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De Túnez a Cartago: pequeña guía de la capital tunecina

Cúpulas de viejas mezquitas, torres de iglesias cristianas y rascacielos. Imágenes de la ciudad de Túnez.

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Uno suele viajar a Túnez para disfrutar de las playas. Este destino mediterráneo fue muy popular antes de las llamadas primaveras árabes. Estos movimientos sociales sumieron a la región en un pequeño momento incertidumbre que alejó a los turistas de sol y playa. Lugares como Djerba, Susa o Hammamet siguen ofreciendo verdaderos playazos que merece la pena ver y disfrutar. La Pandemia hizo el resto. Hoy, Túnez vive sumida en una profunda crisis turística pese a ser uno de los destinos más atractivos del Magreb. El país lo tiende todo. Esas playas de las que te hablamos con anterioridad, las últimas alturas del Atlas (donde se refugia la riquísima cultura bereber) y una historia fascinante que se refleja en sus pueblos y ciudades. Y su capital es un resumen muy completo de lo que ofrece el país. Aquí te vas a encontrar una de las mejores medinas islámicas de la región, playas brutales, una infraestructura de primer nivel y más de 2.000 años de historia que se remontan a la mítica Cartago. ¿Se puede hacer turismo urbano en Túnez ciudad? Sí. No tiene nada que envidiar a otros destinos de escapada como las ciudades imperiales marroquíes.

Empezar por El Bardo.- El mejor museo de historia y arqueología del Magreb. Sin duda alguna. El Museo Nacional de El Bardo (Plaza de El Bardo –acceso por Rue Mongi Slim) guarda tesoros de un valor incalculable. Sólo por ver los mosaicos romanos ‘rescatados’ de las ruinas de Cartago, Sussa y Dougga merece la pena pagar la entrada y gastar un par de horas. Pero es que las colecciones que se guardan en este lugar son magníficas. La parte del león se la llevan las salas dedicadas a la cultura púnica (la vieja Cartago) y a la romana, pero es que hay muchísimo más. De la antigüedad tardía destacan las piezas bizantinas y de los primeros años del Cristianismo y después hay una extensa exposición de arte islámico medieval. Es uno de los mejores museos que vimos jamás. Además, se trata de un centro que ha envejecido muy bien. Hasta finales de los 90 era el típico depósito de antigüedades heredero del coleccionismo del siglo XIX, pero hoy es un centro muy moderno con un discurso museístico completísimo. Hay que verlo sí o sí.

Una excursión por la vieja medina.- La Bab al-Bahr (justo al final de la Avenida de Francia) sirve de frontera entre los dos mundos que conviven en la ciudad. De un lado está la Ville Nouvelle, la ciudad nueva construida a partir de los ensanches de la época colonial francesa. Y del otro lado nos sumergimos en uno de esos laberintos mágicos islámicos. La Medina de Túnez es riquísima en valores históricos y artísticos: tanto que fue declarada como Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1979. Hay mucho que ver.  La Mezquita Zitouna (Rue Jamaa Ezzitouna, 30) es el gran centro patrimonial y espiritual de la ciudad. Al igual que sucede en Marruecos, está prohibida la entrada a los no musulmanes (una herencia incomprensible del colonialismo francés) pero aquí, por lo menos, te dejan acceder al Patio de las Abluciones. Muy cerca de la mezquita está el Zoco El Bey (Dar El Bey), un mercado cubierto que nos hizo recordar al Gran Bazar de Estambul. La única manera de acercarse a los edificios religiosos sin problemas es visitando alguna de las madrassas históricas (escuelas coránicas) de la ciudad antigua: Madrassa Slimaniya (Tourbet El Bey, 13); Madrassa El Achouria (Rue Achour); Madrassa Bechia y Madrassa Ennakhla (Souk El Belat)... En estas viejas escuelas uno puede ver los elementos típicos de las mezquitas. Y también la evolución de los estilos constructivos desde finales de la Edad Media hasta el siglo XVIII. Y nada que ver con las recargadas decoraciones marroquíes. Aquí prima la sobriedad de lo bereber; la influencia andalusí es escasa.

