‘Tyrant’ 3x08-09 Review: una víbora en palacio
PorBetty M. MartínezBetty M. Martínez
La semana pasada falté a mi cita periódica con ‘Tyrant’ y ya he aprendido que es un error que debo intentar evitar en el futuro. Me pierdo un capítulo y los acontecimientos se precipitan a una velocidad tan vertiginosa que no sé si seré capaz de sintetizarlos todos en su justa medida. Vamos a ver si lo consigo.
¡¡CUIDADO SPOILERS!!
Una nueva Molly
Como espectadora tenía muchas ganas de que regresara Molly y por varias razones. La primera, porque Jennifer Finnigan está brillando como nunca en esta tercera temporada y es un placer verla actuar. La segunda, y confieso, la más interesante, quería comprobar qué pasaba con el romance entre Bassam y Daliyah con el regreso de la Primera Dama.
Pues bien. Molly ha regresado y después de dos capítulos tengo ya muy claro que pudo haberse quedado donde estaba porque esta mujer que ha llegado a Abuddin no se parece en nada a la Primera Dama que se fue. Molly, ¿qué te ha pasado? ¿Qué te han hecho? ¿No se suponía que te ibas para recuperar tu estabilidad emocional? ¿No habías asumido que tenías que superar la muerte de Emma?
No sé en qué centro te internaste, pero deberías pedir que te reembolsaran el dinero porque te han devuelto peor de lo que te fuiste. Se fue una madre devastada por la muerte de su hija, cargada de culpa por haber provocado la matanza de los niños con su ansia de venganza de Ihab. Empatizábamos contigo. Te entendíamos. Lloramos junto a ti.
Pero ahora… Ahora Molly es una mujer fría, gélida, imperturbable, cargada de amargura, de rencor, de odio. Molly es ahora como una víbora. Serpentea expectante buscando a su víctima y, cuando la encuentra, no titubea. La muerde y le inocula todo su veneno. La víctima, en este caso, es Bassam y el veneno es esa ansia enfermiza de venganza. Como bien dice Sammy, sus padres están enfermos de dolor.
La peor influencia posible
Bueno, seamos justos. El señor presidente tampoco es que estuviera muy equilibrado emocionalmente en los últimos tiempos, pero ahora ha entrado en un bucle de decisiones malas, desastrosas y peores.
Que Bassam estaba rozando el precipicio de la tiranía lo vemos desde hace algunos capítulos, pero el regreso de esta nueva Molly ha hecho que se arrojara sin paracaídas. Ya está. Ya ha pasado. Bassam es ya un dictador al estilo de todos los Al Fayeed que lo precedieron como presidentes de Abuddin.
Por un momento pensé que se iba a resistir a la persuasiva Molly. Por un momento creí que la mejor versión de Bassam iba a vencer avanzando por el camino que se había marcado. Por un momento confié en que el Bassam que nos convenció de que era posible un Abuddin distinto sabría defender sus convicciones ante todo y ante todos. Por un momento esperé que Bassam tuviera el suficiente valor como para defender a la mujer que, según dice, ama.
Pero me equivoqué. Es cierto que Bassam dudó. Sigue creyendo que la democracia es la mejor opción para su país. Pero Molly lo conoce perfectamente. Han estado juntos veinte años y sabe qué teclas tocar. La verdad es que en este momento todos sabemos qué botón pulsar para que Bassam muestre su peor cara. La muerte de Emma ha sido el punto de inflexión definitivo y Molly maneja ese tema mejor que nadie. Tienes que hacer tu trabajo como padre, le viene a decir.
Y el trabajo de papá es matar al hombre que mató a Emma aunque eso suponga declararle la guerra al Califato, provocar la muerte de sus soldados, faltar a su palabra de dejar la Presidencia tras unas elecciones libres, traicionar la confianza de su mejor amigo, negarse a recibir a su gran aliado en la revolución, defraudar a los que lo encumbraron como héroe del pueblo o arrestar a la mujer que ama.
¿Hay esperanza? Insisto. Quiero pensar que aún queda algo bueno en Bassam. Confiaba en que su amor por Daliyah le hiciese replantearse la situación o, al menos, hacer una reflexión profunda sobre lo que estaba haciendo. Pero ya no sé qué pensar. Yo también creía que nunca le haría daño a Daliyah y ahora ella está encerrada en una cárcel.
Bassam, ¿dónde quedó aquel hombre que luchó junto a su pueblo? ¿Dónde quedó aquel demócrata que defendía la libertad? ¿De verdad ha desaparecido o simplemente está escondido tras las faldas de Molly porque no sabe cómo enfrentar su propio dolor? Te oigo hablar, pero escucho a Molly. El chantaje emocional al que te somete es imparable. Tienes que vengar a tu hija. Todo lo demás estorba, sobra, no importa. Son efectos colaterales.
