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El Gobierno canario se va de reformas y Rajoy se olvidó de los Chafalmejas

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy

José A. Alemán

Las Palmas de Gran Canaria —

Mariano Rajoy se ciscó en la jornada de reflexión de las elecciones andaluzas. No es que violara la ley, pero sí aprovechó la convención pepera de Valencia para dirigirse a la mayoría silenciosa en la que tiene depositadas todas sus esperanzas. Está visto que con este hombre hay que jugar al póker en bañador. La cosa fue tal que así.

Los peperos valencianos, que tanto han honrado a la derecha española en los últimos años, se reunieron para aprobar el marco del programa con que se presentarán a las próximas elecciones y allí se personó Rajoy. Mientras los andaluces reflexionaban, se soltó un mitin de aquí te espero con más vuelos que el aeropuerto del abuelo Fabra. Al grito de ¡fuera plasma! y sin anestesia arremetió contra la oposición a la que considera una jarca de adanes, tertulianos, zascandiles y amateurs que nos llevan al desastre; como si ya no estuviéramos en él. Es su opinión y no la discutiré. Pero me llamó la atención lo del amateurismo lo que equivale a reprocharles una falta de profesionalidad política, a diferencia de los/las jerarcas de su partido que, al decir de Bárcenas, él mismo les entregaba los sobres que esperaban como perros por cáscaras de queso.

No mencionó Rajoy a Andalucía ni al candidato de su partido a la Junta, Moreno Bonilla, eso es verdad. Quiero decir que formalmente respetó la reflexión de los andaluces, pero que el canal 24 Horas, de TVE, retransmitiera entero y completito, para toda España, su fervorín al PP valenciano indica la intencionalidad de convencer a los andaluces de que sin el PP no son nada. Sólo faltó que llamara “chafalmejas” a sus rivales y sin embargo enemigos. Es un término que es, o ha sido, de mucho uso en Cuba, en Andalucía y en Canarias, aunque el DRAE, muy poco dado al federalismo léxico, lo despacha como sinónimo de “pintamonas”. Pasó por alto, pues, que en las islas se le dice “chafalmejas” a los individuos parlachines y mentirosos, los que prometen mucho y nada cumplen, que se meten en todo para liarla, es decir, a los también llamados “arretrancos”.

Galdós empleaba el término “chafalmeja” que sus estudiosos suelen clasificar entre los palabros “sin definición”. Algo ya que don Benito recurría no poco al habla isleña que le salía del alma. Los tales estudiosos, es evidente, desconocen o desprecian, por mor del centralismo cultural, la recopilación que hiciera don Benito del léxico isleño en su libreta escolar conservada en El Museo Canario. En la ficha correspondiente se describe su contenido como “Vocabulario de modismos canarios usado constantemente por D. Benito y que donó a esta Sociedad su sobrino D. José Hurtado de Mendoza”. La información la proporcionan Clara Eugenia Hernández Cabrera y José Antonio Samper que publicaron, en 2003, el facsímil de la libreta con un estupendo estudio preliminar, favor por el que les estamos profundamente agradecidos. Todo esto es para decirles que si Rajoy no tildó de chafalmejas a los de la oposición fue, probablemente, por desconocimiento de su fuerza insultativa; sin descartar el deseo de evitar que algún miembro de su Gobierno se diera por aludido; que haberlos, háylos, dicho sea en gallego. Como lo cortés no quita lo valiente, agradezco al PP que me permitiera ganar 20 euros; los aposté a que, de salirle mal las cosas, alguien diría que los resultados andaluces no son extrapolables a las elecciones municipales y mucho menos a las generales. Y lo hizo el propio Rajoy sin reparar en la contradicción de añadir que, de todas formas, los resultados andaluces mejoraban los de las elecciones europeas; o sea, que hay extrapolaciones que miran al futuro y otras que lo hacen al pasado remedando el caminar de los cangrejos, que lo hacen hacia atrás, es fama; aunque no lo pude comprobar a pesar de dedicarle tiempo de niño a observar los cangrejos moros que trepaban por los grandes bloques partidos del muelle de Las Palmas; o de San Telmo, si lo prefieren. Era uno de mis lugares preferidos. Allí estaba el Galdós esculpido por Vitorio Macho, mirando al mar, en lo alto del gran y misterioso pedestal que lucía una hermosa puerta de metal sobriamente repujada y de sólida apariencia que nunca conseguí ver abierta. Algo de masónico había en el monumento y que Dios me perdone la curiosidad. Por los bloques rotos del dique, cubiertos de verdín y con el mar bufando en sus quebraduras, trepaban incansables los cangrejos. No podré saber ya si caminaban para alante o para atrás porque se llevaron de allí a don Benito para que pasaran los coches. Desde entonces no he vuelto a ver más cangrejos que los de las latas de Chatka que, encima, son de río.

