Juan Gómez-Jurado, entusiasta con 'Reina Roja': “No es la serie que imaginaba, sino la que me han hecho imaginar. Es mejor”

Juan Gómez Jurado en el photocall de 'Reina Roja'

Laura Pérez / Lorenzo Ayuso

El jueves 29 de febrero culminó el proceso de trasladar Reina Roja del papel a la pantalla. Un proceso de cinco años, desde el inicio del desarrollo hasta el estreno en Amazon Prime Video, que ha contado en todo momento con la supervisión de Juan Gómez-Jurado. No era para menos: se trata de la adaptación de un best-seller con más de tres millones de lectores, inicio de una trilogía de igual éxito, con sus propias ideas de cómo tenían que ser sus personajes.

“Lo normal con un escritor es que te lo quites de en medio, no que lo sumes al corazón de la producción”, comenta a verTele el popular novelista y comunicador. Gómez-Jurado ha estado involucrado en todo momento gestando a este “hijo pequeño”, que ha evolucionado de una forma que no esperaba. De hecho, recuerda el impacto inicial cuando desde Amazon se le pidió “meterse” en la cabeza de Antonia Scott, un personaje a cuya mente no había viajado durante la escritura de las novelas. Eso hizo que la serie evolucionara por sí misma sin dejar de ser fiel a la esencia del libro.

Por eso, Gómez-Jurado afirma tajante que Reina Rojano es la serie que me imaginaba, sino la que me han hecho imaginar. Es mejor todavía”. Eso sí, este desarrollo siempre ha sido fiel al texto y a su idea de lo que debían ser los personajes: “No hay ni una sola coma que se haya pronunciado en la serie, que digan Victoria [Luengo] o Hovik [Keuchkerian], que no haya aprobado yo”, afirma el también presentador, que plantea la dificultad de definir a unos personajes para los que solo había unos “morfotipos” antes de la elección de los dos protagonistas, con una red de fans tan amplia: “No puedo plantear a esos tres millones de personas que la Antonia que van a ver es la suya, les puedo prometer que es la mía”.

Hablamos con Juan Gómez-Jurado de todos los desafíos que ha supuesto la serie de Reina Roja, así como de su cameo, al que se refiere con franqueza: “Lo hice como el putísimo culo”.

Vicky Luengo contó en una entrevista reciente que su madre estaba preparándose para la premiere de 'Reina Roja' como si fuera la boda de su hija. Como padre que eres de Antonia Scott y Jon Gutiérrez, ¿cómo afrontas el estreno de tus hijos?

¡Qué bonito esto! Digamos que tengo un traje nuevo. Y solo me lo he puesto una vez más, que fue para una recepción en el Palacio Real. Sí, esto es muy hermoso. El otro día estaba con mis hijos, y les dije: 'Perdonad, hoy no llegaré...', y me dijeron: 'No te preocupes, sabemos que tienes tres hijos'. Tengo dos hijos de verdad, y este [Reina Roja] es el último: tiene 5 años de parto, está a punto de nacer. Y Marco añadió: ¡Y sabemos cuál es el favorito' [risas]. En ese sentido, me he sentido muy apoyado por la familia, pero también me he sentido muy apoyado por esta otra familia. Soy el huérfano con más familia de España, fíjate.

Has comentado que todo el proceso de adaptación empezó hace varios años, antes de que entrase Prime Video. ¿Por qué se dilató tanto?

Se ha dilatado tanto porque nos lo pusieron muy difícil Adriana y María José [se refiere a Adriana Izquierdo, productora Ejecutiva en Amazon Studios; y a María José Rodríguez, directora de contenidos originales de Prime Video en España]. Yo quería contar la historia y llevarla al audiovisual. Ellas dijeron que sí, pero comenzando por hacer algo novedoso que no se hubiera visto nunca: que íbamos a comenzar por retratar muy bien la cabeza de Antonia. Yo tragué saliva, porque es exactamente lo que no se cuenta en el libro.

