Soria pierde dinero

Soria volvió a asegurar que pierde dinero con la política en relación a lo que ganaría de ejercer su profesión; pero en lugar de agradecer los esfuerzos de Carlos para inducirlo a que vuelva a la actividad privada y pueda rehacer su maltrecho patrimonio, lo sienta en el banquillo. Desagradecido.

Proclamó Soria entre sus principales empeños aumentar la capacidad de desalación de la ciudad. Sin embargo, aseguró no tener ni idea del concurso origen del conflicto afirmando que no le hizo el menor seguimiento, que no preguntó en ningún momento cómo iba la cosa ni nadie fue a su despacho a informarle. No coneja la preocupación proclamada con semejante despego, cuasi desinterés, pero él es como es.

Varios extremos de su declaración merecen comentario. Pero los dejaré para otra ocasión y me ocuparé sólo de lo que interesa a la ciudad y al ciudadanaje en cuyo nombre se hacen estas cosas.

El problema, como saben, arranca de que Isolux fue la penúltima clasificada en el informe realizado por tres técnicos que tardaron meses en estudiar las ofertas del concurso. Visto el resultado, la alcaldesa Luzardo que acababa de sustituir a Soria, encargó un segundo informe a un funcionario no especializado que lo evacuó en una semana adjudicando la obra a Isolux. Informe que, confesó la propia Luzardo, ni se leyó. Para qué.

El concurso era para la construcción de dos módulos de desalación y costó Dios y ayuda, además de buena pasta y la ansiosa búsqueda luzardina de un interruptor por las ferreterías, ponerlos a funcionar. Mal funcionamiento, claro. Me dicen que uno de ellos está ahora mismo fuera de servicio.

Hubo mala gestión y suficientes indicios y certezas de que no se hicieron bien las cosas. Pero, ya ven, no era esto lo que se enjuició el miércoles sino la osadía del periodista que no respetó el derecho a la impunidad política. Sólo faltaba que encima de que pierden dinero se les pidan cuentas del favor que nos hacen. Hasta ahí podíamos llegar.