Presión gubernamental sobre los meteorólogos británicos
Por su interés reproducimos el siguiente artículo que publica hoy La Vanguardia: Temporal en Escocia, posible desbordamiento del río Támesis a su paso por Londres, inundaciones en Gales, un tifón en Norfolk, un huracán de fuerza cinco en el oeste del país, tornados en las Midlands, fuertes tormentas en Yorkshire... Por lo demás, buen tiempo en el resto del país, aunque un poco pasado por agua, y pronóstico soleado en algunas regiones para el jueves de dentro de tres semanas.
El Reino Unido se prepara para el invierno más duro en cuarenta años, con largos periodos de temperaturas bajo cero, nevadas, ríos helados e incluso una epidemia de gripe, pero el Servicio Meteorológico - y el Gobierno Blair- no quieren que ello provoque el desánimo en la población. Al mal tiempo, buena cara es la consigna oficial.
Los meteorólogos británicos han recibido instrucciones precisas de adornar el mal tiempo tradicional de estas islas y poner así su granito de arena para combatir el pesimismo y las bajas laborales por depresión. Lo que hasta ahora se llamaban “aguaceros aislados” se han convertido en “tiempo predominantemente seco”; el frío en las zonas montañosas es, de acuerdo con el nuevo lenguaje, “temperaturas agradables en la mayor parte del país”; las “tormentas ocasionales” son “cielos generalmente claros”; la lluvia nunca irá acompañada de adjetivos como “intensa” o “persistente”; las nubes, en contra de toda evidencia científica, han dejado de existir en el Reino Unido.
La manipulación semántica de la realidad nació en la política, pero ha llegado ya a la meteorología. El mal tiempo deprime, cuesta votos al Gobierno y productividad a los empresarios, y no hay ninguna necesidad de ello cuando se puede llamar a las cosas por nombres distintos y poner el énfasis en los aspectos positivos. ¿Por qué recalcar las lluvias en Lancashire si se puede hablar del sol en Kent?
El memorando del Servicio Meteorológico con las nuevas instrucciones para los hombres del tiempo de la BBC, los periódicos e internet ha originado una enorme polémica en un país conservador donde este tipo de modernidades no gustan a todo el mundo. Los habitantes de las islas Hébridas, por ejemplo, saben que su invierno es una pesadilla, con lluvias racheadas y vientos fríos y huracanados a los que prefieren llamar por su nombre, en vez de oír que en Sussex hay “nubes ocasionales y temperaturas por encima de la media”. ¿A quién le importa?
La teoría oficial es que se trata de simplificar la información meteorológica y quitarle dramatismo, porque hasta ahora se ha hecho demasiado hincapié en los aspectos negativos, con una cierta dosis de masoquismo. Los hombres del tiempo, según el memorando, no tienen por qué comentar la realidad y calificar los veinte grados bajo cero como “temperaturas gélidas”. Basta con decir la cifra y que cada uno llegue a sus propias conclusiones. Nadie quiere ser el portador de las malas noticias.
“El tiempo es muy subjetivo - dice el Servicio Meteorológico para justificar su nueva política-. A unos les gusta la lluvia y a otros el sol, lo que es buen tiempo para los turistas que van a la playa es malo para los granjeros que necesitan agua”. Los autores del informe podrían añadir que incluso los terremotos y los huracanes son generalmente malos para quienes los padecen, pero siempre hay quienes hacen dinero con las desgracias ajenas. Todo es según el color del cristal con que se mira.