Una de cal y otra de arena para Buenafuente
Vertele recoge hoy las opiniones contrarias que tienen dos de sus colaboradores (Clarín y Moriarty) sobre la reacción que ha tenido el presentador Andreu Buenafuente a la publicación de unas fotografías en una revista del corazón en las que se le ve bañándose desnudo en una cala de Ibiza. ANDREU, TIENES TODA LA RAZÓN
Han pillado al Andreu. El presentador de Antena 3 estaba tomando el sol en bolas en una cala de Ibiza y un “paparazzi” le “robó” bonitos planos de su culo y de sus argumentos viriles. Y ha estallado de nuevo la polémica: Que si estaba en un sitio público, que si como personaje público tiene que aguantarse y tragar, que si tal que si cual… El caso es que llueve sobre mojado. La ley actual, en nombre de la sacrosanta libertad de expresión, lo permite. Entonces, ¿cuándo vamos a cambiar la ley? Buenafuente, como tantos otros famosos, no tiene por qué aguantar el acoso de los “paparazzi”. Salir en la tele, ser famoso, ser popular y ganar mucha pasta no tiene que dar derecho de pernada a las revistas y programas de corazón para convertir a Andreu, o a cualquier otro, en motivo de persecución, escarnio o vilipendio. Mientras tanto, abramos la veda para todos: sugiero que los programas “serios” empiecen la caza de tertulianos de corazón en sus cuarteles de verano. Salen en la tele, ergo son famosos. Que nos cuenten con quién se acuestan, que roben fotos de sus baños íntimos en pelota picada, que también lo hacen, y que nos demuestren que ellos la tienen pequeña y que ellas, a pesar de corporación demoestética, tienen las carnes fláccidas y ya no son apetecibles. Más en serio: Andreu es popular porque tiene talento. Gana mucha pasta haciendo lo que hace porque tiene talento. Además, gana más pasta que otros porque es empresario. Porque ha decidido gestionar su propia creatividad y explotar la de los demás, en el buen sentido de la palabra. Que yo sepa, ni ha vendido su cuerpo, ni se ha presentado a concursos de belleza, ni es el hombre más deseado –sexualmente hablando- de este país. Su pene no tiene porque ser público, ni tampoco hace falta que el BOE publique con quien se acuesta o se deja de acostar. Y tiene todo el derecho de bañarse en pelotas en una playa de Ibiza sin salir en la portada de un revistón, aunque haya cometido el gran pecado de la ingenuidad acudiendo en pleno mes de julio a una cala ibicenca. O sea, Andreu, que dáles caña!! Dásela en nombre de todos los que odiamos esta situación, esta costumbre y la arbitrariedad con que este país, en nombre de una mal entendida “libertad de expresión”, permite que la prensa rosa y determinados programas de televisión vivan de este “cuento”. Andreu, además, no tiene porque tomarse esta situación “con humor”. El humor bien entendido empieza por uno mismo, es cierto, pero no es posible reírse de algo que debe ser condenado desde el momento en que pasa. Igual que no es sano reírse de la guerra de Irak, de la pena de muerte, de los campos de concentración nazis o del abuso sexual a menores. Si además, algún cachondo empieza con la sarta de tonterías que he leído estos días, menos motivos para reír. Algún cabrón cruel sugiere que Andreu tiene las carnes caídas, que la tiene pequeña o que la edad no perdona. ¡Y se queda tan ancho! Lo único que me preocuparía de Andreu es un deterioro neuronal que afecte a su genialidad y a su delicioso sentido del humor.
Clarín EL NEN SE ENFADA
Siempre he pensado que Buenafuente no es un tipo gracioso. Ahora que nos ha demostrado que es incapaz de reírse de sí mismo lo corroboro. Buenafuente es un humorista de diseño que ha conseguido pasar por gracioso con la ayuda de un excelente equipo de guionistas, mucha perseverancia (¿cuántos años lleva haciendo el mismo programa?) y el aliento de un público catalán que le apoya incondicionalmente. Los espectadores de su plató le aplauden y le jalean hasta cuando se recrea en su manido recurso de imitar a Chiquito de la Calzada. Así se las ponían a Fernando VII, Andreu. Cuando se enfrenta a un público no amaestrado la suele cagar, como pudieron comprobar los que asistieron a la dantesca gala de los Premios de la Música. Si Buenafuente supiera realmente lo que es el humor, habría prohibido, como Presidente del Terrat que es, que llegaran a ver la luz engendros televisivos de la talla de Plan C (¿una represalia contra su ex-novia, Carolina Ferre, por haberle abandonado?), Rompecorazones (una buena idea ejecutada con los pies) o la serie Divinos, (en Telecinco no hubiera pasado de la primera emisión), que Antena 3 decidió lanzar en verano para que el cataclismo no tuviera consecuencias letales para la cadena. Si Buenafuente apreciara la risa en lo que vale hace tiempo que habría estrangulado con sus propias manos al inefable Palomino. Lo que sí está claro, después de ver sus carnes fláccidas y blanquecinas tostándose al sol de Ibiza, es por qué los directivos de Schweppes decidieron confiarle el spot Sensaciones a Eduardo Noriega y no al Nen de Reus. Ni a Ana Rosa Quintana, después de haber alumbrado a sus gemelos, le colgaban tanto las lorzas como le cuelgan a este tío. Andreu, nen, ¡que te debes a tu imagen! Que unas pesas valen 30 euros y correr 30 minutos al día es gratis total. ¿Derecho a la intimidad? Cómprate una cala privada, que tienes pasta para eso y mucho más. Al final voy a pensar que sí querías salir en cueros, pero (pronunciar con la voz de José Sazatornil, “Saza”): ¡Cobrando ¿eh? ¡Co-bran-dooooo!
Moriarty