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Yadey lleva dos semanas sin ir a clase porque el colegio olvidó regular su pupitre adaptado

Yadey Bethencourt con el bipedestador en su casa

Iago Otero Paz

Las Palmas de Gran Canaria —

Yadey tiene parálisis cerebral espástica y estudia 3º de Primaria en el Colegio Alcaravaneras de Las Palmas de Gran Canaria, un centro preferente para alumnado con discapacidad motórica. Desde el pasado 20 de noviembre no acude a la escuela después de que su padre, Alexis Bethencourt, recibiera la noticia de que a su hijo se le ha desplazado la rodilla porque el bipedestador en el que tiene que estar durante las clases no estaba adaptado. El aparato estaba regulado al tamaño de Yadey hace meses y en este tiempo nadie del centro lo había configurado adaptándolo al crecimiento del niño, que tiene nueve años, por lo que en vez de estar totalmente de pie estaba con las rodillas flexionadas, lo que le ha perjudicado gravemente en sus rótulas, que ahora tendrán que ser operadas, siempre según el padre. “Solo teníamos pendiente una operación de cadera en enero o febrero, pero ahora tendrá esta otra más por la falta de supervisión y por la mala adaptación del mobiliario del colegio, que ha contribuido a una deformidad de rodilla”, lamenta Bethencourt. 

Aparte del bipedestador, Yadey también usa un pupitre con escotadura que va alternando según lo demande. Cuando el padre acudió al centro a revisar el estado del mobiliario comprobó que el escritorio también estaba abandonado, lo que ha hecho que el menor no haya guardado la higiene postural adecuada. “Nadie ha tenido la preocupación porque el niño esté en malas condiciones y eso ha provocado que esté todo el día tumbado sobre la mesa, la cifosis le ha crecido más y le ha contribuido dolores de espalda. La mesa con escotadura estaba separada del pecho del niño aproximadamente unos 15 centímetros cuando debe de estar a dos centímetros, también estaba algo baja, lo que ha alimentado la cifosis contra la que luchamos diariamente por corregir a través de tanto esfuerzo con la rehabilitación”, protesta el padre.

La parálisis cerebral espástica es una dolencia que hace que la persona que la tenga no pueda controlar sus músculos, sobre todo los que sostienen los brazos, piernas y la cabeza. En un informe médico del pasado 21 de noviembre, la facultativa encargada de la rehabilitación del menor apuntaba en una nota para el colegio que “es de suma importancia el control postural mientras permanece en el bipedestador” y que “las rodillas deben estar lo más estiradas posibles y la cadera centrada para evitar futuras deformidades y flexo de rodillas”. Sobre el pupitre, advertía de que debe estar “lo más pegado posible al tronco pues ha empeorado la cifosis y antepulsión del tronco” y que “se recomienda supervisión de la postural por el auxiliar y revisión periódica del bipedestador y la mesa adaptada por un especialista”. Como cuenta Alexis Bethencourt, tuvo que ser él quien configurara correctamente el bipedestador ya que “el centro carece del personal dotado para ello”.

“El 13 de noviembre solicité un cambio de mesa con escotadura, el 17 volví a solicitarlo y también una tutora a domicilio para que impartiera clases al niño hasta que pueda acudir al centro escolar una vez tenga el mobiliario”, recuerda Bethencourt, quien el día 20 registró un escrito al inspector de zona en el que recogía los motivos por los que decidió que su hijo desde ese día no fuera al colegio. Sin embargo, nada se sabe de la tutora porque la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias le propone que vaya por las tardes, cosa a lo que el padre se niega porque es cuando su hijo va a la rehabilitación en el hospital San Juan de Dios y entiende que no tiene que cambiar sus hábitos por errores que le son ajenos. “La docente se puso en contacto con el padre y este se negó a que su hijo recibiese atención por la tarde, exigiendo que fuese por la mañana. Consta que la docente se ofreció a ir a cualquier hora de tarde, antes o después de la rehabilitación del menor, pero el padre se negó aduciendo que estaría muy cansado, tanto antes, como después de la rehabilitación”, se justifican desde el Ejecutivo autonómico, que afirma “conocer a la perfección el caso de este padre y esta familia, este curso pasado se le atendió en más de un centenar de ocasiones por parte del Servicio de Atención a las Necesidades Específicas de Apoyo Educativo”.

Desde la Consejería de Educación, órgano al que remitió a este periódico la dirección del CEIP Alcaravaneras cuando se le requirió su versión, reconocen los errores con el pupitre con escotadura y aseguran haber encargado ya una mesa adaptada, pero alegan que ese elemento “no ha llegado aún y se está pendiente de que llegue el informe médico de la rehabilitadora que menciona el padre para conocer si hay que hacer adaptaciones adicionales. El padre nunca ha presentado ese informe, así como tampoco cualquier otro en el que se afirme que es necesario operar al menor por la postura que adopta durante las menos de 25 horas semanales que pasa en el centro escolar, o que el mobiliario actual contribuya a agravar su estado. El último informe que tenemos data de 2014 y se han seguido sus recomendaciones”.

Estas explicaciones son rechazadas por Bethencourt, que entiende que en las ortopedias de la isla se puede adquirir el pupitre y que aunque al informe que se refiere Educación sea de hace tres años, en todo este tiempo han entregado documentación con sugerencias sobre las posturas que no se estaban siguiendo.

“Pido que se ponga personal adecuado para que no vuelva a ocurrir este caso porque son los niños los que pagan la ignorancia. Pido que se responsabilicen del mal que han hecho y que manden una tutora y auxiliar para que sigan los estudios y que se tomen las medidas oportunas para que cuando los centros de estudios den el visto bueno cuando aceptan a un niño con diversidad funcional, que le garanticen las necesidades básicas, no que los tengan en el abandono”, exige Bethencourt.

Así mismo, el padre explica que cuando deja a Yadey en la puerta del colegio, el niño es recogido por una persona auxiliar que lo sienta en su puesto y se marcha. “En estos dos cursos las dos profesoras están más atentas, el niño nada más sentarse se le van desplazando los músculos, de ahí la importancia del material en el que sentarse. Si el niño no demanda al auxiliar, este es el que tendría que estar pendiente cada 20 minutos y preguntarle si necesita cambiar de postura, es necesario un personal formado adecuadamente”, sentencia. El progenitor avanza que para la próxima semana registrará un escrito ante la Dirección General de Protección a la Infancia y la Familia.

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