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Cuenta atrás para los corales atlánticos: entre la vida y el colapso
Los arrecifes de coral son auténticas ciudades submarinas: estructuras vivas que dan cobijo a miles de especies, protegen las costas y sostienen la pesca de la que dependen millones de personas. Sin embargo, su futuro en el Atlántico se tambalea frente al cambio climático. Un nuevo estudio internacional advierte que si la temperatura del planeta sigue subiendo más de 2 °C, los arrecifes atlánticos perderán gran parte de su capacidad de crecer y mantenerse vivos.
Este equipo de investigadores ha analizado registros fósiles y datos actuales para reconstruir cómo han respondido estos ecosistemas a cambios de temperatura en el pasado. La conclusión es clara: el margen de resistencia de los arrecifes atlánticos es muy limitado. Cuando la temperatura del mar aumenta demasiado, el crecimiento de los corales se ralentiza hasta el punto de no poder compensar la erosión natural que sufren. Dicho de otra manera, se vuelven incapaces de “edificar” y mantener sus estructuras.
El estudio también muestra que las aguas del Atlántico, aunque más frías que las del Caribe o el Pacífico, no ofrecen un refugio seguro. Incluso en las zonas más templadas, los corales presentan señales de estrés y pérdida de capacidad constructiva. Esta vulnerabilidad pone en riesgo no solo la biodiversidad marina, sino también a las comunidades humanas que dependen de los arrecifes para proteger sus costas frente a tormentas y mantener recursos pesqueros.
Los científicos advierten de que la clave está en limitar el calentamiento global. Cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y frenar el aumento de la temperatura por debajo de 1,5 °C podría dar a los arrecifes una oportunidad de supervivencia. De lo contrario, se enfrentarán a un colapso difícil de revertir.
Más allá del diagnóstico preocupante, la investigación resalta la necesidad de invertir en restauración ecológica y gestión sostenible de los océanos. Esto incluye desde reducir la sobrepesca y la contaminación hasta crear áreas marinas protegidas que fortalezcan la resiliencia de los arrecifes.
En definitiva, el mensaje de los científicos es tan urgente como sencillo: los arrecifes atlánticos no son eternos. Si la humanidad logra frenar el cambio climático y cuidar de sus mares, aún pueden seguir siendo esos “bosques de piedra” que sostienen la vida marina. Si no, corremos el riesgo de perder uno de los ecosistemas más valiosos y espectaculares del planeta en pocas décadas.