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Prohibido llover
La estación de Guaguas de San Telmo, la entrada a la autovía en esa zona, el túnel de Julio Luengo, el túnel de Santa Catalina, las principales calles de Guanarteme, aguas fecales en la Cícer y Alcaravaneras, las alcantarillas de Triana, el paseo de Chil, la carretera de la subida del Lomo Blanco...Siempre se repiten las inundaciones en los mismos sitios, la gente sufre los atascos, protesta en los bares, y los concejales echan las culpas a los gobiernos municipales anteriores.
El caso es que nuestro ayuntamiento decidió hace años privatizar Emalsa, la empresa pública responsable del ciclo integral del agua. La operación la comenzó el pacto time sharing que lideró el insustituible Mauricio y la culminó el polivalente Mayoral. Dicen que aquella privatización no fue papel mojado, quiero decir que los billetes que se repartieron no estaban pasados por agua, sino que eran de curso legal, se regalaron a todos los colores políticos y, por supuesto, no había que declararlos a Hacienda.
Después vino una sentencia judicial declarando ilegal aquel concurso cuyo resultado se anunció antes de la fecha prevista. Cuando llegó esa sentencia gobernaba un tal Soria, que en la campaña electoral había anunciado que “recuperaremos el control público de de Emalsa”. La sentencia fue una oportunidad para que Soria cumpliera su promesa. Pero aquel alcalde que tuvimos ocho años siempre se ha distinguido por hacer lo contrario que anuncia, así que volvió a dar la empresa a los mismos dueños. En esta segunda ocasión el papel mojado tenía música chilena y aires de París. Llevaba la Hacienda municipal Curro Fernández, un hombre que tuvo tanto olfato como bolsillo para comprar la Favorita, aquel viejo almacén donde se fabricaba tabaco suizo, perdón quise decir americano (es que pongo La Favorita y Curro en el ordenador y las teclas se disparan).
Hace un año, una nueva sentencia declaró ilegal la adjudicación de Soria. PP Manolo le echó la culpa a Mayoral, Mayoral a Mauricio y Mauricio tenía el teléfono comunicando desde la noche electoral y no pudo responder. El caso es que Emalsa sigue con los mismos dueños, y sus gestores cedieron la gestión de las alcantarillas de la ciudad a la empresa Sercanarias, gestionada por los socios Sacyr y Saur (accionistas de Emalsa). Un lío, ¿verdad?, muchas empresas para pocas alcantarillas. La empresa Emalsa (que sigue estando participada también por capital municipal) ha sido siempre muy bien tratada por nuestro ayuntamiento. Cuando una empresa sabe que la tratan bien haga lo que haga, pues no hace lo que debe hacer. Por eso, 20 años después de la venta de Emalsa, la compañía no ha cambiado las tuberías. La ciudad ha crecido en población, ha cambiado sus infraestructuras, pero los desagües siguen siendo del mismo tamaño. Hemos perdido años hablando de La Gran Marina, el Confital para todos, la ciudad de Congresos, el frente marítimo? Y nos olvidamos de las alcantarillas. Y todos los partidos siguen perdonando a Emalsa sus pecados como pago a la generosidad que he relatado más arriba.
Habrá que esperar a que hagan el tren y el metro en la ciudad, para ver cuántos pasajeros se ahogarán por no montarse en traje de buzo. Entonces, cuando haya muertos por las lluvias, empezaremos a exigir que arreglen las alcantarillas. Por ahora debemos conformarnos con pedir ese pleno municipal que apruebe un decreto que no provoque gastos ni molestias a la irresponsable Emalsa: prohibido llover.
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Juan GarcÃa Luján
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