Gentrificación y Airbnb: qué le espera a Santa Cruz de Tenerife con el “mayor proyecto urbanístico de España”

Toni Ferrera

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La refinería de Santa Cruz de Tenerife no es una refinería de petróleo cualquiera. Comenzó a operar hace cerca de cien años (1930) y ha llegado a dar trabajo a más de 400 familias de forma simultánea. Hay mucha historia alrededor de esta central. Ha sido símbolo de la industria en Canarias y ha visto crecer a la ciudad en la que se ubica. Ahora que lleva desde 2014 paralizada, está cada vez más cerca de ser desmantelada. Un megaproyecto con hoteles, espacios verdes y viviendas ocupará su lugar.

Santa Cruz Verde 2030 fue anunciado en 2018 por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y Cepsa, la empresa española propietaria de la refinería. El proyecto “creará un gran sistema de zonas verdes y equipamientos públicos”, se constituye “como una oportunidad única para completar y transformar la ciudad” y también traerá hoteles a la capital. Muchos hoteles. Un 10% de todo el terreno que ocupa la central (576.000 metros cuadrados) será dedicado a ello. El geógrafo alemán Marcus Hübscher, que lleva estudiando esta iniciativa desde 2014, cree que se construirán en torno a 1.300 plazas turísticas, un 88% más de las que hay actualmente.

Hübscher considera que la capital tinerfeña se convertirá en una “víctima” del turismo. “Es importante que los ciudadanos sepan que la turistificación tiene efectos negativos, como la subida de precios o más Airbnb”, defiende. En Canaria existen ejemplos de esto en casi cualquier ciudad costera. Pero el caso más sangrante es el de La Oliva, en el norte de Fuerteventura. Allí, una de cada cuatro viviendas es vacacional, mientras que solo una de cada 62 es de protección oficial. En un informe publicado hace unos años por la empresa Calidad Turística Consulting, los técnicos concluyen que el municipio está desplazando a la población más empobrecida a las afueras, “interfiriendo en la riqueza de las personas que han de invertir más en tiempo y dinero para el transporte”. Algo similar podría suceder en Santa Cruz de Tenerife.

“Santa Cruz tiene pocos hoteles. Pero es que, en el sur de la ciudad, donde está la refinería, no hay nada. Nadie quiere vivir ahí. En barrios como Buenos Aires o Chamberí, no hay plazas vacacionales. Si la central se va y levantas un barrio nuevo y una playa, eso se revalorizará y empezarán a llegar muchos Airbnb. Es una zona que está a 300 metros de la costa”, explica Hübscher. En el acuerdo entre el Ayuntamiento y Cepsa se proyecta una playa artificial, la creación de un “Balcón al mar de la ciudad” y también la regeneración del litoral con un paseo marítimo peatonal y ciclista.

Pero el principal motivo detrás de la oferta turística que ofrecería Santa Cruz Verde 2030 no es la búsqueda de una relación más cercana entre la población santacrucera y el océano. Es el turismo de cruceros, en pleno repunte en la capital, lo que ha empujado al concejal de Urbanismo, Carlos Tarife (Partido Popular), a justificar las acciones planificadas. En 2021, los puertos de Santa Cruz de Tenerife recibieron 4,5 millones de pasajeros, solo superados por los de Baleares. “Parece ser que la ciudad se va a convertir en un punto de partida de los barcos. Los turistas vienen y necesitan pasar una o dos noches antes de la salida”, comenta Hübscher.

Además, existe el debate sobre si Santa Cruz de Tenerife es o no una ciudad turística. Por lo menos esa es la cuestión que plantea Hübscher. Él lo tiene claro: no lo es. Se apoya en el estudio Gentrification, Displacement, and Tourism in Santa Cruz de Tenerife, publicado en la revista Urban Geography en 2013 por los investigadores Luz Marina García Herrera, Neil Smith y Miguel Ángel Mejías Vera. En la investigación, los autores argumentan que Santa Cruz de Tenerife no es tanto una ciudad turística como la capital de una provincia que sí lo es. Y eso a pesar de compartir muchas características con la urbanización asociada a la economía de sol y playa (predominio del sector servicios, altas tasas de paro, mayoría de microempresas en el comercio minorista…).

