Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Seguridad y paranoia

El mundo vive acongojado desde hace casi un año por lo que todos ustedes saben y los demás se imaginan. Unos sucesos, los del 11-S, que han permitido a paranoicos como George Bush montarse en la burra de la seguridad y volverse loco soltando petardazos a diestro y siniestro, con el resultado principal de que Bin Laden sigue vivito y haciéndole pedorretas (sonido que se hace con la boca, mediante determinada posición de los labios y la lengua, imitando a una ventosidad que se expele por otro orificio del cuerpo humano) al presidente norteamericano y a algunos de sus más conspicuos mariachis, tipo Aznar. Pero no sólo Bush se ha puesto paranoico; en otros países, como España, sin ir más lejos, nos hemos subido a la misma ola y hemos incrementado las medidas de seguridad en un montón de instalaciones públicas, como los aeropuertos. Situémonos pues en Gando. Cuatro y pico de la mañana de este jueves; una pareja con dos niños de corta edad se dirige hacia la zona de embarque. Él no iba a volar, pero ayudaba a la doña a cargar con los chiquillos y el equipaje de mano. Llegan al control de seguridad donde una atenta pero ineficiente guardia de seguridad impide al acompañante entrar a ayudar a su señora. Los motivos, la seguridad. Puede que las normas sean así, pero la misma e ineficiente guardia de seguridad y sus profesionales compañeros, dejaron pasar casi en el mismo momento a otra señora por el arco de seguridad con un carrito, que pitó como es menester y al que sólo dedicaron una mirada comprobatoria. Como también dejaron pasar a otra dama que, al recibir tamaña pitada, dijo que se debía al pulserón que portaba. “Ah, claro”, dijeron solícitos los guardas, y ni la cachearon. Seguridad de chichinabo, pero seguridad que es lo que se lleva.

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