Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

NIGHT VISIONS BACK TO BASIC 2014. LLOYD KAUFMAN Y TROMA

Los festivales de cine, al igual que cualquier otro encuentro organizado por los seres humanos, poseen su particular tempo vital. Su ritmo dependerá, en gran media, del público que acuda atraído por el común denominador del festival en sí mismo. Esto último se puede aplicar a todas y cada una de las diferentes opciones que se presentan, a lo largo y ancho del globo, aunque, en algunos casos, hay ritmos más marcados que otros.

De todos los festivales que he cubierto durante las últimas tres décadas, tengo claro que el más personal es aquel que guarda relación con el cine de género, tanto en nuestras fronteras como fuera de ellas. Otra cosa muy distinta son los injertos, normalmente contra natura, que muchos festivales se inventan para tratar de atraer a un público que, por una u otra razón, no acude a las salas de cine cuando dicho festival se celebra. Dichos injertos acaban por ser un “quiero y no puedo” marcado por un oportunismo que termina por ser ciertamente insultante, a tenor de los ejemplos en los que he estado presente.

La realidad nos cuenta que el cine de género sigue siendo no sólo el gran desconocido, sino el gran criticado por quienes todavía no se han enterado de que el mundo ha cambiado y, con él, los modos y las maneras de antaño. Además, tampoco se entiende el afán excluyente de muchos programadores, empeñados en repetir, una y otra vez, los mismos temas, enrocados en una suerte de numantina resistencia ante los elementos. Dicen que en la variedad está el gusto y pensar que solamente un ramillete de directores está –o ha estado- capacitado para denunciar los abusos, las injusticias y la destartalada sociedad en la que vivimos me resulta una tesis tan ignorante como osada.

Puede que la calidad “artística” de las películas perpetradas por la productora Troma no sean del mismo calado que las artificiales, pomposas y, en muchos casos, sobrevaloradas películas de la M.G.M. y su constelación de estrellas, producciones edulcoradas hasta el extremo y que en nada respondían a una realidad social salvo en contadas ocasiones.

Sin embargo, no es menos cierto que Lloyd Kaufman –fundador de la productora Troma junto con Michael Herz- ha logrado, en estos últimos cuarenta años, desmembrar buena parte de los tópicos que aun rodean al “American way of life”, dejándolos al aire, al igual que a sus partes pudendas.

No seré yo el que pretenda vender las películas de Troma como el mejor de ejemplo de creación artísticas, ni el que sus actores son todos dignos de una mención en alguna academia de artes y ciencias cinematográficas que se precie de serlo. Es más, Kaufman ha reconocido, en más de una ocasión, que muchos de los actores que trabajan en sus películas son fans confesos, capaces de dormir en el suelo de una antigua iglesia con tal de salir en una película de Troma, ilusión que, por otra parte, no trae aparejada una capacidad innata para la actuación ni mucho menos. Otra cosa bien distinta es la capacidad de Kaufman y sus “sospechosos habituales” por incidir allí donde más duele y no dejar, de paso, títere con cabeza.

El mejor ejemplo de lo he dicho anteriormente es el casi sacrosanto Vengador tóxico (The Toxic Avenger) película estrenada hace ya treinta años. La mítica realización -la cual tuvo un pase especial durante la celebración del festival Night Visions Back to Basic 2014 y que contó con la presencia del mismísimo Lloyd Kaufman- resume las miserias y las grandezas de Troma como empresa y es toda una declaración de principios contra aquellas cosas que más detesta Kaufman, su creador e ideólogo, de la bienpensante sociedad de su país.

De alguna u otra forma, la mayoría de los habitantes de este manicomio con forma redonda, somos cual Melvin Ferd III; es decir, unos perdedores acosados por toda una suerte de matones, políticos corruptos y seres sin conciencia ni moral que juegan con el bienestar de la sociedad con tal de engordar su cuenta de resultados. Recuerden, si no, la desafortunada declaración del último candidato presidencial republicano, el cual reconoció, en plena campaña, que él también había abusado de algún compañero que otro en sus años mozos… Ya se sabe que la testosterona, mezclada con la ignorancia, da como resultado una mezcla explosiva.

