Santa Cruz de Tenerife se empeña en tener un buen trozo de la Universidad de La Laguna

Vicente Pérez

Santa Cruz de Tenerife —

La Laguna está unida a su universidad desde 1701, aunque la creación de la actual institución académica date de 1927. La apertura de la universidad de Las Palmas en 1989 supuso una merma importante de alumnos para Aguere, pero todavía hoy son muchos miles los que estudian en sus facultades.

Aquella división de distritos universitarios abrió una encendida polémica -ya felizmente superada-, pues se contagió del pleito insular, pero ahora la controversia que empieza a asomar es otra desde la perspectiva lagunera: la apetencia del alcalde chicharrero, José Manuel Bermúdez (CC), por convertir la capital tinerfeña en una “ciudad universitaria”, adjetivo que hasta ahora parecía reservado a la urbe de los Adelantados.

El asunto ha dado pie a una moción de Unidos Se Puede, principal partido de la oposición lagunera, que se debatirá en un próximo pleno del Ayuntamiento y en la que se reclama al regidor municipal de La Laguna, José Alberto Díaz (de CC, como su homólogo en Santa Cruz), “acciones claras para reivindicar y reforzar el papel universitario del municipio, frente a los intentos de querer convertir otras localidades en centro de estudios universitarios”.

Unidos Se Puede además denuncia que “en el presente mandato se ha mantenido la acción política a espaldas de una comunidad universitaria de cerca de 23.000 personas que es un motor científico, cultural y económico para nuestro municipio”.

El portavoz de ese grupo opositor, Rubens Ascanio, enmarca sin ambages esa moción en la coyuntura de esa especie de desafío de Bermúdez, en el que el alcalde de la ciudad vecina apuesta fuerte: quiere comprar con dinero público a La Caixa la sede central de la antigua CajaCanarias, un imponente inmueble contemporáneo en pleno centro capitalino revestido de piedra de Tindaya, para ofrecérselo a la ULL e instale allí una facultad “que esté a la altura de ese edificio”, como declaró a La Opinión de Tenerife a mediados de junio pasado.

Bermúdez ya se ha reunido este año con el rector de la ULL, Antonio Martinón, para tratar este asunto, y ese responsable universitario le ha agradecido públicamente el ofrecimiento. De hecho, su primera idea, tras esa invitación, fue trasladar la Facultad de Educación -ahora diseminada en varios edificios de La Laguna- al centro santacrucero, pero las necesidades de estos estudios -exigen una zona deportiva- no hacen viable esta mudanza. La dirección del centro docente está valorando otras posibilidades, pero no ha tomado aún decisión alguna.

En cualquier caso, Martinón tiene “claro” que sería una buena oportunidad para la institución y que no debe desaprovecharse, según dijo a finales de junio, precisamente durante la renovación del convenio de la institución que rige con la Fundación CajaCanarias, rubricado en el Espacio Cultural de la antigua entidad financiera, sito en el edificio que aspira a comprar el Ayuntamiento de la capital.

Tan entusiasmado ven a Bermúdez con su idea de una “ciudad universitaria” que el líder de Unidos cree que el Gobierno municipal chicharrero, formado por CC y PP (en La Laguna cogobiernan CC y PSOE), “está intentando generar una nueva competencia entre municipios, esta vez en algo tan delicado como la educación superior”.

Ascanio considera “tremendamente irresponsable que se quiera restar importancia al principal municipio universitario de Canarias y a la universidad pública de la provincia, abriendo la puerta a otras universidades, con gran probabilidad, privadas”.

Y es que la aspiración de Bermúdez no se agota en captar otra facultad de la ULL (ya existe en el puerto capitalino la de Náutica, aunque la ciudad ha perdido la de Bellas Artes, trasladada a una nueva sede en el campus de Guajara y la antigua escuela de Empresariales), sino que propicia que se implanten en la ciudad centros de enseñanza superior privados. Tal es así que el Gobierno municipal santacrucero ya ha dejado también patente que, si la ULL no se decide a aceptar la oferta para ocupar la hoy sede central de La Caixa en la provincia, ofrecerá esa idea a otras universidades, privadas, se entiende.

Todo ello pasa, obviamente, por que el Ayuntamiento llegue a un acuerdo con La Caixa para adquirir el edificio, aunque el alcalde ha dicho ya públicamente que el Ayuntamiento que preside está en condiciones económicas de comprarlo, siempre que el precio que ponga la entidad financiera sea asumible. 

Sin embargo, el desembolso para las arcas públicas no podrá ser moco de pavo, pues se trata de un emblemático inmueble inaugurado en 1987, sito en la plaza del Patriotismo, con 30.000 metros cuadrados construidos, de formas geométricas llamativas y revestimiento exterior con la famosa traquita de la montaña de Tindaya. El diseño es de los arquitectos Francisco Artengo, José Ángel Domínguez Anadón y Carlos Schwartz, que les valió el Premio de Arquitectura Manuel Oraá.

Se trata de una joya arquitectónica, que además tiene amplio salón de actos y que, por lo tanto, puede ser golosa para la ULL y para cualquier universidad privada si lo ceden para actividad docente. Suficiente señuelo para que el portavoz de Unidos Se Puede se queje de que el Gobierno municipal de La Laguna no haya tenido igual mimo con la universidad pública.

“Durante años se ha estado reclamando el pago del IBI a la ULL y se ha mantenido la falta de colaboración en el mantenimiento de grandes infraestructuras para el municipio, como los jardines del campus Central”, critica Ascanio, que apunta el “nulo avance en la búsqueda de un espacio más destacado dentro del casco histórico para el Rectorado, que podría relanzar el vínculo con el municipio. Esta demanda se ha realizado desde el propio gobierno universitario”.

El grupo de la oposición lagunera advierte igualmente de que “la entrada de más universidades privadas en la isla supone una competencia de recursos con las universidades públicas del archipiélago, además de la ampliación de una auténtica brecha educativa entre las familias con más recursos económicos, con una oferta más amplia, y las de menos recursos, que solo podrán optar a la educación pública”.

Por todo ello, Ascanio espera que su moción aglutine el unánime apoyo entre los grupos de la Corporación municipal de Aguere para “reivindicar la universidad pública y su papel en el municipio, además de reforzar los vínculos de colaboración existentes, para que no sean simples titulares de prensa, como un área de Universidad casi sin dotación económica ni políticas reales”.    

Está por ver qué argumentos esgrime el equipo de Gobierno lagunero y la postura del alcalde Díaz sobre la iniciativa de su homólogo chicharrero, de su mismo partido. Tenerife Ahora le ofreció avanzar su versión sobre este asunto, pero sin obtener respuesta.

Así las cosas, el portavoz de Unidos Se Puede demanda que La Laguna “siga siendo el referente universitario de Tenerife, un espacio donde la educación tiene un papel muy importante desde hace más de dos siglos y que es parte integrante de nuestra sociedad”.