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''Si Merkel tuviera a Canarias y Baleares, no habría prospecciones“

El naturalista Luis Miguel Domínguez

Efe

Santa Cruz de Tenerife —

El naturalista Luis Miguel Domínguez cree que “más que nunca” es cuestión de Estado la conservación del lobo ibérico y la costa y afirma que “si Merkel tuviera a Canarias y Baleares”, no habría unas prospecciones petrolíferas “que ponen en peligro y ridiculizan” la naturaleza.

Luis Miguel Domínguez, que preside el colectivo Lobo Marley, señala en una entrevista a Efe que en el caso de Canarias, el proyecto de realizar sondeos petrolíferos “no solamente demuestra una visión muy corta, sino una falta de respeto al hecho diferencial canario, que es la belleza de su paisaje”.

“¿A quién se le puede ocurrir poner en peligro la biodiversidad no por una cuestión de Estado, sino porque hay cuatro seres humanos que a costa del patrimonio natural de todos hacen su pingüe negocio?”, se pregunta Domínguez, quien aconseja al ministro de Industria, José Manuel Soria, que haga “experimentos con gaseosa”.

La cuestión ecológica es un asunto de Estado, reitera Domínguez, quien señala que solo se puede salir de la crisis con la defensa de la naturaleza y en el caso de Canarias, valorando el ecoturismo “con seriedad y profundidad, mezclando conservación y gozo de la naturaleza”.

El naturalista, que ha asistido en Tenerife a las Jornadas Medioambientales de la Isla Baja que dirige el ornitólogo Juan José Ramos, sostiene que lo peor “es que los grandes zarpazos a la naturaleza vienen hoy de las instituciones, no de los furtivos”.

Es el caso del lobo, que está amenazado por los gobiernos “que con mi pasta los matan”, apostilla el director de documentales, quien abordó este asunto en Los Silos con una conferencia sobre el Conflicto entre lobo ibérico y ganado en el mundo rural actual.

El lobo no es ni más ni menos importante que otras especies pero a juicio de Domínguez, es el animal “que va a permitir el gran cambio que vincule a España de una vez por todas con su biodiversidad”.

Si se gana la batalla del lobo, que es la más compleja por su mala fama y estigmatización, “vamos a ganar la guerra, y si la perdemos, vamos a dar muchos pasos hacia atrás en la defensa de nuestras especies silvestres”.

El documentalista reconoce que la batalla la debe dar una sociedad “inmovilizada” a la que cuesta mucho dar pasos “para cerrar de una vez por todas el cuento de Caperucita Roja”.

Es un momento histórico porque los naturalistas piden algo inusual: la protección total de una especie que ha quedado “en el cajón oscuro de los animales parias, en el racismo zoológico”.

No es un pelea entre rurales y urbanitas puesto que la defensa del lobo ibérico “es en estos momentos entre buenas y malas personas. Se trata de generosidad, de que aún siendo ganadero hay que asumir que el territorio tiene todas las piezas y el lobo es una de ellas”.

En su opinión, el problema es que hay una casta no solo política sino económica en el campo y genera hacia el lobo “una inquina” que no había antiguamente, cuando en España este animal “era un adversario, no un enemigo”.

La alternativa es activar a la sociedad civil, que debe tomar las riendas “de una sociedad huérfana y desorientada” y que debe “comunicarse, coordinarse y ponerse en movimiento” pues “si se trata de contrarrestar a los lobbies, generemos un lobby social, por ejemplo, frente al del petróleo”.

Domínguez, que ha dirigido varias series de televisión sobre la naturaleza, cree también que “el eslabón perdido no está en Atapuerca, sino en las facultades de Periodismo de este país”, y llama a la “autocrítica” para realizar un periodismo “que entienda lo ambiental y lo cuente adecuadamente”.

“Se está haciendo un flaco favor a la defensa de la naturaleza por parte, sobre todo, de una prensa local que en el caso del lobo es terrible, demoledora, y encima gente de 20 o 30 años firma artículos del tipo El cánido babeante atacó a las ovejas...”, lamenta.

Añade que las cadenas de televisión, especialmente las públicas, deberían ser productoras y no solo emisoras de estos contenidos y no limitarse “a comprar documentales al peso y emitirlos al peso”.

Opina que la televisión “como la conocíamos ha muerto, la han convertido en un electrodoméstico” y para los productores de documentales “la vida está en internet”, aunque el reto es poder vivir de ello.

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