El otro gran edificio histórico que hay que ver en la Medina es el complejo palaciego de Kheireddine (Rue Du Tribunal), una casona imponente que fue residencia de Khayr al-Din Pachá (gran visir del Imperio Otomano en Túnez) a principios del siglo XIX. Este palacio se ha convertido en el Museo de la Ciudad de Túnez y alberga una colección interesante de objetos históricos, artísticos y artesanales. Muy cerca de aquí está Dar Lasram (84 Rue du Pacha), una casona impresionante que perteneció a un guarda de la corte. Repartidos por toda la ciudad islámica hay otros palacetes que se han convertido en centros culturales y que pueden visitarse. Si tienes tiempo y ganas puedes ir a verlos. El más interesante, aparte de Dar Lasram es Dar Lakhwa (Rue Sidi Sourdou). Desde aquí tienes que darte un salto para ver la Tourbet El Bey (Rue du Château, 7), mausoleo  de la dinastía Husseini que gobernó el país hasta 1957. Llevaba más de 10 años cerrado por obras de restauración y ahora se ha reabierto.

La Ciudad Nueva.- La Avenida de Francia continúa hacia el mar a través del Boulevard Habib Bourgiba. Este eje transversal (que antes comunicaba la medina con el viejo puerto) aglutina la gran mayoría de los atractivos de la Ville Nouvelle; y todo lo demás que hay que ver en esta zona de la ciudad está a pocas cuadras de la calle principal. Pasea la calle entera, porque merece la pena. Más allá de los grandes edificios, como la Catedral de San Vicente de Paul o el Teatro Municipal, detente a ver las fachadas art decó de los edificios coloniales. Y muy cerca de aquí hay otros atractivos como el Mercado Central (Rue d'Allemagne, 9) o el Jardín Habib Thameur. Bastante más lejos está el Parque Belvedere, uno de los más grandes y más bonitos del norte de África. Aquí puedes visitar el Museo de Arte Contemporáneo.

Alucinando por las callejuelas de Sidi Bou Said.- Apenas son seis o siete calles de trazado imposible. Pero es uno de los lugares más bonitos del país. Una playita pequeña, un puertecillo y una pequeña medina de casas blancas encaramada en una colina con vistas al Mediterráneo. Casi nada. Y todo a pocos kilómetros del centro de Túnez (se puede llegar fácilmente en tren de cercanías). Aquí puedes ver algunos palacios, pasear por calles preciosas, entrar en algunas casas y disfrutar de un entorno espectacular.

Y, por fin, Cartago.- Pasear por las antiguas calles de Cartago es encontrarse con uno de los epicentros más importantes de la historia clásica del Mediterráneo. De la antigua capital púnica apenas quedan algunos restos: eso sí algunos sencillamente brutales como las huellas del antiguo puerto, porque tras la derrota de los cartagineses en la Segunda Guerra Púnica Cartago se convirtió en una de las más fastuosas ciudades romanas del Mare Nostrum. Las Termas Antoninas, el Teatro Romano de Cartago, el Teatro del Odeón, la Villa de La Voliere, el Anfiteatro, el Acueducto de Zaghouan, la Cisterna de Malga… El Museo Nacional de Cartago (Rue Mendes France) o sólo atesora una colección impresionante de objetos de la antigua ciudad; también da acceso al llamado Barrio Púnico, una zona de la vieja ciudad dónde se concentran los restos mejor conservados de la Cartago anterior a la conquista romana. Este lugar es un destino en sí mismo. Con un día te vas viendo muchas cosas, pero hacen falta al menos dos jornadas para verlo todo. Los restos están muy separados entre sí, lo que pone de manifiesto lo grande que era esta ciudad hace dos mil años.

Fotos bajo Licencia CC: Institute for the Study of the Ancient World; Andrew Moore; Larry Koester; Marcus; Sebastian Baryli; Jean-Pierre Dalbéra

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