“Santa Cruz de Tenerife ha experimentado una transición (…) hacia una ciudad más ambiciosa y neoliberal. El resultado es un sugestivo retrato de la relación cambiante entre gentrificación, turismo y desplazamiento a lo largo de casi medio siglo. La ciudad persistió en forjar el vínculo con el comercio turístico incluso cuando las condiciones económicas cambiaron”, detallan los expertos. Para Hübscher, detrás de todo esto hay “intereses económicos muy claros”, como atraer al mercado inmobiliario y a los promotores más pudientes del sector, así como propagandísticos. Anunciar un megaproyecto, con palabras grandilocuentes y rimbombantes, suele gustar. “Desde el punto de vista político es muy atractivo. Porque no sabes cómo va a terminar, pero tú ya lo has lanzado”, señala el geógrafo.

Una transformación urbanística en una región empobrecida

Rodeando la refinería de Santa Cruz de Tenerife se encuentran los vecindarios más humildes de toda la ciudad. Los vecinos de Buenos Aires y Chamberí experimentarán un cambio significativo en las próximas décadas, cuando los camiones que entran y salen de la instalación (porque la central continúa manteniendo su actividad logística) desaparezcan. El destino más probable para ellos es que terminen abandonando sus barrios por el encarecimiento del coste de la vida en todos sus aspectos.

“El turista va a llegar sí o sí. Si los políticos no cuidan bien las consecuencias que puede tener la creación de una zona verde, por ejemplo, habrá mucha especulación. Y los que ahora viven al lado de la refinería y han soportado el mal aire y los ruidos durante décadas, no van a ser los que disfruten de ese parque (gentrificación verde) o la playa (gentrificación turística)”, añade Hübscher. “Este megaproyecto va a cambiar al sur de la capital y le va a dar un empujón al distrito de Cabo-Los Llanos”, donde están situados el Auditorio de Tenerife, la estación de guaguas y el principal centro comercial de la comarca.

Los últimos propietarios de Cepsa

Desde 2011, Cepsa pertenece a un fondo de inversión de Abu Dhabi, Mubadala Investment Company, con una cartera de servicios especializada en infraestructuras energéticas e inmobiliaria. Desde 2019, el grupo estadounidense Carlyle Group se hizo con el 37% de la empresa, pero, como señala Hübscher en su trabajo Planificando a puerta cerrada: desbloqueando proyectos de desarrollo urbano a gran escala con el enfoque de partes interesadas en Tenerife, España, prácticamente nadie sabía de este movimiento. “Cepsa tiene otros dueños. Tiene que coordinar su propia estrategia con los nuevos propietarios. Y ellos son conscientes de que el petróleo se acaba”, enfatiza Hübscher.

La opacidad en torno a la planificación

Este martes, el portavoz de Unidas Podemos en Santa Cruz de Tenerife, Ramón Trujillo, ha denunciado el “urbanismo autoritario” que se está haciendo con el megaproyecto Santa Cruz Verde 2030, que aún se halla en su fase más embrionaria. “Han decidido turistificar la ciudad, no han evaluado cómo compensar con viviendas sociales, han pactado los espacios verdes, las infraestructuras y han descartado cualquier propuesta global alternativa, sin escuchar absolutamente a nadie”.

Trujillo cree que un incremento de las camas hoteleras “dispararán al alza los precios de la vivienda en la nueva zona y los barrios colindantes”, en un proceso, continúa, de “mayor división clasista del espacio urbano” de la capital tinerfeña. Como remedio, ve “fundamental” acordar destinar a vivienda pública en alquiler social el 30% de los domicilios previstos. El portavoz de Unidas Podemos en Santa Cruz de Tenerife espera que la participación ciudadana no caiga en saco roto y se convierta en un episodio más de “democracia ceremonial”. En una entrevista con el periódico Diario de Avisos, el concejal de Urbanismo, Carlos Tarife, ha asegurado que el modelo participativo irá “más allá de los procesos (…) que marca la ley”.