Tres años después de que el Tajogaite comenzara a emerger de la tierra, la Cooperativa Covalle de La Palma trata de reconstruir su planta empaquetadora de plátanos en el margen sur de las coladas como “un pulso a la vida”, un desafío al volcán, asegura su presidente, Juan Vicente Rodríguez.
Antes de la erupción, Covalle procesaba más de siete millones de kilos de plátanos al año y está decidida a resurgir en el mismo lugar donde una vez se alzaba como una infraestructura moderna y clave para la economía agrícola del Valle de Aridane.
Inauguradas en noviembre de 2010, las instalaciones empaquetadoras de Covalle representaban una apuesta por la modernización del sector platanero en La Palma, que gracias a financiación europea “contaba con maquinaria moderna y un diseño eficiente que permitía procesar grandes cantidades de plátano”, recuerda Rodríguez.
“Nuestra ubicación era estratégica, al sur de Todoque, rodeados de fincas y con accesos que facilitaban el transporte”, rememora el presidente de la cooperativa con una mezcla de orgullo y nostalgia.
Sin embargo, el 29 de octubre de 2021, a los 40 días de la erupción del volcán Tajogaite, Covalle emitió un comunicado que confirmó lo que muchos socios ya sabían: “En estos momentos de graves dificultades lo que nunca se podrá llevar el volcán es nuestro compromiso, ni el alma de la empresa, con sus más 350 socios en el Valle de Aridane”.
“Lucharemos por recuperar nuestra capacidad de producción de plátanos y aguacates anuales. Lucharemos y trabajaremos por seguir siendo una gran empresa, referente de nuestra Isla y nuestro Valle. Resurgiremos”, rezaba la esquela de las instalaciones.
El impacto en la producción platanera
La erupción no solo afectó a las infraestructuras, sino que también sepultó más de 370 hectáreas de cultivo, de las cuales 228 estaban dedicadas al plátano, el principal motor económico agrícola de la Isla.
“Entre 2015 y 2021 habíamos conseguido aumentar la producción en un 36 %, pasando con mucho esfuerzo de 5,5 millones de kilos a 7,5 millones”, comenta Rodríguez, para posteriormente añadir que “ese aumento se perdió de golpe cuando el volcán se llevó las instalaciones y las fincas de los socios de la cooperativa”.
A pesar de ello, Juan Vicente destaca el impacto que se sintió en las familias agricultoras, ya que considera que “lo más duro no fue perder el empaquetado; al fin y al cabo, las instalaciones se pueden reconstruir otra vez”.
“Lo más devastador fue para los productores, cuyas fincas quedaron sepultadas, con familias enteras que dependían de esos ingresos y que se vieron de golpe sin su sustento”, señala, con preocupación.
De los 310 socios activos que forman parte de Covalle, alrededor de 30 tienen sus fincas completamente cubiertas por la lava, lo que afectó seriamente la cooperativa ya que “eran fincas grandes, que ocupaban una buena parte de la superficie total”, aclara Rodríguez.
Un proyecto de reconstrucción con gran simbolismo
La reconstrucción de las instalaciones de Covalle no es simplemente un proceso técnico o económico; se ha convertido en un símbolo de resistencia, de volver a empezar tras la devastación y, por ello, en Covalle están decididos a “reconstruir en el mismo lugar, o al menos lo más cerca posible”.
El nuevo solar, ubicado unos metros al sur del emplazamiento original, permitirá que la cooperativa continúe operando cerca de donde estuvo antes de la erupción.
Juan Vicente confía que para los vecinos del Valle de Aridane, esta decisión tendrá un doble significado: no se trata solo de recuperar una infraestructura, sino de un acto de desafío ante las coladas que les expulsaron de sus tierras.
“Estamos reconstruyendo el empaquetado de plátanos porque, al igual que quien perdió su casa, también queremos retomar nuestra vida. Es un pulso al volcán, un símbolo de que no nos rendimos. La gente del Valle sigue de pie, y nuestra cooperativa va a ser una prueba de ello”, reitera Rodríguez.
Dificultades financieras y burocráticas
Aunque Covalle ya contaba con el nuevo solar en su propiedad, los costos para preparar el terreno y reconstruir la infraestructura son elevados, ya que han tenido que “roturar la colada, lo que no ha sido precisamente barato”.
“La compensación del Consorcio de Seguros no va a ser suficiente para cubrir los costos de levantar un empaquetado igual al que teníamos antes”, explica el presidente de la cooperativa, debido a los aumentos en los costos de construcción y los gastos adicionales del arrendamiento de las instalaciones donde se operan actualmente.
“Nos va a costar cerca de 1,5 millones de euros más ejecutar la misma obra y tendremos que pedir un préstamo para recuperar la misma infraestructura que perdimos”, detalla.
Además de los problemas financieros, los retrasos burocráticos están dificultando cumplir con los plazos que la cooperativa se había fijado, por lo que Rodríguez reconoce que, “aunque nos marcamos como objetivo que en diciembre de 2025 el primer camión cargado de plátanos pudiera entrar en las nuevas instalaciones, ya no sabría decir cuándo podremos finalizar las obras”.
Un futuro de esperanza
A pesar de los desafíos, el presidente de Covalle sigue confiado en que el proyecto llegará a buen puerto. La nueva ubicación de la planta empaquetadora está en un “punto óptimo”, con accesos adecuados y todos los servicios necesarios para procesar la fruta con maquinaria moderna.
“Dentro de la desgracia, tuvimos la suerte de quedarnos en el borde de la colada, lo que nos ha permitido comenzar la reconstrucción antes que otras zonas más afectadas, y tenemos los accesos habilitados, lo que facilita mucho el trabajo”, explica.
La nueva cooperativa no será solo un lugar donde empaquetar plátanos. Para los socios y vecinos del Valle de Aridane, representará un símbolo de que, a pesar de la adversidad, la vida sigue y es posible reconstruir un futuro.
“Este proyecto no es solo para los socios de Covalle. La reconstrucción del empaquetado es un símbolo de que debemos levantarnos una vez más, con ilusión, y enfrentar el futuro con optimismo”, concluye Rodríguez.
El proceso de reconstrucción de Covalle es, en última instancia, una metáfora de la lucha de una comunidad para superar la devastación natural: “Para La Palma y sus agricultores, la nueva Covalle será mucho más que una planta empaquetadora de plátanos, será el símbolo de su capacidad para renacer frente a la adversidad”, asegura.