Seguid vuestro corazón

Algo más que un discurso leyó Steve Jobs, dio una lección de vida, avisó a los nuevos navegantes del peligro de la sumisión intelectual, del aborregamiento, diríamos por estos lares. El mensaje era y sigue siendo diáfano e impolutamente revolucionario: “No os dejéis atrapar por el dogma que es vivir según los resultados del pensamiento de otros”. Si cierras los ojos y lo oyes parece sacada del 15M o del próximo 15 de Octubre que se va a realizar a nivel planetario, y donde estaremos conectados gracias a algunos de inventos.

Quizás sin quererlo, nos dio las herramientas para construir otra sociedad. No hay Estado ni poder que pueda controlar la información y la comunicación entre las personas cuando éstas quieran decir algo como “ya nos tenéis hartos y os vamos a dar patada donde la espalda pierde su nombre”.

“Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón”, dijo a los recién licenciados.

“Sigue tu corazón, No dejéis que el ruido de las opiniones de los demás ahogue vuestra propia voz interior”, No os conforméis decía casi como una letanía, como un consejo desesperado de indicar el camino del que vio la luz al final del túnel con anticipación.

Y planteó un dilema clásico: la relación entre ciencia, arte, tecnología y humanismo como habló del amor, de la muerte y de la vida .Nada mal para alguien que abandonó la universidad por solidaridad con sus padres(para no gastarse sus ahorros) y por coherencia propia sobre el sentido de su destino. Casi lo mismito que ahora?

Mi homenaje fue simplemente una actividad: los alumnos de informática de 4º ESO del CEO Antigua (Fuerteventura) debían buscar información en Internet sobre Jobs, entrar en youtube, y oír (sobre todo) el discurso de Stanford y debatirlo en clase.

Al final, el que dio el mordisco a la manzana nos puso en la duda sobre si la razón emana del cerebro o viene del corazón. Lo que si parece que entendieron fue la última frase del discurso: seguid hambrientos, seguid alocados?paradojas de la enseñanza.

Kiko García