El síndrome de los Estadios de la Felicidad

En la Consejería de Turismo se respira el síndrome de los Estadios de la Felicidad, aquella campaña de 4,5 millones de euros que Rita Martín también vendió como la gran panacea, lo más novedoso de cuanto se ha hecho a este lado del mundo. Y fracasó tan estrepitosamente que sólo se ejecutó un tercio de lo programado. Eso sí, se volatilizaron 1,5 millones de euros en una sola actuación que también incluyó cuchipanda en el Emirates Stadium de Londres con los periodistas amigos, a los que luego se llevó a cenar a uno de los restaurantes más caros de la capital británica, el Cipriani. Desde la superioridad alguien debe haber advertido a la consejera de que aquello no se puede volver a repetir, y tras el aluvión de críticas cosechado en el inicio de esta nueva aventura, No Winter Blues, la consejera ha optado por hacer esta ronda doméstica, que incluye ruedas de prensa en Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote y posterior almuerzo en cada con representantes empresariales y algún animador socio cultural previamente untado para que eche unas flores.