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Derecha ventrílocua

Enrique Bethencourt / Enrique Bethencourt

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Claro que luego en las nacionalidades, históricas o no, hay formaciones políticas del más variado signo: PNV, BNG, EA, ERC, CiU, la hoy fraccionada Coalición Canaria, los andalucistas o la Chunta Aragonesista del cantautor Labordeta, por citar a las más importantes, a las que cuentan con mayor peso electoral en sus respectivas comunidades; con opciones de centro, derecha e izquierda, moderadamente monárquicas o claramente republicanas, radicalmente autonomistas o drásticamente soberanistas. Lo que dibuja, al final, un Estado español bastante plural y en donde los ciudadanos y las ciudadanas pueden optar por un amplio abanico político e ideológico, por muy en crisis, ya lo sé, que estén las ideologías en estos comienzos de siglo y milenio.Hay casos en los que coinciden en una misma organización gentes de diversos puntos del espectro ideológico, como ocurre en Nafarroa Bai, una pequeña coalición con presencia en el Congreso de los Diputados, desde las elecciones generales de marzo de 2004, a través de Uxue Barcos, donde confluyen nacionalistas del más diverso color, procedentes de Aralar, Eusko Alkartasuna, PNV y Batzarre, es decir, nacionalistas de izquierda y derecha; y, en menor medida, el Bloque Nacionalista Galego que, sobre todo en sus orígenes, recogió desde gente que venía de la UCD hasta comunistas y galleguistas.Y no digamos nada en Canarias, donde CC incluía hasta hace muy poco en sus filas a personas y organizaciones de derecha e izquierda, con diferencias notables según los territorios: más progresistas los de las islas orientales, más conservadores los de las occidentales. Y que aún así han sido capaces de convivir, con mayores o menores convulsiones, más de una década, hasta los desgajes sufridos en Gran Canaria y Lanzarote, y la constitución de Nueva Canarias; ¿Asamblea Majorera? En Belén, con los poderes.Pero al margen de esa curiosidad sociopolítica, hay otra que llama la atención en esta legislatura autonómica y es el carácter ventrílocuo (del latín ventrilocuus, “el que habla con el vientre”) de la derecha canaria. Como si de los muñecos de Mari Carmen o del mejor Javier Sardá/Casamayor se tratara, hablan con aparentes distintas voces, muy logradas por momentos, pero el origen ideológico político de sus palabras es el mismo. Y su procedencia no es precisamente de la barriga.Unas veces lo hace en la boca de José Manuel Soria, el de la derecha de siempre, en los últimos tiempos muy verbalmente desmadrado; otras, en labios de José Carlos Mauricio, el de la nueva derecha canaria con orígenes, curiosamente, en el comunismo; otras, en fin, bajo la inquietante capacidad oratorio-discursiva de Adán Martín. En ocasiones es Mercedes Roldós, socialista en su primera etapa, pecadillos veniales de segunda juventud, la que ocupa el estrado, y en otras es Marimar Julios, otrora izquierdista. Pero el fondo es siempre el mismo: el mensaje, los planteamientos políticos y las estrategias de la derecha, eso sí, más españolista una, con edulcorados tintes canaristas otra.Hay que reconocer la enorme virtud del singular ventrilocuismo de nuestra derecha. Les permite una plasticidad tremenda, y abarcar un espacio que va del nacionalismo canario, todo lo light que ustedes quieran, al nacionalismo españolista. Les posibilita, además, repartirse los papeles en sus intervenciones, con pequeños matices diferenciadores y apuntando en el mismo discurso común, porque es mucho más lo que les une que lo que les distingue o separa. El problema estriba, como le ocurre a la buena de Mari Carmen, en que si la cámara abre un poco el plano descubre claramente cómo mueve descaradamente los labios. Algo similar a lo que le ha sucedido en esta poca espectacular legislatura -con el istmo de Las Palmas de Gran Canaria, la privatización de Gascan, los casinos, el concurso eólico, los macroproyectos de infraestructuras en Tenerife, las congeladas directrices de ordenación o el nada sutil apoyo a manifestaciones xenófobas y racistas- a nuestra(s) derecha(s) canaria(s). Los últimos episodios, las investigaciones judiciales por corrupción en el Ayuntamiento de Telde o la querella por la urbanización/pelotazo de Las Teresitas, han vuelto a demostrar fehacientemente que unos y otros, la derecha agrupada en el PP y la derecha integrada en CC, forman un único y bien afinado coro. Una única voz, en estos casos, defendiendo en fraternal comparsa la impunidad para los suyos; y aullando antidemocráticamente contra la Justicia y el Estado de Derecho. Enrique Bethencourt

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