Metas y caminos

Bueno: insistamos en la bondad y necesidad de los objetivos que se fija doña Elena. Impedir que los menores accedan al consumo de alcohol no sólo es razonable: se trata casi de una obligación por parte de los poderes públicos. Otra cosa es mezclar churras con merinas y tender al autoritarismo intervencionista para lograrlo. Luchar contra la plaga de la cocainomanía en el país (vistas, además, las últimas escalofriantes estadísticas) es urgente y benéfica tarea. Urgente. Pero, otra vez se escogen retorcidos e insólitos caminos para llegar a esas metas. Inútiles, además y probablemente, que, que es lo peor; la ministra trata de involucrar a los camareros de los locales de ocio nocturno en esa batalla, lo cual, amén de constituir una idea realmente peregrina, demuestra que la dama es una ingenua. ¿Qué van a hacer los camareros para impedir el consumo de drogas en pubs y discotecas?... ¿Acompañar a los clientes hasta el baño y mirar por el ojo de la cerradura?... Y, luego, ¿qué?... ¿Denunciarles o sermonearles?... ¿Ignora la titular de la cartera de Sanidad que, para mantener la marcha necesaria durante el largo horario y el curro de muchos de estos locales los que con más constancia esnifan son los camareros y camareras que los atienden?... ¿Cree la ministra, de verdad y con la mano en el palpitante corazón, que se puede conceder un certificado a una empresa “libre de drogas” a alguien con la seguridad de que en ella no se consumen estupefacientes?... No le quepa la menor duda a la Salgado que los empresarios aceptarán, de boquilla, sus ofertas, certificaciones y cursillos, sobre todo si implican subvenciones. Pero, antes de acometer tan original iniciativa debiera considerar que, normalmente, a quienes viven de los negocios noctámbulos lo que les interesa es que la clientela se mande todas las rayas posibles. La coca hace que la gente tarde más en agotarse, en irse a la cama. Y, mientras aguanten, la caja engorda. Parece mentira, oigan.

José H. Chela