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Piratas y forajidos

Antonio Morales Méndez / Antonio Morales Méndez

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Hoy no. En la actualidad campan a sus anchas, viven en grandes mansiones, se codean con la aristocracia y el boato, tienen los mejores yates, las mejores fiestas, los mejores coches, los hombres y las mujeres más guapas, se les rinde pleitesía y controlan el mundo, sus gobiernos y al sistema que les permite y acepta sus fechorías.

Sus felonías las expresa y justifica un sistema ultraliberal que ha ido tejiendo una red de inmoralidades, estafas y delitos a los que teóricos de este despropósito como Moisés Naim, el director de Foreign Policy, les surte de un marco filosófico para adornar sus malignidades, llegando a afirmar que “pretender restringir la cultura del soborno y la codicia es una ilusión paralizante”. Para este personaje, tenido como un gurú de la economía “la guerra contra la corrupción está minando la democracia”. ¡Cuántas voces permanecen ahora calladas, agazapadas, esperando que escampe y hasta el otro día jaleaban, con sus discursos manidos y torpes, la infalibilidad del neoliberalismo y lo innecesario de un sistema público de control!

No pasa un día sin que este tremendo castillo de arena se siga desmoronando y no pasa un día sin que nos sigamos prestando a sus chantajes y arbitrariedades, y así, continuamos manteniendo la farsa y les seguimos el juego como auténticos pardillos, en la acepción del término que significa “incautos, que se dejan estafar fácilmente”

Así nos enteramos de que, en las entrañas del Imperio, un tal Madoff fabrica una burda pirámide, como un vulgar trilero y caen en ella miles de personajes e instituciones, que se dejan en el camino más de 30 mil millones de euros. Muchos de ellos son españoles y entidades “solventes”, como los bancos BBVA y Santander, la Caixa, Caja Madrid, Fonditel (Telefónica) y Espírito Santo entre otros. En el caso del Santander se han visto implicados cinco de sus Fondos y nueve de sus Sociedades. Curiosamente, a nosotros nos daban un 4% por nuestro dinero mientras jugaban con fondos que le rentaban, en la pirámide, un 12%. Desde luego ya ha comenzado la pelea entre ellos y HSBC, el banco británico depositario, se niega a asumir su responsabilidad. No les pasará nada a ninguno de ellos porque lo terminaremos pagando todos nosotros.

En España, por no irnos más lejos, han sucedido cosas muy parecidas. Miren si no es así como les digo. En los últimos meses, hemos ido conociendo la caída de importantes inmobiliarias, de las que jugaban con el ladrillo y la energía, como cuando niños nosotros con tierra y agua.

La primera en caer fue Martinsa-Fadesa, que presentó en el verano pasado el mayor concurso de acreedores de la historia de España. Pues bien, su presidente Fernando Martín, que lo fue también del Real Madrid, se queda con una fortuna personal de 150 millones de euros, y miles y miles de ciudadanos en la calle y sin vivienda. Con Hábitat sucede otro tanto de lo mismo, provoca la segunda mayor suspensión de pagos española y su presidente Bruno Figueras mantiene un patrimonio personal de 30 millones, lo mismo que ha sucedido con Tremón: su caída y concurso de acreedores tampoco afecta al patrimonio personal de su mandamás Ricardo Rodríguez Elías, que mantiene en Bolsa una fortuna particular de cinco millones de euros.

A todos los casos citados, la banca española les retiró cualquier tipo de ayuda de manera inmediata y, para muchos, precipitada.

Y frente a todo esto y a todo lo que se ha venido sucediendo en estas prácticas de cuatreros, bandoleros y piratas, los gobiernos del mundo están dedicando más de 8 millones a salvar, con nuestros impuestos, situaciones como las descritas.

En España, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha destinado más de 200.000 millones a sanear y tapar los pufos de un sistema bancario cómplice, coautor y sostenedor de todo este entramado, embaucador y ladrón de guante blanco, sin que el común de los mortales nos veamos en absoluto beneficiados por ello. Y para más bochorno y rabia, el Gobierno ha tomado días atrás una decisión altamente cuestionada desde toda la sociedad por la que los propietarios y altos directivos de las entidades financieras y sus familias, se ven beneficiados por una rebaja, con retroactividad, de sus obligaciones de fiscalidad, pasando de tributar de un 43% a un 18%. Hasta los subinspectores de Hacienda han anunciado que recurrirán este regalito a los banqueros y sólo a los banqueros, hecho así con nocturnidad y alevosía.

Mientras todo esto sucede, la Banca tiene toda la caradura de anunciar que en los próximos meses endurecerá la financiación de los créditos a las familias y que seguirá cerrando el grifo a éstas y a las empresas.

Con la enorme inyección de fondos públicos recibida, de manera desvergonzada continúan restringiendo el crédito a los ciudadanos, a las pequeñas y medianas empresas, a los autónomos y siguen cobrando intereses por encima del 10% -y en algunos casos un 14%- para comprar un coche por ejemplo, como hace el Santander, y eso con los tipos oficiales situados en un 2,5%.

Mientras, continúan los despidos masivos de las multinacionales y la propia Banca, en una cifra que se aproxima al medio millón de empleos durante el último año.

Mientras, miles y miles de familias sin recursos, sin empleo, sin poder pagar las hipotecas, perdiendo sus casas y pasando hambre.

Mientras, el dinero retenido en los sótanos más oscuros y abyectos del neoliberalismo más depredador y genocida, así con todas las letras, al que habría que juzgar y condenar sin ningún tipo de dudas. No pueden salir de rositas.

Lo que está pasando da la razón a lo que decía Bertol Brecht, con una frase que recordaba días atrás Juan Marsé: “desde el punto de vista moral, es lo mismo atracar un banco que fundarlo”.

Desde luego, se hacen absolutamente necesarias medidas judiciales y administrativas urgentísimas que vayan más allá de inyectarle dinero a los bancos.

*Antonio Morales Méndez es el alcalde de Agüimes

Antonio Morales Méndez*

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