Caza de brujas

Las muchachas fueron llevadas ante los jueces que quisieron salvarlas porque eran familias de un sacerdote. Los magistrados las persuadieron para que nombrasen a las personas que les provocaron esas posesiones diabólicas. Las chiquillas señalaron con el dedo acusador a una vagabunda que vivía en la calle, a una anciana indigente y a la esclava caribeña del reverendo Parris. Así comenzó la caza de las brujas en el estado de Massachusetts. Se vivieron algunos años de histeria colectiva. Se llegaron a detener a más de 200 personas y 20 murieron en la horca.

Doscientos cincuenta años después Arthur Miller escribió una obra de teatro titulada: “Las brujas de Salem” donde intentaba plasmar aquel momento histórico de Estados Unidos. El escritor norteamericano utilizó ese episodio de Massachussets para contar lo que él vivía en sangre propia, la persecución por parte del gobierno norteamericano, Miller fue acusado de “comunista”, que en una sociedad puritana como la de Estados Unidos, era y es lo mismo que decir que estás poseído por el diablo. Miller tuvo que declarar ante el Comité de Actividades Norteamericanas. El escritor se negó a dar nombres de personas de izquierda que estaban vinculadas al mundo cultural. Reconoció que había firmado algunos manifiestos contra el gobierno, pero negó ser comunista. En Salem 19 nueve personas fueron ahorcadas por su vinculación al demonio. Miller recurrió ante los tribunales y salió absuelto. El senador Marc Carthy fue el principal instigador de esa caza de brujas contra artistas comunistas, por eso a ese ambiente dictatorial en Estados Unidos se le llamó el marcarthysmo.

Ayer, en el Parlamento de Canarias, el presidente de nuestra gente habló de su honor, del honor de su gobierno. “En defensa del honor de quienes trabajan en la administración, políticos y funcionarios (el burro delante) le anuncio que el gobierno emprenderá con carácter inmediato acciones legales, civiles y penales contra todos aquellos que han imputado delitos al gobierno”. Unos días después de conocerse una sentencia del TSJC que anula la adjudicación de licencias de TDT en Tenerife, Paulino Rivero reacciona como la niña Abigail ante su tío el reverendo Parris. Y para defender su honor anuncia una caza de brujas, llevará ante los tribunales a los que considera que han estado bailando con el diablo. Está claro que Paulino Rivero desconoce cómo acabó el senador Mc Carthy su cacería de brujas.

Resulta que ha sido el fiscal Anticorrupción, Luis Del Río, y la magistrada Margarita Varona, quiénes han imputado varios delitos al vicepresidente del gobierno José Manuel Soria. Ha sido el Tribunal Superior de Justicia de Canarias quien ha emitido una sentencia donde anula la concesión de licencias de TDT en Tenerife realizada por el ejecutivo de Rivero porque el procedimiento no se ha ajustado a la ley. ¿Piensa Paulino Rivero denunciar al fiscal Anticorrupción, a la magistrada Margarita Varona o a los miembros del TSJC que anularon las TDT, porque ellos han dicho en un acta judicial y en una sentencia que miembros de este gobierno ha cometido ilegalidades? ¿O piensa a denunciar a los diputados de la oposición por ejercer la crítica al ejecutivo? ¿Los diputados sólo son inviolables cuando aprueban camas turísticas por la puerta de atrás o conclusiones de una comisión de investigación basadas en falsedades? ¿O el recado va contra los medios de comunicación y los periodistas que estamos diciendo que nos huelen mal algunas cosas que hace el gobierno de Paulino Rivero?

Se atribuye al periodista argentino Horacio Verbitsky la frase “periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, lo demás es propaganda”. El problema de los honorables Paulino I y PP Manolo el Humilde es que creían que a base de invertir muchos millones de euros en alimentar a sus propagandistas el resto se iba a morir de hambre. Pero quedan medios que no viven de los concursos públicos, que sobreviven a los repartos de licencias y, lo más importante, quedan cosas por contar, queda periodismo.

Juan García Luján