El libro utiliza millones de técnicas en las que no vamos a entrar, pero con todos los personajes el lead de la escena modifica al narrador omnisciente, que se acaba convirtiendo en la voz. Por eso cuando sale Jon tenemos canciones de Sabina, porque él piensa así; cuando sale Carla es otra cosa completamente distinta, porque el narrador omnisciente se modifica. Antonia Scott es la única que no tiene ese recurso, porque nadie puede entrar en su cabeza. Lo primero que me dijeron fue que tenía que hacer lo que no había sido capaz de hacer. Me volví a Amaia Muruzabal, y le dije: “¿De qué están hablando?”. Y eso es lo que hizo ella: ser capaz de llegar adonde yo no había sido capaz, a la cabeza de la persona más inteligente del mundo, que además es una mujer.

¿Esta es la serie que soñabas, o que imaginabas cuando empezaste el proceso de adaptación?

Es mejor de lo que imaginaba. Han llegado a imaginar cosas, cada una de las veces en que Antonia utiliza su pensamiento tan maravilloso, porque ella no piensa sino que es otra cosa, es diferente. Por eso contaba que esto en manos de otra plataforma y otras personas podría haber sido un thriller de stock, una IP grandísima que para hacerlo rápido aprovechas que los fans la quieren mucho. Pero ellas nos lo han puesto muy difícil, por eso precisamente. No es la serie que me imaginaba, sino la que me han hecho imaginar. Es mejor todavía. No imaginaba cómo podía ser la cabeza de Antonia, lo pensaba en abstracto. Porque, ¿cómo vas a contar eso? Cada uno de los lectores se lo imaginaba de una forma. Y ahora lo vas a ver por primera vez.

No hay ni una sola coma que digan Victoria [Luengo] o Hovik [Keuchkerian], que no haya aprobado yo

Juan Gómez-Jurado

¿Cuántas veces has visto la serie?

Pues... Muchas [risas]. Piensa que no soy solo el consultor de guion, sino uno de los tres productores ejecutivos, y me ha tocado muchas veces ver muchos montajes. Del primer episodio pude ver treinta montajes.

Y en todo este proceso, incluso ya como espectador, ¿te ha costado distanciarte en cierto modo y asumir que el literario y el audiovisual son lenguajes distintos?

Esto no ha sido una cosa en que vendes los derechos y al año y a los seis meses apareces, te dicen que han rodado eso y te lo ponen. Eso sería un tránsito. Esto no ha sido así. Cuando decimos que han sido cinco años, es que han sido cinco años de los que los últimos siete meses han sido de post-producción, los seis anteriores de rodaje, pero antes de todo eso ha sido hablar de cómo lo vamos a hacer, con qué aproximación, con cada vez más gente hablando y sumando más talento: Unax [Mendía] con la foto, Antón [Laguna] con el diseño de producción. Y todo el mundo sumando y sumando. Ha sido una aproximación muy gradual y, sobre todo, muy extraña. Lo normal con un escritor es que te lo quites de en medio, no que lo sumes al corazón de la producción. Que te digan que lo quieren hacer exactamente como estaba en tu cabeza, que te van a ayudar a ver lo que habías escrito y no te habías dado cuenta. Suena como si hubieras cogido un bebé y lo hubieran estado educando... Y se parece mucho a esto [risas].

Cuando os sentasteis a escribir el desarrollo, y ya más adelante con la supervisión de guiones, ¿hubo algo prioritario que dijeses que no podía cambiar en su salto al audiovisual?

No ha habido líneas rojas, más allá del corazón. Era una línea roja que iba con la idea de defender a las primeras reuniones, y me encontré con que era la misma que para todos los demás, la relación de Antonia y Jon: cómo hablan, cómo se mueven y se expresan, con la manera que tienen de decir las cosas... Ha habido muchas cosas que no estaban en la novela, pero no hay ni una sola coma que se haya pronunciado en la serie, que digan Victoria o Hovik, que no haya aprobado yo.