La repuesta de Troma ante todo esto es la venganza, plato que se puede servir de muchas formas y que, en el caso del mencionado vengador, llegará gracias a los manidos, pero siempre socorridos “residuos radiactivos” –pregunten al GRAN Stan Lee sobre el uso que de dichos residuos se puede hacer cuando la ocasión lo requiera y se sorprenderán de cuán útiles pueden llegar a ser-. Como suele ser habitual, cuando hablamos de residuos radiactivos, éstos transformarán al mísero y enclenque Melvin en una fuerza de la naturaleza, capaz de acabar con cualquiera de los abusones que se interponga en su camino.

Cargada de un humor agrio, corrosivo, mordaz e hiriente y llena de momentos memorables, esta película, más que ninguna, explica la impronta de una productora que ha logrado hacerse un hueco en el imaginario mundial, sin necesidad de los excesos promocionales y vacuos de otras compañeras de profesión.

Y junto al inefable Toxi, tal y como lo llama Kaufman cada vez que tiene oportunidad, Night Visions ofreció Return to Nuke´em High vol.1, Bloodsucking Freaks y la no menos genial y desternillante Poultrygeist: night of the chicken dead. Con esta última, los excesos visuales, escatológicos y verbales de Troma van más allá, aunque la sátira social, los radicalismos, el uso y abuso de los estereotipos sociales y raciales y el gusto por el gore más extremo –y los pollos fritos zombificados- tampoco se quedan atrás. ¿Acaso no me creen? Pues prueben a disfrutar de una velada junto a Lloyd Kaufman –y Toxi- y no lo olvidarán en la vida.

Y es que lo mejor del especial de Troma organizado por Night Visions fue la oportunidad de disfrutar de la compañía de Lloyd Kaufman. Un capítulo aparte merece la comprensión que se tiene del “Star System” en Finlandia y el nivel de educación del que hacen gala los asistentes a un festival tan consolidado como éste, por muy festival de cine de género que sea Night Visions. Gracias a dicho concepto –muy distinto al que se estila en nuestro país- uno no debe enfrentarse con un batallón de indocumentados, tratando, éstos, de emular a las cerradas filas del espartano rey Leónidas en su empeño por defender el paso de las Termopilas, cuando uno quiere hablar con algunos de los invitados al festival. Por lo general, el ambiente, mucho más relajado y carente de tanto majadero –aunque, como en todos sitios, haberlos, los hay- permite un contacto cercano y nada encorsetado, hecho que revierte en beneficio del propio evento.

De ahí que, con el especial de Troma, llegó Lloyd Kaufman y, con él, la oportunidad para todo aquel que quisiera de compartir unos minutos con uno de los ideólogos del sello que ha elevado las producciones de serie Z hasta el infinito y más allá, con permiso de Buzz Lightyear y sin el permiso de Walt Disney. Kaufman se mostró abierto, dialogante y, en algunos momentos, cansado ante la catarata de halagos y comentarios de quienes, como yo, hemos crecido viendo sus películas. En mi caso particular y dada la acreditación, bien personalizada debo decir que llevaba colgando, mi trato discurrió por caminos un tanto más profesionales, aunque, tal y como le dije, a mí también me hubiera gustado asistir al Tromaville High School, por muy peligroso que esto pudiera llegar a ser.

Al final, lo importe es lo que uno siente y experimenta al sentarse en una butaca de cine y el envoltorio acaba por ser secundario, si lo que se cuenta merece la pena. Aún recuerdo cuando me acerqué al mundo de Troma, gracias a la labor de quienes, entonces, llevaban el timón del festival de cine fantástico de Sitges. Era otro momento, sin tanta “vaca sagrada” tratando de digerir un cine que ni le gusta, ni tolera sino, más bien, todo lo contrario. Quizás ése sea el punto que Sitges ha perdido y Night Visions sigue manteniendo y, por todo ello, mi disfrute fue mayor, además de comprobar que hay cosas que no se deberían perder y menos cuando se habla de un festival de cine de género. Lo que hagan los demás nos debería dar lo mismo… ¿O no?

Muchas a Lloyd Kaufman por el material para ilustrar este articulo. !Larga vida a Troma!

Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

Etiquetas
stats