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En un solo día, martes 28 de noviembre: los obispos españoles relatan su reunión con el Papa. Según dicen, no se trató de un tirón de orejas y no hablaron nada del informe sobre la pederastia en la iglesia católica que elaboró el Defensor del Pueblo. Casi con similar cadencia, la presidenta de la Comunidad de Madrid se siente vetada en la puesta en servicio de un tramo de alta velocidad entre León y Asturias. Un tramo histórico, desde luego, cuatro mil millones de inversión y casi veinte años de dificultosas obras. Ambas cosas recibieron una extensa cobertura en todas las cadenas de televisión cuyos informativos basculan entre la realidad, el deseo y el esperpento, y no se salva ninguna, cada cual con su proporción adecuada para elaborar sus salsas. Pero no existen imágenes comparables en su donosura, delicadeza y exquisitez a las que emite el Partido Popular cada vez que sus dirigentes se reúnen arrobados con su líder. Llevan varias, y ya se cuidan los periódicos de señalar “imagen cedida por el PP” no vayan a creerse los lectores que sus fotógrafos y fotógrafas han perdido el tino. Esta semana ha habido una impagable con el nuevo portavoz en el Congreso y la nueva portavoz en el Senado. Recomiendo su contemplación atenta para comprender las amplias capacidades estéticas del partido conservador.

Sin embargo, hubo más. En Madrid. En su Ayuntamiento. Un intento de reprobación del presidente del Gobierno de España, recién elegido por mayoría absoluta en el Parlamento. La propuesta, de la extrema derecha, no salió adelante porque al PP le pareció mal redactada. Al mismo tiempo, el jacarandoso alcalde capitalino enseñó unas fotos de los supuestos nuevos amigos de Pedro Sánchez, los terroristas de Hámas. Casi al unísono, María Dolores de Cospedal, ex de muchas cosas, acudía a declarar a la Audiencia Nacional como testigo ante ese juez tan ocupado buscando terroristas en la Plaza de Catalunya de Barcelona: Cospedal no se acordaba de casi nada. Ella sabrá.

Hace ya muchos años, una agencia publicitaria madrileña, “Remo” se llamaban, rodó para el lanzamiento de un todoterreno japonés, una curiosa película en la que el conductor acababa comiendo y charlando con un pastor muy aislado al que llegaba gracias a las capacidades del nuevo vehículo. El pastor se sorprendía con las noticias que le contaba el visitante. Estaba tan aislado que acababa preguntando “¿y Franco, qué opina de esto?”. En nuestros días es imposible permanecer aislado. Es imposible no repercutir en la tromba de sandeces diarias en medio de las guerras y las turbamultas de los atrabiliarios de turno, de guardia y de postín. Hay un cierto refugio en las informaciones culturales de los medios, aunque también vagan repletas de estulticias. Por ejemplo, el otro día el flamante suplemento de cultura del periódico de mayor difusión de este país, abrió en portada con un titular inmenso, “Rosalía” Sorprendido, acudí a sus interiores con la idea y la ilusión de encontrarme una reivindicación, homenaje, efeméride o lo que fuera de la universal y eterna poeta gallega Rosalía de Castro. No era tal, se trataba de dos páginas de reseñas de las lecturas de la cantante Rosalía. El mencionado suplemento se publica los sábados, día en el que dicho periódico permite que Fernando Savater (¡y todavía te leemos!) brame con su columna de contraportada. Casualidades. Hay estrategas aprendices convencidos, y convencidas en este caso, de que con semejantes lindezas se consigue captar al público joven. Que peguen una fotografía de la cúpula del PP en la portada del suplemento cultural. Y verán.

En un solo día, martes 28 de noviembre: los obispos españoles relatan su reunión con el Papa. Según dicen, no se trató de un tirón de orejas y no hablaron nada del informe sobre la pederastia en la iglesia católica que elaboró el Defensor del Pueblo. Casi con similar cadencia, la presidenta de la Comunidad de Madrid se siente vetada en la puesta en servicio de un tramo de alta velocidad entre León y Asturias. Un tramo histórico, desde luego, cuatro mil millones de inversión y casi veinte años de dificultosas obras. Ambas cosas recibieron una extensa cobertura en todas las cadenas de televisión cuyos informativos basculan entre la realidad, el deseo y el esperpento, y no se salva ninguna, cada cual con su proporción adecuada para elaborar sus salsas. Pero no existen imágenes comparables en su donosura, delicadeza y exquisitez a las que emite el Partido Popular cada vez que sus dirigentes se reúnen arrobados con su líder. Llevan varias, y ya se cuidan los periódicos de señalar “imagen cedida por el PP” no vayan a creerse los lectores que sus fotógrafos y fotógrafas han perdido el tino. Esta semana ha habido una impagable con el nuevo portavoz en el Congreso y la nueva portavoz en el Senado. Recomiendo su contemplación atenta para comprender las amplias capacidades estéticas del partido conservador.

Sin embargo, hubo más. En Madrid. En su Ayuntamiento. Un intento de reprobación del presidente del Gobierno de España, recién elegido por mayoría absoluta en el Parlamento. La propuesta, de la extrema derecha, no salió adelante porque al PP le pareció mal redactada. Al mismo tiempo, el jacarandoso alcalde capitalino enseñó unas fotos de los supuestos nuevos amigos de Pedro Sánchez, los terroristas de Hámas. Casi al unísono, María Dolores de Cospedal, ex de muchas cosas, acudía a declarar a la Audiencia Nacional como testigo ante ese juez tan ocupado buscando terroristas en la Plaza de Catalunya de Barcelona: Cospedal no se acordaba de casi nada. Ella sabrá.