Teníamos esa especie de núcleo internísimo -es muy difícil decirlo de esa forma, porque te estoy contando una interioridad de la producción-, pero veíamos primero que Antonia y Jon eran exactamente como tenían que ser, y luego se elevaba el guion para que lo vieran los demás. Era una línea roja que era la misma que me habían puesto ellos: me dijeron que estuviera para asegurarme de que hablaran cuando tenían que hablar, porque tienen que ser ellos, les tenemos que querer. Si lo aman los espectadores, la serie será el exitazo que queremos que sea, que se enamoren de los personajes. Y me lo pusieron muy fácil, con la dificultad de lo que dije al principio. Cinematográficamente es muy jodido. A mí eso no se me ocurre.

No puedo plantear a tres millones de personas que esta Antonia es la suya, les puedo prometer que es la mía

Juan Gómez-Jurado

Has hablado varias veces de tu flechazo con Vicky, a la que veías como Antonia antes incluso de que hiciese un casting o una prueba. ¿Qué opinas de la Antonia que ha parido? ¿Qué les dirías a los lectores, que sabemos que siempre son exigentes con este tipo de adaptaciones, sobre ella?

La reacción de los lectores ha sido abrumadora. Ya lo fue en el casting, cuando hicimos el casting reveal, y desde la confianza porque solo habían visto dos morfotipos. Desde el momento en que los escuchen hablar, y vean cuál es el desarrollo de los arcos del personaje, se enamorarán perdidísimamente. En general esa percepción que tengo yo es irrelevante porque es una percepción personal de un autor que ve sus redes sociales, y que a él mismo le parece bien. Pero esto es muy interesante. La colaboración entre tú y yo, igual que en una entrevista tú preguntas y yo respondo, y lo que tú sabes me hace cambiar lo que yo digo, en un libro es lo mismo: yo propongo una cosa, pero el lector escribe el otro 50%. Tiene que imaginarse a su Antonia, a su Jon.

Hay solo en España, no hablando del resto de países, tres millones de Antonias. ¿Qué hacemos con eso? No puedo ir lector por lector, cabeza por cabeza, haciendo el casting con cada uno de ellos. No podríamos. No se podría con cien ni con diez, solo se podría con una persona, que era conmigo. No puedo plantear a esos tres millones de personas que la Antonia que van a ver es la suya, les puedo prometer que es la mía. Y eso es lo que ha hecho Victoria: hacer una Antonia perfecta.

En la serie te vemos haciendo un cameo. ¿De quién surgió la idea, de ti o de Amazon?

Esto es mi niño pequeño. Es el problema del exceso de confianza y de estar tan cerca de todo el equipo y de que todos me quieran tanto. A Koldo [Serra], el primer día que se presentó en mi casa cuando solo teníamos los guiones y nos pusimos la banda sonora de Conan, el Bárbaro, le dije: 'Tío, yo quiero decir una frase'. Me dijo que sin problema. Luego esa frase se convirtió en un papel de cuatro páginas. Lo hice como el putísimo culo, pero hay una cosa preciosa que descubrí después que se llama montaje. Cuando has hecho 17 versiones y te pueden coger una palabra de la toma uno y otra de las once, y Koldo ha hecho maravillas con eso, parece que no es apestoso, que no es horrible. Y fíjate lo que me han cuidado y me han querido: es la primera vez que se dice el nombre de Antonia Scott cronológicamente en la serie. En la cronología temporal de la serie en la primera temporada, no la de los episodios, la primera vez en el tiempo que alguien dice ese nombre soy yo. Eso es muy bonito. Lo único es que yo desmerezco al lado de mis compañeros. ¡Pero qué le vamos a hacer!

Mi mujer estaba al lado diciendo que lo estaba haciendo como el culo. Y Koldo gritando: “Apréndete el puto texto, que parece mentira que lo hayas escrito tú”. Lo pasamos muy bien ese día. Bueno, lo pasamos muy bien la primera parte del día, que es cuando yo le daba la réplica a Vicky. Cuando se giraron las cámaras y ves aparecer un mostrenco del tamaño de una Kawasaki, gigantesco, con un señor y una señora encima aproximando el foco y ajustando... Ahí me cagué. Mira que llevo televisión encima. Llevo 30 años poniéndome delante de una cámara, pero en mi vida pasé tanto miedo como eso. Y así salió. Pero Koldo cogió y pegó trozos y consiguió que no dé demasiada vergüenza ajena.

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