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Tana, con tetraplejia y sin ascensor, condenado a vivir en un segundo piso y a no ver la calle

El joven Tanausú Hernández

Saúl García

Arrecife —

Desde hace siete años, Tanausú Hernández, un joven de 27 años de Lanzarote, convive con una tetraplejia que le obliga a permanecer la mayor parte del tiempo tumbado en la cama. Sólo puede salir a la calle en silla de ruedas, y eso cuando puede bajarle su hermano por las escaleras. Tana necesita un ascensor y esa es su principal lucha en los últimos años. Pero no está siendo fácil.

Primero consiguió que el Ayuntamiento de Arrecife y el Cabildo de Lanzarote le concedieran una subvención para instalar ese ascensor, pero una vecina no permitía que se hicieran las obras en el edificio para poder instalarlo. Después tuvo que pedir una prórroga para no perder la subvención, porque iba a caducar. Y también tuvo que escuchar que desde la Concejalía de Servicios Sociales del Ayuntamiento le decían que la única solución era que consiguiera una vivienda de protección oficial del Gobierno de Canarias.

La concejala de Servicios Sociales, Victoria Sande, descartó que se pudiera instalar el ascensor en la vivienda actual. “Si los vecinos no autorizan, poco podemos hacer, una de las vecinas se niega a que se instale un ascensor y no podemos hacer otra cosa”, afirmaba.

Pero se podía hacer otra cosa. La concejala de Podemos en Arrecife, Leticia Padilla, que ha estado ayudando a Tana y a su familia, sostenía que la Ley de límites al dominio sobre inmuebles para eliminar barreras arquitectónicas establece como obligación para las comunidades de propietarios que se puedan ejecutar obras para suprimir barreras arquitectónicas.

A principios de este año, Tana consiguió que la empresa Bikotec, especializada en dar soluciones de accesibilidad, se comprometiera a instalar el ascensor por fuera del edificio. En junio, el Ayuntamiento concedió la licencia de obra menor. El elevador ya está en la Isla, pero el problema sigue sin estar solucionado.

El Cabildo de Lanzarote tardó varios meses en justificar la anterior subvención, que es un requisito previo para poder optar a otra ayuda, que es necesaria, porque la anterior se va a destinar al ascensor, pero hay que pagar la obra y el proyecto, y para eso hacen falta 12.000 euros más. El problema sigue siendo económico y burocrático.

Irene, la madre de Tana, ha escrito una carta al presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés en la que le explica la situación y le solicita una nueva subvención para poder instalar el ascensor. En la carta, cuenta que la familia, que no puede sufragar ese gasto, lleva “mucho tiempo pidiendo ayuda para poder instalar un elevador que le permita (a Tana) bajar a la calle con su silla mecánica, de forma autónoma. A él le ayudaría muchísimo no sentirse tan dependiente de los demás, cambiaría su vida de forma radical, dentro de lo terrible de su situación”.

“Por eso -dice la carta- le ruego estudie la posibilidad de que desde el Cabildo nos concedan este dinero que falta. Le puedo asegurar que para mi hijo es una cuestión prácticamente de vida o muerte. La esperanza de este elevador es lo único que le ha mantenido con algún ánimo todo este tiempo. Ese elevador significaría para él hacer vida casi normal, dentro de lo que cabe... estudiar, trabajar, hacer deporte, rehabilitación... cosas fundamentales para tener una vida mínimamente digna”.

Tana destaca la importancia que tendrá para él poder salir a la calle sin ayuda, de forma autónoma, con su silla motorizada. Dice que le duele el cuello porque se le contractura desde que no va a la rehabilitación y que se aburre: “Estoy encerrado como un preso; a veces estoy triste porque paso todo el día aquí”.

“Lo que quiero es de alguna manera poder salir yo solo, quiero estudiar Informática y hacer deporte; el médico me recomendó que hiciera natación pero no puedo salir y también me gustaría hacer ciclismo, hay deporte para discapacitados y yo, si pudiera apuntarme, lo haría”, señala.

El accidente

“Fue el 13 de agosto de 2010”, recuerda Tana con precisión sobre su accidente. Fue en la localidad turística de Costa Teguise, en la playa de las Cucharas. Estaba con unos amigos pasando un día de playa. Tenía veinte años y hacía mucho deporte: voley playa, lucha canaria, kick boxing…“Me tiré de cabeza y una ola se llevó el agua”. A él se lo llevaron al hospital. Estuvo ocho meses ingresado en Las Palmas de Gran Canaria y salió como entró, con una tetraplejia medular.

Desde entonces su vida se desenvuelve en los diez metros cuadrados de su habitación, en su cama. Ve la televisión, escucha la radio, se entretiene cuando le visita su sobrino o algún amigo, lee, escribe poesía, trastea con el ordenador y se comunica por Facebook y Whatsapp.

Le operaron el brazo izquierdo y lo puede mover bastante bien. Lleva tres años esperando que le operen el otro brazo. También le iban a operar de las manos pero como tardaron tanto en decidirse ya no le operaron porque la movilidad podía ir a peor. Tiene las manos encogidas y no se maneja bien. Le tienen que dar de comer pero sí puede escribir en el móvil y puede manejar la silla de ruedas él sólo.

La semana pasada, después de un mes y medio sin salir de casa, Tana tuvo que acudir a Urgencias, y para entrar y salir necesitó de la ayuda de personal sanitario y de cuatro bomberos. En el vídeo se aprecian las dificultades por las que pasa para volver a casa.

Este reportaje ha sido publicado en Diario de Lanzarote.

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