La mitad de las casas en Canarias se compran al contado, pero eso dejó de ser una novedad hace tiempo

La compra de vivienda al contado protagonizó el año pasado el 49,2% de las operaciones inmobiliarias en Canarias, un porcentaje elevado, superior al de la media estatal, pero que no es una novedad en las Islas, donde en la última década ha sido la tónica habitual, según los datos del Consejo General del Notariado.

Esto implica que una de cada dos casas en las Islas se pagó en 2024 sin necesidad de financiación, o sea, con un único desembolso, a pesar de que el Banco Central Europeo ha rebajado los tipos de interés de manera progresiva haciendo cada vez más atractiva la vía hipotecaria. Expertos consultados recuerdan que el Archipiélago es una comunidad con una importante presencia de compradores extranjeros que viven un poco al margen de esta tendencia y no son ‘víctimas’ de la crisis de vivienda.

“Son inversores de especulación que seguramente tendrán más de una casa en varias partes del mundo. No son personas necesitadas. Y, además, una parte importante no vive ni siquiera en España, ni siquiera ven el inmueble, los ven en fotos o vídeos. Es un tipo de inversor que no responde, por supuesto, a ninguna necesidad habitacional”, reflexiona Alejandro Inurrieta, doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), exasesor del Ministerio de Economía en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) y autor del libro ‘Vivienda: la revolución más urgente“.

La cifra surge al comparar el número de compraventas de viviendas que registran los notarios con las hipotecas. Según esa estadística, el año pasado se adquirieron 27.312 casas en Canarias, el segundo valor más elevado en la última década (solo superado por las 31.499 de 2022), pero solo se constituyeron 13.895 hipotecas, es decir, el 50,8% de los inmuebles. Todo lo demás, se pagó a tocateja.

Pero esto no es nuevo. En los últimos diez años, la compra de vivienda al contado siempre ha registrado valores cercanos al 50% en el Archipiélago, lo que responde a múltiples factores: personas que venden su antigua casa y compran una nueva o mayores que también despachan sus “grandes propiedades” para mudarse al centro de las ciudades y volverse “más urbanitas”, explica Isidro Martín, delegado en las Islas de la Asociación Profesional de Expertos Inmobiliarios (APEI).

“Lo hacen para tener otro tipo de vida. Hemos visto a clientes que tenían grandes mansiones o casas en La Laguna, por ejemplo, pero que ya no las podían mantener, obtienen una plusvalía y compran apartamentos o viviendas un poco más pequeñas en el casco de La Laguna, en el centro de Santa Cruz de Tenerife o en Las Palmas de Gran Canaria”, detalla Martín.

El delegado de la APEI no se queda ahí. Destaca que “el tipo de rentabilidad” que se obtiene en Canarias, tanto con el alquiler residencial como con el vacacional, está “muy por encima de la media estatal”. Por no hablar de los extranjeros y las segundas residencias que suelen regalarse en las Islas. El perfil del comprador que protagoniza estas operaciones termina siendo el de “sociedades [mercantiles] con excedentes, jubilados que buscan una vivienda más pequeña, baby boomers que han ahorrado durante la COVID y clientes que tienen un perfil bastante estabilizado económicamente y lo que hacen es buscar inversión”.

Teresa Sánchez, que tiene una inmobiliaria en Tenerife, lo corrobora. “O bien son extranjeros que ya tenían el dinero para comprar o bien personas que vendieron su casa y decidieron adquirir una nueva”, dice. “También mayores que vivían a las afueras de aquí y quieren venir al típico piso en Santa Cruz [de Tenerife] para no depender tanto del coche, para un clima más cálido”, agrega. Ella asegura que notó un incremento especial de la adquisición de inmuebles a tocateja el año pasado, pese a que el patrón en Canarias es el mismo desde hace tiempo.

Sea como fuere, la mayoría de los expertos consultados reconocen que esta es una tendencia directamente relacionada con la crisis de vivienda, pues al menos la mitad de las casas a la venta en las Islas las estás comprando muchas personas que no las quieren para vivir, sino para especular, a juicio de Inurrieta. Aunque el problema es algo más complejo que ese.

“Aquí estamos hablando de dos mercados muy diferentes. El de las viviendas de las personas trabajadoras, que debería ser un precio más razonable. Y, por otro lado, el de los inmuebles que están por encima de los 400.000, 500.000 euros, que no son los que una persona media en España puede adquirir”, precisa el economista. El problema, remarca, es que este segundo mercado, el de mayor lujo, al registrar una sobredemanda “empuja al alza el precio de las viviendas más baratas”.

¿Podemos hacer algo?, se pregunta Inurrieta. El experto ve en la limitación de la venta de vivienda a extranjeros que no residen en España una “primera aproximación”, aunque cree difícil que prospere “porque hay unos lobbies muy importantes detrás”. De resto, su pronóstico es bastante pesimista. Él mismo lo admite.

“El problema en España es estructural, no tanto de que compren extranjeros o no. Es que no tenemos vivienda pública, no tenemos vivienda social, no tenemos vivienda asequible. Yo soy tremendamente pesimista. Y creo que aquí podrá tener acceso a un hogar digno quien tenga, por supuesto, fondos o rentas altas, quien tenga capacidad de endeudamiento, y luego quien herede”, enumera Inurrieta.

“Al final, el trabajador medio no se va a poder independizar de manera rápida, como debería ser lógico, y va a haber gente con cuarenta o cincuenta años compartiendo pisos. Porque, repito, necesitamos tanta oferta de vivienda social y asequible para que los precios puedan controlarse, que es imposible en el corto plazo e incluso en los próximo veinte o treinta años [conseguirlo]”, remacha.