Nació con mal fario la Parcela X de Playa del Inglés, denominada así desde los tiempos de la redacción del viejo Plan General. La parieron marcada, evidentemente, y de nada le pueden valer las bendiciones que partan de la acera de enfrente, donde se levanta el templo ecuménico. El concejal Jaime Bouzón, industrial de la noche, se quitó de encima el problema que tenía por su empeño en convertir en discoteca el espacio allí reservado para aparcamiento subterráneo, y se lo vendió al empresario Juan Padrón. Éste ya ha manifestado su deseo de promover otro cambio de uso, pero en esta ocasión para transformar los aparcamientos en bolera, lo que ha provocado la oposición de los comuneros de la Plaza de Maspalomas, que es como se llama aquello. Hubo junta de propietarios el otro día y aquello por poco acaba a tortas.