Se ha armado una buena en Fuerteventura a cuenta de la imposibilidd de que un barco cargado con 1.600 turistas alemanes no considerados inmigrantes irregulares atracara en Puerto del Rosario. No parece de recibo que una isla turística como esa, carezca de la necesaria cualificación para poder atender cruceros prodecentes de países terceros. Habrá que resolverlo. Cosa distinta es que se aplique la teoría de los hechos consumados y plantificar el buque en la bocana del puerto a sabiendas de que el pasaje no puede desembarcar porque así se le comunicó oportunamente al consignatario. Es una táctica muy extendida que, en este caso, además, contó con banda de música, autoridades locales y medios de comunicación, para que no faltara de nada. La ley es la ley y, por poco que nos guste, hay que respetarla: es preferible que 1.600 turistas alemanes se cabreen por un paseo de más a Arrecife, a que la UE le meta un paquete a España por incumplir las normas que todos nos hemos dado. Las autoridades majoreras, además de cabrearse y lanzar manifiestos, deberían moverse ya para homologar su puerto.