Bajo el sol de la exclusión
no es como todos.
Hace tan sólo unas semanas Laura fue admitida en los talleres de verano que desde hace cuatro años organiza el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Una iniciativa que, durante el mes de julio, ofrece una alternativa de actividades lúdicas y refuerzo escolar a los alumnos de Educación Infantil o Primaria y, también a niños con déficit motórico, auditivo o intelectual.
Después de esta supuesta admisión, Carolina recibió una llamada “a los 15 minutos de salir de las oficinas” de la empresa Eulen -encargada de organizar todas la actividades de esta campaña estival- para comunicarle que Laura no podía ser aceptada porque “la empresa no tiene monitores preparados para atender a esta clase de niños”, afirma Carolina. “Me dijeron además -continúa- que mi hija no podía ser admitida porque no se le podía cambiar el pañal” debido a que los monitores “no pueden tocar a los niños”. También recuerda Carolina que en la empresa le dijeron que ni los niños en silla de ruedas ni los autistas podían ser admitidos en estos talleres.
A esta madre no le duele que su hija sea rechazada: le “indigna”. No comprende cómo el Ayuntamiento organiza “con el dinero de todos” unas actividades destinadas “sólo para algunos”. “Reivindico que si se hacen talleres de verano para niños desde la administración pública con dinero público, también tengan cabida los niños disminuidos, porque ellos también tienen verano”.
Carolina Rodríguez lo deja muy claro: “a una empresa privada le admito que discrimine a un sector de la sociedad, a una pública no. Por ahí no paso”.
La paga extra, para la guardería privada