Aspiraciones frustradas
Las decisiones de Molly han provocado una tormenta política en Abuddin como casi ni recordábamos. No, no me he equivocado. Tal vez Bassam firme los decretos y dé la cara, pero quien da las órdenes es la Primera Dama. ¡Quién nos iba a decir que Molly iba a hacer buena a Leila! Si ya lo dice el dicho, otro vendrá que bueno te hará. Leila como Primera Dama tenía todos los defectos del mundo, pero no destilaba ni la mitad del veneno que ha expulsado su cuñada en los dos últimos capítulos.
Leila. Pobre Leila. La mujer se veía ya como presidenta de Abuddin y en dos semanas ha salvado la vida de milagro en un atentado suicida y ha sido salvada in extremis de la cárcel por su amor norteamericano. No tengo claro si la postura antibelicista de Leila es una pose electoral o verdaderamente cree que una guerra es el peor de los escenarios posibles para Abuddin. Sea como fuere, se está ganando a pulso la Presidencia si algún día llega a haber elecciones en Abuddin. A pesar del miedo, no se ha quedado quieta y ha hecho todos los movimientos posibles para conseguir que haya elecciones. Si lo hace por interés personal o colectivo es otro debate, pero lo cierto es que lo ha hecho. Por ahora, se ha salvado. Ya veremos si la suerte sigue acompañándola.
Otro que también ha sufrido las consecuencias del nuevo escenario político ha sido Fauzi, quien, una vez más, ha salido huyendo. Sí, ya sé que probablemente sea la solución más racional, pero ya es la segunda ocasión en que abandona el país cuando las cosas van mal. Está bien eso de hacer presión desde el exterior, pero no queda muy claro si es capaz o no de enfrentarse a los problemas.
Y, por si el caos político no fuera suficiente, en el ejército tampoco hay una balsa de aceite. Que Cogswell y Maloof no se soportan ya lo sabíamos, pero ahora sus diferencias se han intensificado. Maloof aspira a algo en Abuddin y cuando digo “algo” me refiero a “algo” más que a su cargo de general. ¿La silla presidencial tal vez? Se ha convertido en el mejor aliado de Molly a la hora de mecer la cuna de la guerra y esa alianza puede ser muy peligrosa para Bassam y, sobre todo, para Abuddin. ¡Qué falta hacía ahora Rami como líder del ejército! ¿Soy la única que extraña al personaje de Keon Alexander?
¿Y Cogswell? Está justo en medio del fuego cruzado. Estados Unidos decide apoyar a Bassam en su afán belicista, lo que acaba con las esperanzas de Leila de ser presidenta. No sé si Cogswell aspira a ser ¿primer caballero? de una Leila presidencial, pero sí sé que como militar sabe que la guerra es un error monumental. Por ahora, ya ha movido ficha. Ha protegido a Leila y al jeque de Maloof y Ahmed. Ya veremos qué consecuencias tienen sus actos para él y para Leila.
Verdades que salen a la luz
Y claro. Han pasado tantas cosas a nivel político – militar que las cuestiones personales han pasado casi de puntillas aunque fueran fundamentales.
Primero. La ruptura total y definitiva del matrimonio de Bassam y Molly. Era evidente que hacía tiempo que no funcionaba, pero la frialdad de Molly al definir su relación como “compañeros” me dejó helada. Esa fue la primera señal de que algo había cambiado en ella. Quién te ha visto y quién te ve. Eso sí, para no sentir nada por Bassam no se calló ni un solo reproche a Daliyah. No hubo gritos ni insultos pero había una gran cantidad de ira y rabia en cada una de las palabras que le dirigió. ¿Qué es lo que de verdad molesta a Molly? ¿Que Daliyah se haya acostado con su marido o su capacidad de influencia sobre Bassam?
Segundo. Sammy y Ahmed. Señores guionistas, puedo llegar a perdonar la transformación de Molly porque entiendo que como personaje es mucho más interesante. Eso lo entiendo. Pero nunca perdonaré el que nos hayan privado de una de las escenas más esperadas. No sé si yo me despisté, pero juraría que me perdí el momento en el que Sammy descubre que ya no es hijo único. ¿Tanto les costaba ponernos ese instante?
En fin, que estas dos semanas han sido una fuente inagotable de acontecimientos. Si lo resumimos, tenemos a Molly y Bassam como socios de la empresa “Vamos a matar al hombre que mató a nuestra hija”. Las elecciones y Abuddin son incompatibles porque Bassam Al Fayeed las ha pospuesto (que no cancelado). Fauzi ha huido después de que su mejor amigo ordenara arrestarlo. Leila vive en un sinvivir esperando a ver en qué momento vienen a detenerla. Daliyah está ya en la cárcel porque el hombre “que nunca le haría daño” no ha sido capaz de llevarle la contraria a su mujer.
En resumen, Abuddin vuelve a estar en guerra y vuelve a ser una dictadura bajo el control de los Al Fayeed. Definitivamente hay cosas que no cambian.
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