Perdonen el desvío, inevitable cuando uno se acerca a edades provectas. Vuelvo a los resultados electorales. Tampoco estuvo muy fina, que digamos, Teresa Rodríguez la candidata de Podemos. Aunque reconoció que los resultados no colmaron sus expectativas, se le fue el baifo muy al estilo de los partidos de la casta al proclamar la victoria en la singular justa podémica con los molinos del bipartidismo. Porque, si les digo la verdad, no creo que pueda hablarse de bipartidismo cuando el PSOE lleva más de treinta años gobernando la Comunidad. Tampoco estuvo muy atinado Antonio Maillo al atribuir el considerable retroceso de IU a su asociación con el PSOE, entre otros motivos. Lo que reduce el corral de los plenamente satisfechos a Ciudadanos y al PSOE. Los primeros han desalojado de la bisagra a UPyD, el partido de Rosa Diez, que no consiguió entrar en el Parlamento. Albert Rivera, su líder estatal, se apresuró a poner condiciones a la posibilidad de acuerdos con los socialistas, a los que exige desprenderse de los ex presidentes Chaves y Griñán que están en la lista de la juez Alaya. Seis lustros dan para mucho y no es chico el papelón de Susana Diaz que se comprometió a desmontar el tinglado de corrupción y clientelismo surgido al calor de los socialistas.

Lo que parece fuera de toda duda es la irrupción de una nueva generación de políticos que hace de Rajoy una especie de abuelo cascarrabias que se ha visto obligado a tratar de activar a san Aznar para que intervenga en las próximas campañas electorales. Un notable avance que la derecha deje de recurrir al brazo incorrupto de Santa Teresa.

Acabo con Esperanza Aguirre no porque tenga algo que ver con las elecciones andaluzas sino por la cara que se gasta: convirtió a Moreno Bonilla en víctima del procedimiento digital que lo hizo candidato; que es justamente el habitual de su partido del que no ha sido ella de las menos beneficiadas.

El juez Ruz cierra lo de Bársenas

El cierre de la instrucción del caso Bárcenas no ha satisfecho ni a la acción popular (no del PP, ojo) ni a los partidos de la oposición. Dice Ruz en su auto que no pudo ir más allá de inculpar a los extesoreros Luis Bárcenas y Alvaro Lapuerta, al exgerente Cristóbal Páez y a tres empleados de Unifica, el estudio de arquitectura que hizo la reforma de la sede del partido en Génova. Además de archivar la causa contra Ángel Acebes y a nada menos que veintidós empresarios. El PP solo aparece como responsable civil subsidiario para el caso de que los inculpados no estén en condiciones de abonar las penas pecuniarias que pueda imponérseles. El juez Ruz habrá tenido sus razones jurídicas para contenerse, en las que no entro ni salgo, que doctores tiene la Iglesia. Si hay juristas que han mostrado extrañeza ante el auto pero prefieren no opinar hasta haberlo analizado y si quienes ejercieron la acción popular (no del PP sino contra el PP) y los partidos rivales han adoptado la misma actitud, está claro que hay que esperar. Una prudencia a la que no se siente obligado el portavoz parlamentario popular (del PP, ahora sí) en el Congreso, Rafael Hernando. Está visto que mantiene el hombre la sobada estrategia de negarlo todo para sembrar confusión y de ahí que haya convertido el auto en una proclamación de la inocencia pepera, negando la existencia de la caja b que, según él, sería de Bárcenas, no del partido, por lo que debería pedírseles perdón. Dijo más pero es que ya aburren hasta a las sillas.

Lo cierto es que si nos dejamos de juridicidades y nos atenemos a la vida real hay muchas razones de sentido común para sorprenderse. La primera deriva del carácter presidencialista del PP que hacer difícil creer que quienes, al fin y al cabo, eran empleados del PP tuvieran tal grado de autonomía e iniciativa como para crear una caja b sin que ninguno de sus patronos se diera cuenta. Y que, además, esos empleados, en lugar de recibir sobresueldos de sus empleadores fueran los que iban a sus despachos a llevarle los cuartos. El auto afirma que hay “sólidos y fundados indicios” de que durante nada menos que 18 años se financió el partido de “diversas fuentes de financiación ajenas al circuito económico legal” y raro es que durante todo ese tiempo ningún dirigente orgánico se extrañara. Por no hablar de la extremada generosidad de Bárcenas regalando miles de euros de la caja b que dicen suya. Lo mismo ocurre con la reforma famosa de Génova. Se da por sentado que se pagó con dinero negro, pero el auto solo inculpa a empleados de la empresa que hizo las obras, no a quienes pagaron. Si los responsables del partido no sabían de ninguna caja b sorprende su absoluta falta de curiosidad o de la responsabilidad que conllevaban sus responsabilidades. Salvo que creyeran de buena fe que aquellos operarios entrando y saliendo eran en realidad militantes de la sección obrera del partido.

