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Más presión

José Miguel González Hernández

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Parece ser que todo está preparado para incrementar determinados impuestos. A partir de aquí, el objetivo principal de un sistema fiscal es la obtención de unas mayores competencias con el objeto de cumplir con sus responsabilidades y derechos. En este sentido, aplicar un modelo de federalismo fiscal a nuestro sistema tributario sin tener en cuenta la disposición sociopolítica-económica dada significaría la obtención de un sistema teórico incompleto e inaplicable.

Debemos tener en cuenta que existen facultades legislativas y administrativas que están reservadas a determinados niveles de gobierno, aunque puedan ser delegadas. Dichas facultades tienen un componente económico, y se debe analizar no solo el gasto que se pretende ejecutar, sino la fuente de financiación a utilizar.

La fórmula magistral es conseguir que se incrementen los recursos de los diferentes niveles de la Administración pública sin coste adicional sobre la ciudadanía, para poder así atender el incremento de la demanda de bienes y servicios públicos ofrecidos a través de la corresponsabilidad fiscal.

De esta forma, se pretende que quienes adoptan las decisiones aparejan la necesidad de obtener un volumen equivalente de ingresos. Eso sí, cualquier medida tributaria debe alimentarse de fines redistributivos originando la exigencia de un mismo sacrificio en todos los niveles de gobierno y dando equidad vertical. También se establece el mismo trato a individuos con misma renta originando la equidad horizontal.

Para que los procesos sean eficientes, a la vez que neutrales, cada figura tributaria debe recaer sobre el que se beneficia del servicio. Así y todo, el sistema tributario debe tener una rápida adaptación a las diferentes condiciones del mercado, mostrando una alta elasticidad por ello.

De todas formas, es claro que cualquier proceso fiscal debe dirigirse hacia la autonomía financiera. Ésta se establece sobre la base de la libertad de decisión para un gobierno local en el destino de sus recursos o en la estructuración de sus gastos y la existencia de cierto poder de decisión sobre el volumen total de ingresos disponibles. También es necesario saber cómo se distribuye entre los contribuyentes la carga tributaria que estos ingresos comportan.

No obstante, al fin y a la postre, el objetivo principal de un sistema fiscal basado en su descentralización de nivel es la obtención de unas mayores competencias con el objeto de cumplir con sus responsabilidades y derechos, pero no es menos cierto que existe una continuada confusión entre la dimensión financiera como capacidad de obtención de ingresos y la solidaria, a través de la intensidad de la política de redistribución territorial en las transferencias de nivelación para ofrecer unos servicios mínimos.

José Miguel González Hernández

Economista

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