifas, que de esta baratura se aprovecharon todos los vinos, que el consumo de todos ellos, incluso el jerez, aumentó enormemente, y que ese aumento continuó hasta 1872; pero también es verdad que las relaciones proporcionales entre el consumo de unos y otros vinos se alteraron por las tarifas nuevas. 

De todos los vinos consumidos en el reino británico, el jerez importaba del 40 al 41 por ciento; seguíanle de cerca el oporto, y el tinto francés ocupaba un lugar relativamente insignificante; hoy Jerez, Oporto y Burdeos figuran en Inglaterra a la misma altura, o sea, alrededor del 20% cada uno, pero con esta diferencia: que el burdeos viene desde hace quince años en progresión creciente y el jerez sigue al mismo paso en progresión menguante, de donde se puede inferir que dentro de pocos años la desproporción será mucho más grande.

La conclusión es obvia, pero difícil de anticipar: no te juegues todo a un solo mercado por mucho que ganes dinero porque al final te castigarán los nuevos intereses del político de turno. Vigila que la balanza comercial con ese país esté equilibrada para que no se enfoquen en tu sector. Y la última y la más importante, lee libros de historia porque en ellos están siempre las soluciones.