De tan inocentes y almas de cántaro deberíamos sentirnos en peligro en manos de este Gobierno que no se entera de lo que ocurre en su misma casa.

Las reformas de nunca acabar

La indiada isleña anda elementada por un lado con la reforma de los aspectos económicos del REF y de la otra la no menor del Estatuto de Autonomía. Llevan ni se sabe cuánto tiempo tratando de que avancen en el Parlamento de las Españas que, la verdad, se está pasando con la hora menos que en Canarias. Como si os envidiaran que Franco muriera antes en las islas, pongo por caso.

Sobre la del REF ya saben lo que hay y mucho me temo que las mentes perversas de la metrópoli anden buscando el modo de asimilarla a la del Estatuto; a ver si así consiguen, de rebote y por mecanismos que desconozco, que el REF pase a ser un renglón más de los Presupuestos Generales, lo que es tanto como sujetarlo a las disponibilidades de dinero en cada momento y borrar su carácter de mecanismo compensatorio que ponga a los canarios y sus actividades en condiciones de igualdad.

En cuanto a la reforma estatutaria, qué quieren que les diga, tiempo han tenido para que vengan ahora, con la legislatura agotada, salvo alguna cosa que diría Rajoy, a tratar de sacarla adelante. El PP canario, como es obligado, dice con mucho regocijo que el tocho se perderá en la mar salada antes de llegar a las costas de la Madre Patria, mientras los socialistas prometen que en cuanto logren hacerse con La Moncloa; Nueva Canarias lamenta la falta de consenso al apreciar la tendencia gubernamental a hacer de Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como; para IUC su reino no es de este mundo y en cuanto a CC habría que averiguar primero qué cosa es ahora mismo con las furias desatadas.

En cuanto al público presente en la sala, qué voy a decirles. Las reformas son como los billetes de 500 euros de los que todo el mundo habla pero pocos saben de qué color son. Bueno, el color lo hemos visto en la tele cuando informa de fugas de capital, de envíos a Suiza o a las Caimán; o a la banca vaticana, que ofrece más garantías de crecer y multiplicarse y a la que el Papa Francisco trata de meter en cintura. Eso nos impide dudar de su existencia, pero nada sabemos de la textura del papel, de si crujen; y a qué huelen, porque ya se sabe que el dinero exhala un olorcillo que crea adicción. Acabarán los bancos por organizar visitas, pagas por supuesto, a los curiosos que quieran verlos. Quiero decir, en definitiva, que el llamado pueblo soberano ni pincha ni corta en estos asuntos de las reformas.

Entre las derivaciones del maldito caso que le hacen a la indiada en la metrópoli, figuran los atropellos aduaneros a los artistas plásticos de las islas y a los plastas enterados cuando cometen la osadía de intentar exponer su obra fuera de la roca y la sombra del almendro. Han de pasar por un calvario de aranceles aduaneros y rellenado de impresos que Juan José Benítez de Lugo, presidente del Gabinete Literario, concretó con la afirmación de que a un artista canario le “cuesta lo mismo exponer en Cádiz que en Moscú”. Tal dijo Benítez de Lugo en la presentación de las jornadas sobre esta problemática que se vienen celebrando en el Gabinete y en la Económica de Amigos del País cuyo presidente, Tomás Van de Walle, considera que se trata de una barrera política y de un problema burocrático que han tenido en otros lugares de Europa donde se han solucionado. Como Van de Walle es un tipo educado no ha arremetido contra los políticos canarios que no han hecho nada en Madrid para poner en piedra de ocho acabar con una situación que ya dura demasiado. Tanto que he oído hablar del asunto desde que me inicié en periodismo con lo que podrán imaginar la fecha que lleva la carta. El escultor Lepoldo Emperador, presidente de la Asociación de Artistas visuales opina que el problema es que los políticos no consideran a los artistas “profesionales válidos para el desarrollo de la sociedad”. Es el nivel que dan.

Entre las ideas que se barajan figura una exposición en Bruselas para explicar lo que hay. Una buena iniciativa pues aún recuerdo la inauguración, en Jerusalén, de una muestra de arte canario moderno. Fue durante una visita de Jerónimo Saavedra, entonces presidente del Gobierno. La organizaron Josefina Betancor y Manolo Padorno. Lo que allí vimos nos deslumbró a los canarios que, aunque conocíamos la obra de los artistas por separado, nos quedamos asombrados del impacto de todas aquellas piezas reunidas. Y no les cuento de lo que costó convencer a los asistentes israelíes que no se trataba de una muestra de pintura española sino de una de sus regiones a la que, encima, se le atrasa el reloj.

Una vez concluida la exposición, las obras, muchas de ellas de colecciones privadas, fueron devueltas a sus propietarios por lo que no hubo oportunidad de montarla en Canarias. Tiene lo suyo tener que viajar tan lejos para caer en la cuenta de la dimensión del arte de las islas. Pero eso no interesa a los políticos que con unos carnavales van a viaje.

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