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Sillas de plástico y mareas blancas

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“Es por orden de triaje no de llegada”. Dice el celador por séptima vez, pero aún lo dirá otras treinta. Su trabajo es habitar lo imposible: “Tome asiento”. No hay asiento. “No esté en medio”. Todo es el medio.

“Hay que estar atento”. Le dice a quien se alejó para quitarse de en medio. Es imposible que esta sea una de las puertas al estado del bienestar; es imposible que al entrar en las urgencias de este hospital usted sienta que el Estado le respeta o tiene en cuenta su sufrimiento.

Paralelamente a estos hechos no aislados en los pasillos de los hospitales canarios, el cantante puertorriqueño Bad Bunny arrasa con un disco cuya portada son dos sillas blancas de plástico delante de unas plataneras. La mitad del mundo, casualmente el norte del mundo, no entendió la instantánea y hubo serios tutoriales circulando por internet donde se explica, con toda la pedagogía del mundo, lo que para la gente latinoamericana y del Caribe significa esa estampa tan cotidiana y dolorosa, pues otrora en esas sillas se sentó la gente que más quisimos a coger el sol, que es lo único por lo que aún no cobran quienes no entendieron nada. La letra de esa canción, que ya ha calado como si fuera un clásico reza: “Debí tirar más fotos de cuando te tuve, debí darte más besos y abrazos las veces que pude”. Sencillo, pero demoledor en el mundo de la inmediatez y del sálvese quien pueda.

Si han seguido el terrible incendio de Los Ángeles, un incendio sin bomberos públicos y voraz, habrán sabido de la ocurrencia de algunos multimillonarios que habitan aquel lugar de pagar su propia cuadrilla de bomberos. Supongo que los mismos que les explicaron lo de las sillas blancas en la foto de Bad Bunny tuvieron la paciencia de explicarles por qué no sirve de nada que en medio de un incendio de sexta generación uno salve solo su casa.

“Es que no es por orden de llamada”. Vuelve a decir el celador ya algo más enfadado. Un joven se retuerce de dolor ya de pie, una señora espera sentada en su taca-taca mientras su hijo se enfada con el mundo con gesto de “¿cómo es posible que esté pasando esto?”. Todo el mundo es neoliberal hasta que lleva a Urgencias a su madre. Una vez allí sentados te sorprendes a ti mismo tarareando por qué no cuidé el estado del bienestar cuando lo tuve, por qué no hice caso a las manifestaciones de la Marea Blanca y les di abrazos, no solo aplausos las veces que pude.

Las veces que un paciente no tuvo que pensar en otra cosa que en su cáncer y su familia y no en cómo pagar la quimio, las veces que las incubadoras salvan la vida a los bebés, son triunfos de lo público, pero pasan desapercibidos porque suceden en lo cotidiano, como las sillas blancas de Bad Bunny.

No endeudarse por vivir o morir en la puerta de un hospital sin pasar del rellano por lo que se lleve en la cartera es lo que nos jugamos. Un sistema mejorable, y tanto, esos sitios, si el Estado se lo tomara en serio y quisiera enviarnos el mensaje de que les importamos, deberían ser como Versalles, sin perjuicio del uso que hoy tiene Versalles. Una atención integral, un seguimiento de la patología ayudándose de la atención primaria que es la primera en detectar las enfermedades (y problemáticas sociales), que luego se pueden agravar y es la que evitaría, de no estar colapsada y precarizada, que luego se saturen las urgencias de los hospitales.

La pieza que publica hoy Iván Suárez para esta cabecera habla de un colapso crónico en las Urgencias del Hospital Universitario de Canarias, donde un paciente derivado con criterio, esperó 30 horas por una ambulancia para su traslado. Por su parte en Gran Canaria, y según la misma información, el Insular y el Doctor Negrín no han llegado a puntos críticos, “hace unos días se contabilizaban hasta 85 pacientes pendientes de ingreso en planta en las urgencias del Insular, 30 de ellos en el área de transición, y ya empezaban a acumularse casi una veintena de camillas en los pasillos”. Tú, que entendiste la portada del disco a la primera, dime, ¿crees que esto es lo que los eruditos llamaron para seguir dividiendo la miseria de la mayoría, el primer mundo?